El periodista Rafa Cervera debuta en la ficción con Lejos de todo (Jekyll & Jill), una novela que fabula con la presencia de David Bowie (acompañado de Iggy Pop) en la València de 1976, al tiempo que se sumerge en los años iniciáticos de un adolescente en el verano de 1977, en El Saler, con la sombra del Duque Blanco en el horizonte.

Aquí os dejamos 5 razones para que no dejéis de leer la novela.

1- Reivindicación de la cultura

El hecho de que David Bowie sea uno de los protagonistas de Lejos de todo es una declaración de intenciones. Que le acompañen Iggy Pop y Corinne Schwab también. Lo mismo los libros, cuadros o discos que aparecen en sus páginas. Cuando uno es periodista y la cultura forma parte de su día a día es normal que le acompañe cuando ficciona. Y por eso fluyen con normalidad las referencias a lo largo de la narración. En estos tiempos de obtusos pensamientos y aplausos al primitivismo es de agradecer que por fin alguien levante una bandera que valga la pena, la de la cultura.

2- Reivindicación de los recuerdos

Aquí y ahora. El hoy por encima de todo. Las prisas. El mundo en el que vivimos, en el que aún no hemos acabado una frase y ya hay quien opina sobre lo que decimos. Cervera lo esquiva y apuesta por mirar atrás, por no imponer un ritmo desbocado a su historia, por navegar en los recuerdos, por buscar respuestas, por intentar identificar quiénes somos. Una apuesta que se beneficia de los años en que se desarrolla la novela, finales de los 70 cuando el móvil aún no había irrumpido en nuestras vidas.

3- Reivindicación de València

Lejos de todo elige València como escenario y lo hace sin complejos. Ahuyentando el miedo a que el libro pueda tener connotaciones locales, colocándolo a la altura de cualquier otro que decide que sus personajes paseen por las calles de Berlín, Chicago, Madrid o Barcelona. La ciudad acaba convertida en un protagonista más, con sus espacios reconocibles. La horchata o el Micalet no asfixian la narración cercándola, todo lo contrario, le dotan de una credibilidad y universalidad que impulsan con brío la lectura.

4- Reivindicación de la adolescencia

El libro se abre con una cita de Mercedes Beroiz: «Siempre seremos adolescentes porque siempre adoleceremos de algo importante». Rafa Cervera rinde un sentido homenaje a esa época de la vida en la que explosionan las inquietudes, en la que se tiene la sensación (para bien y para mal) de que la vida es infinita. Y lo hace defendiendo la adolescencia como un estado mental, alejado del perterpanismo, opuesto a la madurez entendida como conformismo.

5- Reivindicación de los mundos propios

No se trata de caer en el error intergeneracional de defender una juventud frente a otra, sino de reivindicar el espacio propio que se necesita cuando uno no entiende lo que ocurre a su alrededor, cuando se siente lejos de todo. La habitación como refugio, como fuerte apache en el que levantar un planeta distinto habitado por canciones y lecturas. Discos reventados de tantas escuchas y revistas a las que se les caen las palabras de tantas veces leídas. Cuando se encontraba un alma gemela con los mismos gustos se producía un boom que detenía el tiempo. A partir de esas pasiones se edifica todo lo que somos. Darle la importancia que tiene hoy en día, a pesar de la sobrecomunicación que vivimos, merece una ovación infinita.