Es tal la cantidad ingente de libros que se editan que resulta más habitual de lo deseable que haya algunos que acaben pasando desapercibidos. Revistas, suplementos, blogs o publicacioness online acaban refiriéndose (casi) siempre a los mismos autores. Si encima ese libro está publicado en valenciano, las posibilidades de que se escape al radar aumentan. Singladures de Francesc Aledón (L’Eixam Edicions) es un buen ejemplo de todo ello.
Aledón dedicó (según consta en la solapa interior del libro) toda su vida profesional a la enseñanza y ahora alterna sus estudios de idiomas con su compromiso social y cívico con El Cabanyal. Singladures es su primera obra en prosa. Hace dos años publicó, también en L’Eixam, el poemario I jo he gossat imaginar. Ed io ho osato immaginare.
Singladures es un viaje que el escritor realizó durante el verano de 1977 (30 años tenía entonces) por, prácticamente, toda la Península Ibérica haciendo auto-stop. Que nadie espere un mamotreto de recuerdos y reflexiones interminables. No. Aledón sólo tiene interés en reflejar la sensación de libertad individual que disfrutó esos días, bien siendo dueño de su destino, bien con los encuentros sexuales con hombres con los que se iba cruzando casualmente. Y es precisamente esa falta de pretensión lo que se acaba convirtiendo en su principal hallazgo y (pequeño) defecto a la vez. No nos hace falta saber nada más del protagonista ni de sus ansias de conocer y crecer, pero sí hay momentos en los que echamos de menos que nos cuente algo más de lo que circula por su cabeza.
Es este un libro valiente, sincero, un viaje de los llamados iniciáticos que recupera la confianza en las personas y que, seguramente, nadie se atrevería a realizar hoy en día. Que las escasas páginas que lo conforman no lleven a nadie a pensar en una aventura frugal. Tampoco busquen exhibicionismo gratuito. Aledón antepone su honestidad y el recuerdo de sus vivencias a cualquier otra cosa. Y eso se agradece. Y mucho. Una estupenda lectura estival.