«Todo va a salir mal y nos parece estupendo». Con ese lema, y las pintas exquisitas que lucen en la foto de arriba, cuatro individuos crearon Libros del K.O., después de la edición del FIB del 2009. Josep Pla, Julio Ruiz, Enric González o Luc Sante, entre otros, conviven en su catálogo igual que podrían compartir cañas una tarde. Con total normalidad.
¿Tenemos que agradecer a Oasis que os provocaran tal hastío que surgió la necesidad de poner en marcha Libros del K.O. o fueron otras las razones?
Álvaro Llorca– Dicen que el exceso de viento acaba afectando a la salud mental de la gente, y muchos conciertos de aquella edición del FIB se suspendieron por el viento. Es lógico que la idea de montar esta editorial brotara precisamente en ese instante, entre ráfagas huracanadas de levante, litros de cerveza y guiris chamuscados.
¿Cómo fue el recorrido hasta que tuvisteis la primera referencia en vuestras manos y por qué fue la elegida y cómo la conseguistéis?
A- Hay emails bastante tiernos que ilustran todo el proceso. El mayor impedimento fue la batalla jurídico-administrativa que hubo que superar para montar una empresa. Esa gente, los burócratas, hablan otro idioma, como si fueran Wayne Coyne borracho. El resto fue más sencillo, porque siempre tuvimos claro que nuestra editorial se centraría en el periodismo y la no ficción, porque es lo único de lo que sabemos. Bueno, eso, y de karaokes filipinos semiclandestinos. Nuestro primer título fue «El Monstruo», y lo editamos sin ninguna experiencia, durante un mes de agosto infernal en Madrid. Hacía mucho calor. Nos pasamos cientos de horas con el culo pegado al sofá. Creo que la marca del sudor se quedó ahí grabada. Ahora veneramos esa marca como la sábana santa, porque fue épico, emocionante y cargado de inocencia. Nos puso tras la pista de ese título Alfonso Armada, uno de los grandes románticos del periodismo actual, un tipo grande.
Vuestra idea es recuperar el libro como formato periodístico. No es mala idea, teniendo en cuenta que apenas se hace periodismo en los periódicos, ¿no?
A- Alexis de Tocqueville escribía en el siglo XIX: «Los periodistas desprecian los principios con tal de atrapar a cualquiera». Alfonso Reyes, en 1913, escribió que el criterio de muchos periodistas consistía en sustituir «la excelencia con la abundancia». Josep Pla, en su dietario madrileño de los años veinte, decía que lo único que enseña el periodismo es «a plagiar decentemente». En 1948 John Steinbeck reconocía estar deprimido por el manejo que se hacía de las noticias. En resumen, la crisis del periodismo ha existido siempre, por lo que quedan dos opciones: lamentarse durante todo el día o hacer algo constructivo. Nosotros hemos apostado por la segunda opción.
¿Qué os llevó a pensar que si la gente no compra periódicos, sí iba a adquirir libros que son crónicas periodísticas?
A- Aquí tengo que reconocer que el principal motor ha sido en todo momento la inconsciencia. Entiendo que ninguna escuela de negocios recomendaría a sus alumnos montar una empresa como la nuestra. El lema que aparece en nuestro escudo de armas es: «Todo va a salir mal, y nos parece estupendo». Es una versión más refinada del clásico «hemos venido a emborracharnos y el resultado nos da igual».
¿El tiempo os está señalando que acertasteis con la iniciativa?
A- Llevamos casi tres años publicando libros y hemos conseguido que nunca falte un bote de cerveza en nuestra nevera y una lata de fabada Litoral en nuestra alacena. Me parece que es para estar contentos. Y además (se aproxima momento ñoño, suenan violines en mi cabeza) muchos lectores están reconociendo nuestra apuesta por la calidad, lo que nos anima a seguir hacia delante.
Por vuestra filosofía vital, ¿os sentís más cerca de editoriales que alguna vez tocan el tema periodístico (Anagrama, Capitan Swing, Edhasa,…) o de revistas que está intentando que el periodismo recupere el pulso en este país (Jot Down, Panenka,…)?
A- En nuestra editorial no discriminamos: nos parece que la buena literatura y el buen periodismo puede encontrarse en formato libro o en ebook, en periódicos nacionales o en blogs, en editoriales independientes y también en las editoriales grandes, incluso en series de televisión. Hay mucha gente que está poniendo su granito de arena en hacer las cosas bien, independientemente del medio en que lo hagan.
¿La variedad temática de vuestro catálogo es consecuencia de vuestros gustos?
A- Si tomas un poco de distancia (desde la distancia los editores del KO ganamos mucho), nuestro catálogo reproduce la estructura de un periódico con sus diferentes secciones: Política, Internacional, Sucesos, Deportes, Cultura… tampoco es algo premeditado, pero resulta que es así, y que nos sentimos cómodos con esa estructura. Si Stephen Hawking encontró el universo en una cáscara de nuez, nosotros lo encontramos cada mañana en las páginas de un periódico. Y en el croissant que debería acompañar siempre la lectura matutina de un periódico.
¿Cómo surgió la idea de la colección “Hooligans ilustrados”? ¿Tendrá continuidad (no sé, si os habéis dado cuenta que hay un equipo de los grandes que no ha aparecido)? ¿Podría abrirse hacia otras temáticas como equipos singulares, futbolistas que fracasaron estrepitosamente o que tuvieron una vida, digamos, belushiana?
A- Mi socio Emilio es un jugón, un mediapunta creativo con la técnica y el pelo de Maradona. Mi socio Alberto es un gran mediocentro, que nunca pierde la posición y que sabe jugar la pelota. Mientras, mi socio Guillermo es el delantero al estilo Romario, que juega de resaca y sigue siendo un jugador desequilibrante. Como te puedes dar cuenta, en nuestra editorial utilizamos metáforas futboleras para explicar cualquier situación, por lo que la colección “Hooligans Ilustrados” es el resultado natural de ese proceso. El nombre de la colección contiene un punto de ironía sobre la forma en la que el fútbol se ha convertido últimamente en una de las bellas artes y la manera en la que Guardiola se ha convertido en el icono de la Super Pop que pegan los intelectuales en sus carpetas. En septiembre saldría una nueva oleada de títulos de la colección, que incluye a equipos singulares: Sevilla, Athletic, Córdoba, Castellón y Logroñés. Odio eterno al fútbol moderno. Y, tienes razón, nos falta un grande: el Hércules (el entrevistado no se ha dado un golpe en la cabeza, es que es alicantino).
¿Cuál es el principal problema al que os enfrentáis (imprenta, distribución, los medios de comunicación, ….)?
A- Me parece muy complicado conseguir que los preceptores culturales se tomen la molestia de conocer bien tu propuesta y tu producto. Hay excepciones, por supuesto, pero creo que es un mal muy generalizado. Ignacio Echevarría escribió hace poco una grandísima columna con el título de «Impugnación«, en la que se quejaba de la comodidad en la que vivien instalados los críticos culturales, y lo hacía con un ejemplo: «En una lista de las diez mejores obras de ficción publicadas los últimos doce meses por autores españoles e hispanoamericanos no aparece ningún autor hispanoamericano». Eso sí, en esas listas nunca faltarán Reverte, Cercas y compañía. Creo que a un preceptor cultural se le podría perdonar desde la dipsomanía al froteurismo, pero nunca un exceso de comodidad.
¿No tenéis la sensación que parece que últimamente sólo hay dos periodistas en este país (Ramón Lobo y Enric González)? Dicho con respeto y admiración hacia ambos. Ya que son autores vuestros, ¿qué tienen que todos los quieren?
A- Es que quizás sean dos de los periodistas que mejor han descrito lo que está ocurriendo ahora, este absurdo catálogo de empresarios en plena enajenación bursátil y de políticos extáticos que ven a cada ciudadano como enemigo… Antes de montar la editorial, en aquella enternecedora cadena de emails con la que empezamos a dar forma al proyecto, bromeábamos en plan: “Algún día publicaremos a Enric”. Y al final pasó.
Puesto que el origen de la editorial se podría decir que es musical, ¿va a tener continuidad el libro de Camarón con otros volúmenes dedicados a la música?
A- Uno de nuestros libros, «Mata a tus ídolos», de Luc Sante, fue finalista en los Premios de la Música Independiente de 2012, en la categoría de mejor obra literaria de temática musical. Es un compendio de crónicas culturales bastante variado, ya que trata sobre arte, música, fotografía y muchas otras cosas. En lo musical, tiene capítulos sobre el disco Nuggets: Original Artyfacts from the First Psychedelic Era, sobre The Mekons, sobre Bob Dylan, sobre la invención del blues… El prólogo del libro es de Greil Marcus y el libro tiene una prosa prodigiosa. Si piensas que me estoy echando un farol, puedes leer todos los capítulos musicales del libro en este enlace. Por lo demás, acabamos de reeditar una biografía de Camarón, escrita por Francisco Peregil, que se publicó originalmente en 1993 y que se lee como una juerga flamenca. Un día caímos en la cuenta de que la producción editorial no estaba a la altura del genio, por lo que decidimos volver a poner sobre la mesa su biografía más periodística, que es la que más nos gusta. El día en que lo leímos nos partimos la camisa y acabamos bailando un zapateado sobre la mesa. Y poco a poco seguiremos sumando libros musicales al catálogo, aunque no tenemos ninguno previsto a corto plazo.
¿Cómo son vuestras relaciones con el resto de las editoriales?
A- En primer lugar, tenemos que agradecer la labor de muchas editoriales independientes que han surgido en España en los últimos años y que han obligado a la gente a tomarse en serio la edición independiente. Han hecho un trabajo genial y han allanado el camino para gente como nosotros, que hemos llegado un poco más tarde. Por lo demás, el mundo de las editoriales es un microcosmos como otro cualquiera, y en él conviven personas muy brillantes, apasionadas de su trabajo y siempre dispuestas a ayudar, con otras personas más aprovechadas o que piensan que el mundo está en deuda con ellos porque se dedican a culturizar a una masa de desharrapados intelectuales.
¿Teniáis en mente alguna editorial como ejemplo a seguir?
A- Nos fijamos especialmente en las editoriales independientes. Sajalín es un buen ejemplo a seguir.
Si exceptuamos las reediciones o traducciones, ¿cómo surgen vuestros libros? ¿Son encargos?
A- Es un poco de todo. A veces son encargos y a veces son propuestas que nos llegan. Nosotros concebimos la labor editorial del mismo modo en que lo hacían los editores de revistas estadounidenses de los años sesenta, como un diálogo continuo entre el autor y la editorial. Pensamos que nuestra tarea no solo debe centrarse en aprobar manuscritos y elegir traducciones, sino colaborar mucho con el autor y debatir con él de manera constante para sacar el mayor jugo a un proyecto. Reconocemos en todo momento la autonomía del autor, pero tratamos de conocerlo lo suficientemente bien como para sacar lo mejor de cada uno.
Si pudieráis escoger para vuestro próximo lanzamiento un tema y un autor (sin ningún tipo de restricción, ni siquiera que el autor esté muerto), ¿cuál sería la elección? Y ya puestos, ¿quién se encargaría de las cubiertas?
A- Sí señor, esto es un pedazo de pregunta. Quisiera encontrar a una persona desacomplejada como Hunter S. Thompson, con la minuciosidad de David Remnick, con la sensibilidad contracultural de Tom Wolfe, con la precisión de Janet Malcolm, con la visión histórica de Mariusz Szczygiel, con la delicadeza de Josep Pla… Creo que me conformaría con un autor así. En cuanto al tema, me encantaría leer una obra valiente sobre los tiempos que vivimos. En cuanto a las cubiertas, me considero un moderno de mierda, porque me encanta el rollo de Doublenaut, un estudio horriblemente brooklyniano. Pero no podemos pagar su tarifa. De todas maneras, creo que nuestras portadas son lo más.
¿Qué libro no publicaríais nunca?
A- Nunca publicaríamos las memorias de ningún político español, el típico libro oportunista que sale a la luz justo antes de las elecciones y que intenta promover una imagen cotidiana del político en cuestión, comiendo chuletones y pan de pueblo en el restaurante de una comarca perdida de Castilla, rodeado de tipos con boina, bebiendo un botellín de Mahou en el bar del pueblo donde veraneaba de pequeño, con las declaraciones de su profesor de primaria, que por supuesto desde una temprana edad sabía que su pupilo llegaría a ser un político importante…
¿Cuáles serán los próximos lanzamientos de Libros del K.O.?
A- El primero en la parrilla de salida es un libro de Manuel Alcántara que se llama «La edad de oro del boxeo». Se habla mucho de la relación entre el periodismo y el boxeo, pero siempre acabamos citando los mismos ejemplos norteamericanos: que si Mailer, que si Talese, que si Schulberg. Pues resulta que aquí también tenemos buenos ejemplos, como el de Manuel Alcántara, un periodista al que siempre se le deberá más reconocimiento, porque todo el reconocimiento será poco. Además, es un acto de coherencia tardío con el nombre de nuestra editorial, ya que hasta ahora no habíamos publicado ningún libro de temática pugilística. Luego vendrá un libro sobre la crisis griega. En los libros de historia se hablará de la Gran Recesión que sumió en la pobreza a un cuarto de la población. Se añadirán datos sobre la deuda, el paro y el importe de los sucesivos rescates financieros; se estudiarán también las causas, y tal vez haya un reparto de culpas más o menos equilibrado. Pero no habrá espacio para relatar las historias minúsculas que se esconden detrás de una debacle. Nosotros queremos rescatar esas historias de la mano de la periodista Mariangela Paone. Y luego vendrá un libro sobre Madrid: «¡Quemad Madrid! (o llevadme a la López Ibor)». Se viene hablando de que Madrid está en decadencia, pero defendemos que hay tantas ciudades como habitantes, y si te animas a seguir el recorrido por la ciudad que propone Raquel Peláez, encontrarás una ciudad onírica y luminosa en la que querrás perderte para siempre.
¿Creéis que en los últimos años se ha producido una burbuja de buen periodismo?
A- En los últimos años se ha agitado mucho el panorama periodístico. Y eso tiene cosas buenas y malas. La gente se encontraba bastante acomodada, eran tiempos en que la única aspiración legítima en la universidad era trabajar en alguna de las grandes cabeceras del periodismo nacional. Pero de repente hemos descubierto que la Transición no fue la panacea, que el mundo de la edición ha seguido funcionando tras el boom latinoamericano y que la gente ya no usa colonia Brummel. Eso ha abierto un campo de posibilidades enormes. La gente es ahora más creativa. Habrá quien lo haga mejor y quien lo haga peor, pero es indudable que hay mucho más movimiento y que eso es sensacional. Solo que ahora tenemos que armarnos con la misma paciencia de quien separa los guisantes de la vaina y hacer más esfuerzos por discriminar lo bueno de lo malo. Pero el resultado, cuando se consigue, es de lo más satisfactorio. Y eso es todo por aquí. Agradecemos mucho a Verlanga que nos haya cedido un poco de espacio. Es mucho más confortable que la esquina de nuestra calle, desde la que altavoz en ristre, nos dedicamos a pregonar las bondades y lo necesario del buen periodismo.