Phil Camino. Foto: Patricia Romero.

Phil Camino es escritora, periodista y editora de La Huerta Grande.

¿Somos lo que leemos?

Somos muchas cosas. Hay una infinidad de factores que conforman nuestra identidad y la lectura es uno más de ellos. En mi caso de los más importantes. Quizás no sería malo que lo fuese para más gente.

Un libro de tu infancia.

Viernes o la vida salvaje de Michel Tournier, aprendía a viajar a través de la escritura y los de Arsenio Lupin de Maurice Leblanc, lo pasaba en grande y pasaba miedo.

Un libro de tu adolescencia.

Las flores del mal de Baudelaire. Lo leí en el colegio. Y a esa edad Baudelaire es un chute peligroso. Es la edad de la educación sentimental y me colocó de golpe y porrazo ante el horror y la belleza.

Un libro de tu juventud.

La ciudad y los perros de Vargas Llosa. Me impactaron su estilo y su crudeza. Tanto que hice una tesis doctoral sobre su autor.

Un libro actual.

Las aguas tranquilas del Una de Faruk Šehić. Lo hemos publicado en La Huerta Grande. Un libro/fábula de luz y oscuridad sobre la guerra de Yugoslavia narrada por un poeta que se está llevando el aplauso de los libreros. No me extraña.

Un libro de siempre.

Tres: Moby Dick, Los miserables y El Quijote. No creo que haga falta poner el autor de ninguno. Son libros tan vastos como el Universo.

Un libro por leer.

Tantos…

Un libro que no pudiste acabar de leer.

Otros tantos. Si no me interesan o están mal escritos los dejo. Hay demasiados esperando. Pero hay dos que espero terminar algún día: El hombre sin atributos de Musil y La montaña mágica de Thomas Mann.

Un libro que te gustaría haber editado.

Lolita de Nabokov. Para ser la segunda (o la tercera, Vera mediante) en leer ese principio: «Lolita, life of my life, fire of my loins».

Un libro que te gustaría que existiera.

Uno que tuviera el poder de que la humanidad se ponga de acuerdo en un principio mínimo de convivencia. Y que le obligue a cumplirlo. A lo mejor lo tiene que escribir un marciano…

3 cosas que te gustan más que leer.

Una buena charla, bailar, escribir. No por ese orden y no siempre más que leer.