Un precioso (y muy acertado) texto de la cantante Eva Dénia sirve de prólogo a «Gats al terrat», poemario de Letícia Marrades, con fotos de Arnau Pascual Ledesma, y publicado por la joven editorial online Libristic. Unos versos que beben directamente de Vicent Andrés Estellés; que crecen impregnados de la cotidianidad que les rodea y que tienen un especial recuerdo para todos aquellos jóvenes que salieron a la calle en lo que se conoció como Primavera Valenciana.
¿Cómo surge el proyecto «Gats al terrat»?
(Leticia) Surge a partir de mi lectura del «Llibre de meravelles» de Vicent Andrés Estellés, que en ese momento estaba, también, estudiando con más profundidad en clase. Y me dije a mí misma, «ostras, esta receta funciona. ¿Y si yo pudiera cocinar algo parecido?». Y entonces, me atreví a trabajar desde el modelo de tríptico estellesià, que se plantea en el libro. Yo ya tenía cosas escritas que pensé que podían servirme para lo que sería «Gats al terrat», pero conforme pasaron los días fui añadiendo versos y quitando, y surgieron otros. Es todo bastante espontáneo, porque está, prácticamente, escrito en terrazas de Benimaclet, en los tejados, y algunos de ellos en el Kaf Café.
Los poemas van acompañados de fotografías de Arnau Pascual Ledesma. ¿Fueron hechas adrede para el poemario?
Arnau tiene un archivo muy vasto y variado de fotografías que, a mí, me apetecía recoger para darle más vida al poemario. La mayoría de ellas sí que son fotografías que ya estaban en un archivo, pero hay algunas que están hechas adrede para el libro como, por ejemplo, los fondos de algunas páginas.
¿Cómo definirías tu poesía?
Yo creo que escribo de la misma manera tanto la prosa como la poesía. Yo no sigo ni la métrica, ni la rima. Me dejo llevar. Y en ella hay, también, una reminiscencia filosófica porque no me puedo quitar el peso de haber estudiado Filosofía. Es algo que siempre me acompaña. Escribo, sobre todo, para mí, pero cuando uno crea, tiene que compartir.
Casi todos los poemas del libro van precedidos de unos versos de otro poeta, ¿es un homenaje a esos autores, una declaración de principios o una intención de situar al lector ante lo que va a leer?
Cada vez que empiezo un nuevo epígrafe trabajo con Ausiàs March, que es parte de la receta estellesiana. Esos versos son parte del proceso de inspiración a la hora de escribir. Yo ahora leo a Salvat Papasseit, y si me sugiere una idea, yo la tomo y la reciclo. Eso también lo hace Vicent Andrés Estellés. De hecho el propio «Llibre de meravelles» tiene que ver con el «Llibre de meravelles» de Ramón Llul. ¿Qué pasa? ¿Plagiamos? ¿Mimetizamos? Pues sí, vaya, es una manera de crecer. Tú ves algo que te interesa y te lo apropias y luego, de alguna manera, lo devuelves. Casi todos los poetas que yo recojo son poetas de la posguerra, pero también tenemos a Maria Josep Escrivà cuyas lecturas son muy inspiradoras para mí.
Como ocurre con parte de la obra de Estellés, «Gats al terrat» tiene un aire melancólico, como de añoranza, pero a su vez es tremendamente vitalista.
«Gats al terrat» tienes escenas muy decadentes, pero también tiene muchos toques de buscar una salida, de lo vital. Esto sería muy nietzscheano, lo de retomar el vitalismo. Para mí el gato es un icono vitalista, como el gallo para Joan Vinyoli. Un icono de cambio, de atreverse a pensar de otra manera, de fugacidad.
Siguiendo con el símil con Estellés, son los tuyos unos versos muy impregnados de cotidianidad.
Somos nosotros y nuestras circunstancias, como diría Ortega. Y sin mis vivencias no podría escribir. Tampoco pretendo idealizar nada. De hecho, voy cada vez más a la crudeza. Y en la crudeza hay tanto tristeza como optimismo. Y es una cosa muy interesante para mí trabajar desde esta perspectiva.
¿Qué estas escribiendo ahora?
Este libro se gesta en 2010, se acaba de armar en 2011, se retoca en 2012 y se publica en 2013. Pero de alguna manera crecemos y ahora, en lugar de estar más cercana a Estellés, me arrimo más al surrealismo de J.V.Foix. La verdad es que estoy haciendo cosas más atrevidas. Ahora estoy trabajando más prosa poética, casi automática, muy instintiva, me estoy dejando llevar mucho. Yo de normal suelto lo que me viene a la cabeza, hay una revisión gramatical y ortográfica, pero no de estilo. También estoy trabajando el estilo haiku, que es muy breve y muy condensando. Me dejo estimular por muchas cosas. Me puede salir un poema escuchando a Ovidi Montllor, pero también me puede salir oyendo a The Brian Jonestown Massacre.
Teniendo en cuenta que «Gats al terrat» es un libro digital, ¿en qué consistirá su presentación?
Claro, presentar un libro digital puede parecer un poco ambiguo. Será un recital poético. Si todo funciona bien se proyectaran las imágenes de Arnau Pascual. Y me acompañará un contrabajista que hará una improvisación pactada sobre mis versos.