Que la inspiración de lo cotidiano nos acompañe

Fotos: Eva M.Rosúa

Necesitamos nuestra ropa como necesitamos comer y respirar. El ejercicio de vestirnos es quizás el mayor ejercicio de renuncia diaria practicado, aunque algunos lo nieguen. Vestirnos es colocarnos en el espacio, representarnos con una fineza tal que a veces la ocultamos bajo frases de desdén hacia lo que nos ponemos. Pero ahí está nuestro armario, nuestra ropa, que forma parte del arte de lo cotidiano.

Trevista publicación trimestral busca «lo creativo en lo banal». En su segundo número por ejemplo, pone el tacto y el foco en ese arte habitual que nos acompaña. Ropa más que moda dictada, atemporalidad en vez de tendencias, personalidad en lugar de etiquetas. Arrojando una luz muy bien colocada (no es de extrañar porque el staff fundamental de la revista está compuesto por tres licenciadas en Bellas Artes, colectivo trestristrestrenzas, especializadas en imagen, fotografía y diseño editorial: Marta Lion, Sara Deer y Marta Owl), al servicio de la obra de diferentes artistas

Vestirse es una cuestión de epidermis mucho menos superficial de lo que a primera vista nos parece. Nos interesamos por quién hay detrás de los libros, de la música, e incluso de la comida que frecuentamos… ¿Pero qué/quién hay detrás de la ropa con la que nos vestimos? Trevista está dispuesta a que reflexionemos. Propone nombres como el de Can Dagarslani, arquitecto y fotógrafo que retrata la marca Ader error con su proyecto Inside Out . Consiguiendo tal mutación entre tejido y piel que se confunden. Prendas y cuerpo adquieren la misma importancia. ¿No es ese un fin deseable para nuestra ropa?

Expresarse a través de lo que llevamos. Al igual que el proyecto de las hermanas riojanas Ana y Marina Urbina con su firma Cabo Lupita. Su propuesta de diseño textil merodea referencias tan dispares como Yuri Gagarin, Winona Ryder, la Super Pop o Rothko. Ellas que entienden el vestirse como una reinvención de múltiples significados hacen una moda sencilla con preferencia por el detalle, afianzándose en ese mapa de la moda de los sentidos (común y del gusto) que recorre España con el objetivo de desuniformizarnos.

Trevista desde Barcelona ya ha indagado sobre otros pequeños acontecimientos como el despertarse, y en su último número, el comer. Una publicación de pequeña tirada y grandes colaboraciones con exquisito filtro artístico. Fotógrafos como Neus Monté Perlas (food stylist), Camila Falquez circulan por la última incursión en el conveniente ejercicio de poner en valor (artístico) los monótonos gestos diarios.

En Valencia puedes encontrarla en cualquiera de las dos librerías Dadá en las que el acto cotidiano de comprar revistas también se convierte en un arte.

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