Raúl Gálvez es guionista. Sea en ficción o no ficción, siempre deja su impronta en sus escritos. Un particular, y adictivo, sentido del humor y la perfecta comunión entre tetxo e imagen. Su último trabajo, hasta el momento, ha sido en «Un país de llibre», un programa empeñado en acercar a los lectores los libros valencianos y en valenciano.
¿Qué opinión tienes de la Fira del Llibre?
La lectura tiene algo de placer solitario e incomprendido. Tu mundo se detiene mientas lees, pero el de los demás no. Cuando acabas un libro que te conmueve te gustaría recomendárselo a tu vecino, a tu panadero o charlar de él con el comercial de Jazztel. Pero nada de eso sucede, la realidad, inmisericorde, permite en pocas ocasiones salir de nuestras trincheras a los lectores. Por eso, poder visitar un foro como la Fira del Llibre donde en un ambiente festivo, podemos confesar nuestros secretos y donde los autores, también llaneros solitarios, pueden poner rostro a sus lectores es un acontecimiento que celebro con enorme júbilo. Asistir a la Fira del Llibre es reivindicar el orgullo de ser lector, confirmar que no estas solo, que sigues perteneciendo a un grupo y que tu grupo por unos días parece muy numeroso. En definitiva acercarte por la Fira de Llibre’ es creer que por un momento que los raros son los otros; los que no leen, ni conocen el verdero valor de las palabras.
Faltaría por definir que consideramos como clásico, pero bueno en español creo que me quedo con «El Quijote». En el instituto, que era lectura obligatoria, me lo leí en una versión de cómic que daba la Caja de Ahorros de Valencia a sus clientes. De adulto, avergonzado por semejante fechoría, me adentré en su lectura y creo que no descubro nada si digo que es una obra maestra. Recomiendo el episodio donde a Sancho Panza le nombran gobernador de la ínsula de Barataria. La dignidad con la que Sancho Panza gobierna la isla y la dignidad que tiene para dimitir del cargo es una una lección de honestidad que algunos de los que nos gobiernan deberían aprender. Así que además de lectura obligatoria para los chavales debería serlo para obtener el acta de diputado.
En catalán me quedo con «Crim de germania» del valenciano Josep Lozano. Aunque fue publicada en 1979, considero que la novela tiene todos los elementos para considerarse un clásico. La trama versa sobre las revueltas dels ‘agermanats’ en el Reino de València durante el siglo XVI. Tiene una estructura narrativa no lineal, muy original, parecida en cierta manera a «Manhattan Transfer», con variedad de estilos y contada en capítulos aparantemente inconexos. En su momento la novela fue entendida como una afirmación de la cultura valenciana frente al rodillo castellanizador que quería imponer una parte de la sociedad, en la llamada batalla de Valencia. Yo he tenido la suerte de releerla gracias a «Un país de llibre» y por encima de lecturas nacionalistas, creo que la novela es un magnífico retrato de la desigual lucha del pueblo llano contra las estructuras de poder establecidas. Leyendo «Crim de Germania» te das cuenta que los motivos por los que luchaban els ‘agermanats’ del siglo XVI no son muy distantes de los ideales que defienden movimientos como el 15M’o Stop desahucios.
Un libro actual que recomendarías.
La última novela que me ha emocionado y por tanto que recomiendo es «Middlesex» de Jeffrey Eugenides. Es su segunda novela después de «Las vírgenes suicidas» que adaptó al cine Sofia Coppola. Ganó el Pulitzer y ahora la HBO ha comprado los derechos para adaptarla a televisión. «Middlesex» tiene lo mejor de las novelas de sagas familiares donde se puede seguir, a través de los avatares de su miembros, la historia con mayúscula de la sociedad de la época. En este caso si hiciésemos un estudio en profundidad de «Middlesex» podríamos entender el genocidio turco a los cristianos griegos y armenios, el fenómeno de la emigración de principios de siglo XX a Estados Unidos y su difícil proceso de integración, y la consolidación de Estados Unidos como gran potencia. Sin embargo, el toque de grandeza de la novela reside en el punto de vista del narrador y en su historia más íntima. Para no desvelar nada sólo citaré la frase con la que comienza la novela. »Nací dos veces: fui niña primero, en un increíble día sin niebla tóxica de Detroit, en enero de 1960; y chico después, en una sala de urgencias cerca de Petoskey, Michigan, en agosto de 1974″.
Y en catalán, recomiendo a medias la última novela que tengo entre manos. «Don Fabrizzio i un cadàver al prince Building». Digo a medias porque todavía estoy enfangado en su lectura. Siguiendo la estela de Chirbes y su «Crematorio», el castellonense Joan Pla realiza una magnífica disertación de lo peor de la sociedad valenciana. Siguiendo las claves del género negro, donde nada es lo que parece, todo indica, según llevo leído, que las disputas por la concesión de las obras del futuro aeropuerto intecomarcal están detrás de una serie de asesinatos por resolver. Recomiendo además esta novela por el buen hacer de editoriales pequeñas como Edicions 96 que, en tiempos difíciles, siguen apostando por la cultura.