Isabel Jiménez y Carolina Prada. Foto: Manuel Recio.

De Serrat a The Buzzcocks. De Conchita Bautista a Leonard Cohen. De Françoise Hardy a Rosendo. Así es el libro Canciones de buen rollo, de las periodistas Isabel Jiménez y Carolina Prada, editado por Sílex.

Más de 400 páginas en las que, como en una sesión a los platos, se suceden las canciones, vinculadas con anécdotas y recuerdos personales. Como ellas mismas dicen, «una biografía generacional, atípica y desenfadada en torno a las emociones que puede despertar una melodía en los momentos difíciles de la vida». Una publicación que tiene su origen en un blog del mismo nombre que Isabel comenzó en 2011 y al que se incorporó Carolina un año después.

Isabel y Carolina presentan su libro este sábado, 17 de junio, a partir de las 12h, en Ubik Café, acompañadas del periodista Carlos Pérez de Ziriza y con acompañamiento musical de Manuel Recio. Antes, se pasan por Verlanga para compartir sus favoritos:

Una canción:

Isabel Jiménez: «You Really Got Me» (The Kinks)

Ni de los Beatles, ni de los Stones. De los Kinks. Este tema fue “mi canción” en el albor de la vida adulta, cuando ya era un ser que asumía sus responsabilidades, sus obligaciones, sus cagadas… Era la canción que sonaba cada vez que entraba en mi bar de referencia. Y eso te marca de por vida. Quién no querría sentir que la identifican con semejante trallazo energético. «You got me so I don’t Know what I’m doin». Para mí es un subidón de autoestima instantáneo. Desde que las ondas sonoras del icónico riff de Dave alcanza mis pabellones auditivos hasta el derroche vocal febril de Ray al final. Son dos minutos de auténtico orgasmo sonoro. Con razón he acabado compartiendo mis días y mis noches con un kinkólogo. No soy capaz de zafarme de su potencia ineludible. Da igual los años que pasen. Su poder es más que perenne. Es inmortal.

Carolina Prada: «A Day In the Life» (The Beatles)

Ya sé que es una elección poco original, pero he sido fan de los Fab Four desde que era una chavalina y no voy a cambiar a estas alturas. Me mata tener que elegir solo una, pero (hoy) me quedo con “A Day In the Life”. No solo porque es una muestra palpable de su genialidad y de lo que eran capaces Lennon y McCartney cuando trabajaban codo con codo. Es que, además, es un tema que te deja sin aliento: ese inicio tranquilo con los acordes de guitarra y piano, ese crescendo (“I’d like to turn you on…”) que te traslada a la segunda parte de la canción y el final apoteósico que es, también, el del disco (quitando el corte escondido del final). La orquestación, los arreglos, el toque mágico de George Martin… La estoy escuchando mientras escribo y… lo dicho, me enloquece.


Un disco:

Isabel Jiménez: Nuevo Pequeño catálogo de Seres y Estares (El Último de la Fila)

No es el disco que más me gusta ni el que más he escuchado (aunque lo he oído cientos de veces) ni siquiera es mi favorito de EUDLF, que fue mi grupo insignia entre los 15 y los 23 años, cuando se separaron… Hay muchísimos discos cruciales en mi vida, pero este fue el primero que compré con mi dinero. Rompiendo la hucha. Harta de escuchar las canciones en los Cuarenta Principales (Los 40 ahora) y grabarlo en cintas vírgenes en mi radiocasete con la marca sonora de la emisora en mitad del estribillo. Fui con una amiga a comprarlo y cuando llegué a casa y escuché aquello tan extraño que es su primer corte («Grünfink o pinzón verde») pensé que estaba estropeado y fui a devolverlo.

Carolina Prada: Transformer (Lou Reed)

Una auténtica biblia del rock. Claro, un álbum de Lou Reed producido por David Bowie y Mick Ronson solo podía ser una barbaridad… Es, sin duda, uno de los discos de mi vida, de los que más veces he escuchado (desde que me lo grabó mi amigo Luis en casete allá por los 90 hasta que me lo compré) y también obsequiado a personas que eran importantes para mí. No hay vez que lo ponga que no descubra algo nuevo en él, algún matiz que había pasado por alto, y que me asombre de lo tremendamente actual que suena.


Un concierto:

Isabel Jiménez: Paul McCartney. Estadio Vicente Calderón. 2 de junio de 2016.

Por un motivo u otro, no había conseguido ver nunca a Macca en directo, hacía más de una década que no pisaba Madrid y casi había perdido la esperanza. Pero aquella tórrida tarde de julio, con 40 palos, por fin llegó el momento de coincidir en espacio y tiempo con uno de mis mayores mitos. De los pocos que aún están vivos. El hombre que ha sido uno de los principales responsables de la banda sonora de mi infancia y de mi despertar musical. Estaba nerviosa, sugestionada y con la emoción a flor de pie (me pasé medio concierto con los ojos rojos de llorar)… pero mis expectativas eran altísimas. Y Paul estuvo de sobresaliente. Después de aquello ya me podía morir tranquila.

Carolina Prada: Los Enemigos. Sala La Riviera (Madrid), 7 de abril de 2002.

Este fue, o iba a ser, el último concierto de Los Enemigos antes de su disolución. Mi grupo español favorito se iba a separar y yo tenía el corazón destrozado. Yo y muchos más: al final del bolo, al que fui yo sola (tenía que vivirlo en soledad), unos cuantos desconocidos nos abrazamos llorando. ¡Tiarrones hechos y derechos con los ojos empañados! Me sentí desposeída y huérfana, pensaba: “¿Y ahora qué?”.
Pero, como ya sabéis, la historia acaba bien: la banda ha vuelto llena de fuerza, como si no hubieran pasado esos 20 años. ¡Y por muchos más, espero!