A mitad camino del folk melódico y del pop tendente a los medios tiempos, y aderezado con unas gotas de psicodelia, Hans Laguna debutó con “Primeras marcas” (El Genio Equivocado, 2012), un disco lleno de estupendas canciones que lo situaban en ese estrato en el que acaban aquellos músicos (Remate, Abraham Boba,…) que driblan con astucia y buenos argumentos cualquier etiqueta fácil. Un año después, grababa “Oteiza” (El Genio Equivocado, 2013) donde rendía homenaje a la obra del escultor vasco, sumergiéndose entre sonidos nebulosos, con canciones que fluyen hacia el infinito, pasajes que basculan entre lo industrial y lo paisajístico, aprobando con nota alta en la difícil misión de trazar alianzas, presumibilemente imposibles, entre las melodías y las distorsiones. Ahora llega “Deletrea” (El Genio Equivocado, 2014), disco que presentará en el Aperitiver de esta semana. Nueve canciones en las que aunque el pop de cadencia luminosa constituye su columna vertebral, sigue habiendo lugar para el folk arenoso (que coquetea habilmente con sonoridades slow core) o la psicodelia contenida.
Acabas de editar «Deletrea», ¿satisfecho con el resultado final?
Es una respuesta tópica en los músicos, pero la verdad es que estoy muy orgulloso de mi nuevo disco, tanto del proceso de grabación como del resultado. Siento una gran tranquilidad ante la obra acabada, y ese es un sentimiento muy raro en mí.
Es un disco muy austero en el diseño. Incluso no aparece ninguna foto tuya. Como si con ambas decisiones quisieras que todo el protagonismo lo tuviera la música.
La austeridad era una de las ideas rectoras del disco, y he querido que también se transmitiera con el diseño (obra de Sergi Vilà). Por otro lado, las letras dan vueltas de manera muy explícita alrededor del ‘yo’, y una fotografía mía hubiera sido demasiado; además, estropearía el aire un tanto abstracto del diseño.
Tu anterior disco fue un homenaje a Oteiza, ¿Cómo surgió el proyecto?
Desde hacía tiempo quería rendir homenaje a la figura de Jorge Oteiza, pero no sabía muy bien cómo hacerlo. Paralelamente, estaba cada vez más interesado en experimentar con sonidos y texturas de la guitarra eléctrica y los pedales de efectos. Un buen día esos dos caminos se cruzaron en mi cabeza, y decidí hacer un disco inspirándome en la obra del escultor.
En «Deletrea» hay puntos en común con tu debut, «Primeras marcas», pero parece que las canciones han ganado en melodías atmosféricas, traduciéndose en una música más paisajística (y no sólo por la portada) ¿Crees que algo tiene que ver, precisamente, en ello «Oteiza»?
Sin duda. La experiencia del “Oteiza” dejó un poso en mi manera de encarar las nuevas canciones. Por un lado, ha hecho que adoptara una postura más minimalista: a la hora de concebir los arreglos, he preferido vaciar antes que llenar. Por otro lado, me ha vuelto más valiente en el momento de pensar las estructuras de las canciones: me ha ayudado a huir de la inmediatez y a dilatar el tiempo.
Aunque siguen presentes sonoridades folk o pop, aparecen también otras que lindan con lo que se vino a llamar slowcore, en el que la repetición formaba parte importante de la composición.
Sí. Conecta con lo que acabo de comentar, con la voluntad de dotar a las canciones de un nuevo sentido del tiempo, con ritmos más pausados y basados en repeticiones. Además, en mi vida he escuchado bastante a grupos slowcore como Low y Red House Painters, y supongo que eso ha asomado la cabeza de algún modo.
Hay un tema recurrente en tus letras, de una manera u otra, más evidente o solapado, que es la identidad. El avisar de que realmente no eres como puede parecer, el intentar reafirmarse ante una ruptura, el cambiar de forma de ser, el (supuestamente) madurar…Y es algo que ya aparecía en «Primeras marcas». ¿Es un tema que te interese especialmente?
Absolutamente. Mi pregunta-motor es: ¿quién demonios soy? No paro de buscarme a mí mismo y, con ese fin, de ponerme a prueba. A menudo esta actitud me resulta un coñazo, pero paradójicamente me siento cómodo con ella a la hora de componer.
Las canciones de «Deletrea», por su estructura, podrían tener también un tratamiento cercano a la música electrónica. ¿Te lo planteas en un futuro?
Cuando estaba inmerso en el “Oteiza” me interesé por la música ambient y la electrónica minimalista, pero, en general, mis gustos están en otro tipo de música. Sin embargo, tengo que decir que el otro día me planteaba hacer un disco sin utilizar la guitarra, sólo con teclados, todo un reto para mí. Aunque quizá el próximo disco sea folk puro. Yo qué sé.
3 discos en 3 años. ¿Hiperactividad, buena organización, necesidad de contar cosas,…?
Me propuse sacar un disco cada año. Es una norma autoimpuesta que me ayuda a dejar de darle vueltas a las cosas de forma enfermiza, y me empuja a materializar las ideas que revolotean por mi cabeza.
¿Cómo ves la Valencia musical?
En mis últimas visitas me he encontrado con una ciudad muy activa. Me da la impresión de que la falta de apoyo público ha hecho que se desarrollen diversas iniciativas privadas muy interesantes. Desde fuera, detecto un ambiente vivo y en crecimiento, algo que a menudo se echa en falta en Barcelona.