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Ilustración: Carlos Cuesta Dolz (Litos).

Comadreja Mambo no es el nombre de una banda de libertinos sacados de un remake de Tarantino de algún spaghetti western disparatado de Sergio Corbucci. Pero podría ser. Hay dos hermanos y un tercer miembro arrastrado por esta historia de tintes crespusculares. Son Carlos y Pablo Parra (Buzo) y Jordi Sapena (La Habitación Roja). Hace ocho años se sacudieron la arena de las botas, se fajaron la hebilla de sus cinturones y grabaron siete canciones, rápidas e impactantes como un derechazo en mandíbula ajena. El ep largo se llamaba «Repeta a tu madre», tenía una portada digna de Pavement firmada por Carlos Cuesta Dolz (Litos), títulos como «Chico mierda», «Ningún niño sin pistola» o «Mambo climático», letras bucle que parecían invocar al diablo y melodías con mucha prisa y ganas de bronca.

Todo había empezado en 2007 en la Costa Este de la península. «El primer recuerdo que me viene a la cabeza es de un caluroso mes de agosto en Valencia y de dos tíos sudando, encerrados en un local de ensayo sin ventilación, haciendo canciones con una guitarra y una batería», rememora Carlos Parra. «El siguiente recuerdo ya no es tan caluroso. Es octubre, en los estudios Tigruss de Gandía y está encendido el aire acondicionado. Ahora aparece una tercera persona que ayuda a que las canciones, que llegaron siendo un esqueleto, engorden y tomen cuerpo». Ese tercer hombre era Jordi Sapena: «Recuerdo a los hermanos Parra viniendo a Tigruss a grabar unas canciones con unos gritos disparatados, diciendo que las habían sacado en el local pasando mucho calor. Recuerdo pasarlo muy bien grabando un harmonio desafinado por línea. Recuerdo debutar en directo en el Valetudo Artístico en la extinta sala Greenspace y que se me jodió el ampli antes de terminar el concierto y acabamos con el speech de «Respeta a tu madre». Recuerdo tocar en algunos conciertos montados por Jose Mascarpone, en la Red Shoe, para casi nadie, con grupos venidos de Finlandia o de más lejos aún».

Ilustración: Carlos Cuesta Dolz (Litos).

Ilustración: Carlos Cuesta Dolz (Litos).

Una historia como esta, con «un ampli roto, unos noruegos, unos italianos, un discurso improvisado, cazallas y el que rompe paga», no podía acabar así. Todo wéstern que se precie necesita su leyenda. Comadreja Mambo no tenían un jinete fantasma que montar en un caballo, pero sí un disco que nunca había visto la luz. «El objetivo de la grabación de estas últimas canciones no era editar un disco», apunta Carlos, «la grabación la hicimos por pura diversión. En ningún momento se había hablado de la disolución del grupo, pero sabíamos que la situación personal de cada uno -trabajos, lugar de residencia, etc…- cada vez hacía más complicado que nos pudiéramos juntar con asiduidad. Grabar estas canciones era una especie de despedida privada de la Comadreja». Pero como casi siempre ocurre en las películas del Lejano Oeste, los entierros no tienen la dignidad que merecen. «A nadie le interesó sacarlo», añade Jordi, «Yo se lo pasé a algunas personas de sellos (BCore, Sones, Aloud…), y solo mostró algo de interés Discos de Perfil (DDP). A nivel personal, cada uno siguió haciendo sus cosas (no necesariamente relacionadas con la música), y las canciones se quedaron ahí muertas de risa en un disco duro». Hasta que otro trío, también formado por dos hermanos y un tercer amigo, lo rescató.

Ilustración: Carlos Cuesta Dolz (Litos).

Ilustración: Carlos Cuesta Dolz (Litos).

Chema y Rafa Ortolano y Javier Giménez ya eran fans de Comadreja Mambo antes, incluso, de poner en marcha la discográfica Demian Records. «Javi siempre insistía en que sería una buena idea preguntar a los Comadreja Mambo si disponían de material no publicado y que pudiéramos sacar nosotros a la luz», explica el primero de los citados en este párrafo. Poco antes de nacer el sello, los Ortolano se encuentran con Jordi Sapena en la Sala Matisse, en un concierto de Tórtel. Le disparan a bocajarro. «Jordi, bastante sorprendido por nuestro interés, nos comentó que tenían guardado en un cajón, desde 2012, un disco inédito. Tras nuestra insistencia, nos lo envió». Jordi Sapena reconoce que «flipé un poco de que conocieran al grupo» y ante el interés mostrado, «les mandé los temas al día siguiente por mail y me dijeron que lo querían sacar sí o sí. La verdad es que no tuve que convencerles ni nada, fue más difícil gestionar el asunto con los Parra (por desconexión, no porque no les apeteciera) que con la gente de Demian. Con ellos siempre ha sido muy fácil y han puesto mucha más voluntad, tiempo, esfuerzo y dinero que nosotros».

Mientras se concretaban todos los detalles de la edición, Demian Records presentaba sus primeras referencias, «Book of youth» de Ramírez, y el disco homónimo de Coleccionistas. «Morriconazo», de Comadreja Mambo, en un principio, sólo iba a editarse en formato digital. Después decidieron que esa versión fuera acompañada de ilustraciones de Litos. «Cuando se nos ocurrió la idea de ilustrarlo, pensamos que el conjunto: disco + ilustraciones, bien se merecía una edición física. Fue más una cuestión de puro fetichismo que una cuestión comercial», aclara Chema. Así se convirtió en la tercera bala en el catálogo del sello. Un lanzamiento cuanto menos arriesgado. «Nunca pensé que alguien pudiera estar interesado en editar algo grabado hace cuatro años por un grupo que, ni siquiera, iba a poder defender el producto en directo. Pero estos chicos aman la música y por eso hacen algo que hoy en día no es muy habitual: editan únicamente aquellas cosas que de verdad les gustan a ellos», puntualiza, agradecido, Carlos Parra.

En Demian no retocaron nada del álbum («El disco ha permanecido tal y como se gestó en 2012»), simplemente lo editaron con el mejor envoltorio posible. Desde el primer momento tuvieron claro que Carlos Cuesta Dolz era el cómplice que necesitaban. Litos ya se había encargado de la portada del primer ep del grupo. «¡Sin comerlo ni beberlo, soy algo así como su ilustrador oficial!», indica el dibujante valenciano. «Morriconazo» fue un trabajo en el que tuvo total libertad, sin indicación alguna por parte del sello o la banda. «Como el grupo ya no está en activo, surgió la idea de crearles identidades virtuales, en la línea de lo que hizo Jamie Hewlett para Gorillaz. En última instancia, sabía que al grupo le gustaba una gráfica sucia y un poco feísta, así que es por donde tiré».

Un predicador enjuto y malintencionado, un cuatrero mexicano fascinado por la muerte y un indio gigante sacado directamente de “Alguien voló sobre el nido del cuco”, se convirtieron en la proyección de los Comadreja Mambó de carne y hueso. «Oyendo las canciones, vi (o creí ver) un hilo conductor que me recordaba a «La noche del cazador», «El jinete pálido», «La biblia de neón» y  Faulkner. Un oeste trágico, con personajes atormentados y un trasfondo religioso muy particular y enfermizo. Al mismo tiempo, el discurso de la banda es muy jocoso e irónico, así que quise plasmar esa tensión en todas las imágenes. Con referentes de tan altos vuelos y un espacio tan reducido, no sé si he transmitido bien la idea, pero al menos me sirvieron como punto de partida, y en mi cabeza tiene sentido».

Ilustración: Carlos Cuesta Dolz (Litos).

Ilustración: Carlos Cuesta Dolz (Litos).

Una calavera con flequillo, como guiño al tema «Calaveras con pelo» de su debut, ocupa la portada de «Morriconazo». Grabado y mezclado por Santi García y masterizado por Víctor García en Ultramarinos Costa Brava, durante 2012, vuelve desde el más allá cuatro años después. Son siete canciones de ritmos sincopados y primitivos que conseguirían hacer crecer la hierba en el desierto si se lo propusieran. Hipnóticas letras, que a modo de mantra propulsan unas canciones nacidas para la danza post-tribal, se combinan con otras que cuentan historias que bien podrían haberse rodado en el Desierto de Tabernas. Huelen a hardcore musculado, pero también a arrogante rock and roll al que nadie se atrevería a toserle. Comadreja Mambo son como una versión esquizoide de Morricone, directos y crudos, oscuros y liberadores, que lo mismo gritan «Esa tumba lleva tu nombre» que «Visca la Mare de Déu dels Desamparats».