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Dos músicos de experimentada trayectoria: Carlos Carrasco y Àlvar Carpi. Un proyecto conjunto: Musicografías. Un objetivo: Emocionar a la gente, hacerla partícipe de un viaje a través de las sensaciones y las melodías.

¿Qué es «Musicografías»?
Carlos Carrasco- La idea es transmitir con la música imágenes, escenarios, lugares, emociones… que permitan al que escucha montarse su propia película, y navegar juntos.

¿Cómo surge el proyecto?
Carlos- Los instrumentales han sido siempre el principal motor de mi trayectoria musical. Con ellos me siento muy libre porque no necesito utilizar palabras para expresar lo que llevo dentro, pero necesitaba un cómplice para que aquello se convirtiera en un diálogo, en un espectáculo. La elección de Àlvar Carpi no fue casual. Nos conocemos bien y me gusta su modo de tocar, aunque lo mejor de él es su capacidad de meterse en la piel del otro, de coger tu trabajo y hacerlo suyo con naturalidad.

Da la sensación que es un espectáculo en el que se produce un diálogo entre vuestras guitarras. Pero como en cualquier conversación, ¿también hay lugar para la improvisación?
Carlos- Si, claro. Trabajamos sobre una estructura cerrada en la que cabe la improvisación. La norma es que yo defino las bases rítmica y melódica, y Àlvar juega con ellas con sus solos. Este cambio de rol me encanta, que él interprete la voz principal de mis canciones mientras mi guitarra va de gregaria.

¿Qué otros instrumentos participan en el concierto?
Carlos- Hay armónica diatónica, al estilo cantautor, que nos permite introducir notas largas, imposibles de tocar con las guitarras. Àlvar utiliza, para hacer percusión, escobillas y tambien el e-bow, un electroimán de los años 50 que hace vibrar las cuerdas como un sintetizador primitivo. Es una caña.

¿Qué porcentaje hay de técnica y cuanto de pasión en «Musicografías»? ¿Qué importancia creéis que tienen ambas a la hora de hacer música?
Carlos- Gran pregunta. Sobre todo pasión, de técnica andamos justos, aunque ámbos coincidimos en que lo esencial es llegar a emocionar. Con la experiencia nos hemos dado cuenta que ése, es el mejor camino para llegar al público, lo justo y en su sitio. Como aquel escritor francés que, al contestar una carta de una amiga, le dice: «Disculpa mi respuesta tan larga, pero es que no he tenido tiempo…».

¿Alguna vez ha participado un tercer músico (o una voz) en el espectáculo? ¿Quién os gustaría que se os uniera?
Carlos- En algunos conciertos especiales canto un par de canciones, pero sería genial un contrabajo y un teclado para redondear la propuesta. Lucho Aguilar y Julio Serrano serían mis candidatos, sin dudarlo.

¿»Musicografías» se convertirá en un disco alguna vez o es una experiencia 100% de directo?
Carlos- Tenemos pensado rodar el espectáculo un poco más y grabarlo en directo en mi estudio. La idea es hacer un álbum doble con «Musicografías» y mi nuevo disco de canciones «Mal del Sur». Tendrá dos portadas y un libreto desplegable en buen papel para que se pueda enmarcar en un cuadro.

Después de tantos años haciendo música, ¿qué es lo que os lleva a seguir tocando con tanta ilusión?
Carlos- Pasarlo bien. La música es un lenitivo, una cosa que te hace bien. Cuando transmites eso se abren las puertas del cielo por un ratito. Además, tocar te permite pintar el cuadro tantas veces como quieras, sin cansarte, porque cada vez lo inventas de nuevo.

¿Cómo ves la Valencia musical?
Carlos- Nuestra ciudad es muy creativa, pero muy individualista. Surge el genio pero no hay infraestructuras ni canales estables. Por otra parte la veo muy atomizada, con corralitos impermeables que interactúan poco. Casi nadie se mezcla, supongo que por prejuicios, ¡con lo enriquecedor que sería para todos salirse de los estilos y jugar.