Foto: David Tombilla.

Foto: David Tombilla.

Se acerca el fin de año y con él empezarán a brotar listas y más listas con lo mejor del curso. En Verlanga nunca las hacemos (por ahora), pero si la realidad fuera otra, «Modo eterno», el segundo disco de Cuello, ocuparía una de las primeras posiciones. Si con su debut, «Mi brazo que te sobre», nos sorprendieron por su punk-rock falto de prejuicios, subterráneamente melódico y copado de himnos para gritar brazo en alto, con su continuación mejoraron la receta rompiendo cualquier límite (hay, incluso, momentos pop) sonoro y estilístico. Un álbum tan rico merecía un tratamiento especial. Así que hemos pedido a diez músicos valencianos que lo diseccionen y este ha sido el resultado:

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1.- «Te Vas de Lado Siempre», por Retraseres.

Nos han pedido que comentemos una canción del último disco de Cuello, unos tipos que están empezando. Los conocemos un poco, de hecho les hemos otorgado el privilegio de telonearnos unas cuantas veces… «Te vas de lado siempre» es el tema que nos ocupa. ¡Menuda forma de abrir un disco! Toda una declaración de intenciones. La acelerada y nerviosa intro de batería y bajo, con las marcianadas guitarriles de Uba, dan paso a una tremenda espesor… Un temazo de Power Pop apunkarrado coronado por la característica voz chillona de Jose Guerrero (Te gusta o la odias. ¡A nosotros nos flipa!). Nada de las cadencias pseudo-joteras del primer Lp (ojo, que también nos flipa…). Mala hostia y personalidad para dar y vender. ¡Tremebundo!

2.- «Cara de Hombre», por Césped de Verdad.

¿Tags? Rock. Sencillez original. Alegre potencia. Quiero ser quien más te use y dejarte después. Experiencias de la vida escritas y cantadas en tono sardónico acompañadas por una música que es de toda la vida, como la misma vida de la que habla y enigmáticamente nueva, como las experiencias de aprendizaje a las que Cuello canta. Canalizado todo en un torrente compacto de música que tiene la virtud de poder hacerte bailar con energía o de hacerte sentir la energía con agrado, en soledad y en silencio. Concentrándote en el no-baile que llevamos dentro. Hipnótica melodía de guitarra tras el bloque que va tomando presencia sin que nos demos cuenta, con la finalidad de catapultar a la voz hasta el controlado orgasmo conclusivo. La fortuna de tu propio azar, az-Ah-ah-ahs y la-la-las de siempre como nunca se han hecho y como con recochineo. Títere de la fortuna. Usar, aceptar, azar.

3.- «Campeón», por Euro-Trash Girl.

Nueva e impactante pieza de Punk Rock Surrealista y Delirante. Con ecos de los mejores Pixies, Superchunk, Jawbreaker, Flop, Wedding Present… José Guerrero & Co, de nuevo, aciertan a dar en el centro de la diana con este tema de su nuevo disco “Modo Eterno”, sonando con personalidad propia y desbordando actitud a raudales. Destacar además la producción sonora a cargo de Pablo Peiró (compañero de José en Betunizer) que está a la altura de la composición tomando prestado ese sonido crudo y áspero que tan conocido hizo a Steve Albini en los 90’s.

4.- «La Palabra Es Clave», por Mr. Perfumme.

Lo primero que quería decir es que la letra no se entiende muy guay, pero hay una parte que creo que dicen: Escríbemelo, escribe melón, bien. Escríbemelo, escribe melón, bien. No sé si dice eso, pero me parece una cosa muy molona. Como una especie de reprimenda: Escribe melón bien, coño. Haz una jodida cosa tan sencilla como esa bien. Un enfado muy bien cogido. Además, está muy bien que sea con una palabra sencilla, no te están pidiendo que escribas, que sé yo, alféizar. No es una bravuconada. No se trata de ver quién la tiene más grande. Eso me gusta mucho. Me parece justo. Lo oyes y dices: Joder, Cuello es un grupo justo. Esta gente entiende de justicia. No se dejan llevar por los sentimentalismos. Ese tipo de cosas denotan nobleza. Escuchas la canción y dices: Cuello son justos. Tocan todo ese ruidaco para parecer que no, pero se delatan. Yo creo que la canción va de eso. De que son peña que no atiende a su corazón, de que son implacables. Los Cuello ahí todo locos con los ojos tapados con un paño y una balanza en sus manos. Míralos, interpérritos ante las debilidades humanas. Siendo justos, joder. De eso creo yo que va la canción. Pero igual no va de eso.

5.- «Tren de Poder», por Acapvlco.

La canción es como tirarse de plancha a una piscina helada y ¡romper la superficie!

6.- «San Balón», por Jonathan Cremades (Siesta!).

El bajo y el groove de esta canción es exactamente el mismo que el de Led Zeppelin en «Immigrant Song». Yo he compartido proyectos con Nick, especialmente Tucán, y es una persona que siempre se le ha dado muy bien utilizar influencias y sonidos ajenos para doblegarlos a su voluntad y generar otras propuestas. Yo mismo hago mucho también eso, y en general creo que en el mundo de arte existe una necesaria «intertextualidad» en la cual toda creación está unida a otras en una gran red de sonidos, palabras, texturas, colores etc… Pero ese riff es de Led Zeppelin.

Dicho esto, la canción enseguida cabalga por otros derroteros. Los detalles a la guitarra de Ubaldo, (ese maravilloso sonidito agudo en las estrofas) y la apisonadora de Oscar a la batería ya le imprime un carácter a este tema que sumado a la peculiar forma de cantar de Jose y sus guitarras sucias y ruidosas, definen perfectamente la propuesta de Cuello: Una estampida de animales corriendo cuesta abajo. Su música transmite una incontinencia sonora que se agradece. De repente en el minuto 2’17 el tema cambia de tercio, ritmo y melodía, con una tonadilla pop bien chula, que alarga la voz de Jose hasta que vuelven a soltar cuesta abajo a todos esos animales desbocados. Un temazo, sí señor.

7.- «Aceite Rebajado», por El Ser Humano.

El segundo disco de Cuello tiene una peca en la frente. Me gustan estas impurezas. Es la canción que en la primera escucha más me sorprendió en el contexto del disco y, además, es la número 7. Las canciones número 7 suelen ser mis favoritas.

La voz de Jose Guerrero tiene tanta personalidad y fuerza que ni la hermosa melodía le lleva a desentonar entre el Cuello habitual. ¿Quién no querría contar en su repertorio con una canción magistralmente suspendida entre la potencia, el irrealismo y el primer café con leche de la mañana? No seré yo.

8.- «Ábreme el Almacén», por Carolina Otero.

Abre la canción el pegadizo riff que la vertebrará hasta bien avanzado el minuto 2. La voz entra pronto, aún sin la base rítmica, para dirigirnos, tal vez, por los pasillos de un mundo onírico, aunque podría tratarse simplemente de una referencia privada del letrista a un espacio cotidiano que se le escapa al oyente (es cierto que letras y títulos cuellísticos suelen ser juguetes de halo dadaísta). El propio epígrafe se va repitiendo, anunciando el estribillo en el que se dice (a veces nos cuesta entender el texto) que el “yo lírico” camina por el interior con agrado y premura (“no me queda tiempo”); se trata del tópico del tempus fugit pero sin florituras barrocas. Este octavo corte se nos antoja un tema pop rock que se deja escuchar; enérgico, sencillo y con recursos sonoros y textuales basados en la repetición (en ocasiones echamos en falta un cambio melódico). Todo, en la línea de ruido y crudismo en que batallan Cuello, con el acompañamiento de punteos bizarros y algún viraje rítmico. “El Almacén” se cierra con una caída de tempo y un acorde dejado sonar antes de salir.

9.- «Hunde Mis Cárceles», por Carmona (Teletexto).

Del hundimiento a la materia del brillo, la potencia con demasiada fuerza y el detalle de afiladas letras que te hacen indagar desde lo personal a lo que te quieras imaginar. Desde la intro con puntero y apuntador, la primera parte ya te incita al cambio, al deseo de la siguiente, y en la estructura convencional nos balancea. El vaivén precedente, la crecida hacia el torbellino con el que un descenso al Maelström va estrechando sus paredes de celda y tornado hasta caer en la magia y la maravilla de un poco de ruido destartalado.

10.- «Tu Fuego de Luces», por Xavi Blesa (El Trineu Tanoka).

Cuello encaja a la perfección en la definición del sonido rock más elegante, que poco a poco, va diseñando como marca reconocible la ciudad de Valencia. La sombra de La Habitación Roja sigue siendo muy alargada, aunque Cuello recupera algo del espíritu más hardcore a partir de la segunda mitad del tema, como no podía ser de otra manera, dada la procedencia de algunos de sus miembros, con algunos ex-Zanussi entre sus filas. Rock de guitarras afiladas que, en el caso del tema que nos ocupa, se mueven a las mil maravillas entre los ritmos más bailables iniciales, y los devaneos progresivos posteriores, donde las baterías se sueltan y la cosa se va poniendo interesante. Se supone que ninguna banda se guarda para el tema final de su disco los mejores estribillos, las mejores melodías, así que el tema no es un single en potencia, ni mucho menos, no es una canción que enamore a la primera escucha, pero sí que deja constancia de la actitud de una banda a la que le sobra clase y calidad tanto en su pericia instrumental como en la coherencia de su propuesta. En mi caso, no tardaré en hacerme con una copia del disco completo, y ya de paso aprovechar  la oportunidad de disfrutar de su directo, que seguro que será intenso y emocionante a partes iguales.