Cisco Fran tiene dos pasiones declaradas: Bob Dylan y Nueva York. En 2008, editó con su grupo, La Gran Esperanza Blanca, el disco “Dylanita”, en el que se recreaban algunas de las canciones del cantautor de Minnesota. Ahora acaba de editar «Barbería» (Kaw-Liga Books), un libro de relatos llenos de personajes e historias altamente adictivos, con un ritmo endiablado, sabor clásico y mucha literatura en sus páginas.
Todas las historias de «Barbería» se desarrollan en Nueva York. Háblanos de tu relación con la ciudad.
Nueva York es la ciudad en la que debería haber nacido si no lo hubiera hecho en Valencia. Para mí es la ciudad que colma cualquier expectativa. La amo. Me gusta todo, hasta lo que es desagradable de ella. Mi mujer estuvo dos años viviendo allí, entonces aún éramos novios, y eso me permitió viajar con cierta frecuencia, además luego hemos vuelto muchas veces. Mi salud requiere que vaya una vez al año, pero claro éso no siempre es posible.
¿Alguno de esos relatos surgió estando allí o fue una inspiración posterior?
Todos los relatos fueron escritos en Valencia, pero se forjaron en las distintas visitas y estancias. He intentado ser lo más fiel a mi memoria, aunque es posible que algunos de los lugares ya hayan desaparecido. Sin embargo, otros muchos seguirán allí.
Un estilo 100 % clásico americano, que de alguna manera es el que pedían los cuentos, pero algo alejado de tu manera de escribir letras de canciones que suelen tener un tono, digamos, más épico. ¿Es intencionada esa dualidad? ¿Te cuesta mantenerla?
No me cuesta nada escribir como lo hago. Me resulta natural. Creo que es fruto de las lecturas y de las vivencias de cada uno. En las canciones intento ser algo más poético. En los relatos puedo ser más crudo. De hecho, la crudeza es la verdadera poesía encerrada en muchos de ellos.
¿Qué escritores tuviste presentes (para bien y para mal) durante la elaboración del libro?
Soy consciente de que mi estilo no es nada original y que cualquiera encontraría similitudes con grandes o no tan grandes autores, pero no los tuve presente al escribir. Mi proceso es muy espontáneo, pero estoy influido por mucho de lo que he leído a lo largo del tiempo, lo cual debe aflorar, aunque yo no lo pretenda.
¿Son relatos que ya tenias escritos y has compilado para la ocasión o los has escrito adrede, o una mezcla de ambos?
Me propuse documentar mis recuerdos en forma de relatos de ficción y planeé hacerlo como un volumen de distintos relatos neoyorquinos. La escritura de los mismos va desde 2002 hasta 2007, pero todos tenían un mismo destino: “Barbería”.
Hay dos temas que parecen vertebrar todo el libro, por un lado el amor (en todas sus vertientes: amor, desamor, amor platónico, amor imposible, amor no correspondido, amor con sexo,…) y el otro el béisbol. Ambos aparecen en casi todos los cuentos.
Ja, ja… quizá debiera haber titulado el libro: “Amor y Béisbol” o “Amor al béisbol”. Me gusta escribir sobre ambas cosas. El amor está en todo lo que vivo y el béisbol es una de las aficiones que tengo. Ver a los Yankees en el Bronx siempre me ha hecho feliz, así que su presencia no me parecía fuera de lugar.
También pareces fascinado por las rutinas de la gente cuando hace todos los días un mismo recorrido y encuentra las mismas caras y negocios. ¿Esa fascinación es por las posibilidades literarias que ofrece o porque en tu día a día disfrutas con ellas?
La contemplación de las rutinas es lo que da la verdadera dimensión de lo que es la vida. Un gran paseo a oscuras con dos o tres fogonazos deslumbrantes.
En algunos cuentos parece que hay una reivindicación de la soledad como posibilidad de felicidad confortable, frente a esa visión triste y desolada de la que muchos escritores abusan.
Dicen “Mejor solo que mal acompañado” ¿no? Quizá vaya por ahí. Lo que no quisiera ser nunca es un escritor quejica respecto a la condición del ser humano. Estamos solos. Eso lo tengo muy claro. Así que por mucha gente que te rodee más te vale tenerlo presente sea lo que sea que te propongas.
¿Que parte de ficción pura y de realidad hay en los cuentos? Se intuyen algunas anécdotas personales (el encuentro paseando con Alfredo Kraus, por ejemplo) a las que les has dado la vuelta y te han servido de material literario.
Así es. Hay muchísimo de mis vivencias personales, aunque las historias son ficción al 90%. He utilizado mis experiencias y las he ido reubicando y retorciendo para darles un tono literario. Es cierto que nos topamos dos veces con Alfredo Kraus y la conversación fue tal y cómo aparece en el relato.
Sólo te has permitido una licencia local, con la comparación de un personaje con Betty Missiego, ¿te costó mucho reprimirte o lo tenías claro?
Bueno, no tan local. La población hispana en la ciudad es inmensa y Betty Missiego es una cantante de origen hispano, así que me pareció correcto incluirla. Aparte de éso, el personaje (real) era clavadito a la Missiego. Además una vez tuve una visión televisiva que podría adquirir rango de alucinación. Cuando en España ya nadie recordaba qué cara tenía Miguel Gallardo, yo lo vi en un canal hispano de Nueva York triunfando a lo grande. Así que Betty Missiego ¡mola!
Hay un cuento en el que describes un tertulia literaria bastante peculiar. ¿Hay que leerlo sólo en clave literaria o hay detrás una crítica soterrada a hipsters, snobs y charlatanes disfrazados de intelectuales?
Claramente es una crítica.
¿Formarías parte de una tertulia así?
No creo que nunca pudiera pertenecer a una tertulia literaria que me admitiera como miembro (parafraseando a Marx, Groucho Marx). Soy poco academicista en el tema de la escritura. Prefiero lo espontáneo, no me gusta categorizar, me gusta leeer y que alguien que ha leído algo bueno me lo recomiende, pero una tertulia literaria queda muy lejos de lo que yo entiendo por diversión.
Paul Auster, Dorothy Parker, Jack Kerouac, Martin Scorsese … van apareciendo, de una u otra manera en «Barbería». Homenajes a autores que te gustan. ¿Te has dejado alguno fuera que te hubiera gustado incluir?
Dylan, ja, ja…. Muchos, Richard Ford, Sam Shepard, Tobias Wolf, Ian McEwan, Raymond Carver, y podría seguir…
Aunque ocurre en contadas ocasiones, recuperas algún personaje en varios cuentos (Montana) e incluso alguna situación. ¿Te interesa como escritor esa posibilidad?
Me cuesta alargar la vida de los personajes. Lo ideal sería que murieran en el propio relato, pero Montana era muy sexual y, sinceramente, era divertido imaginársela haciendo todas esas actividades lúdico-festivas, así que no la maté. Más allá de Montana, no me veo como un escritor de novelas, así que no creo que sea capaz de alargar mucho las tribulaciones de los personajes.
En el último relato,al protagonista se le aparece el fantasma de Poe. Si pudieras elegir que se te apareciese el fantasma de algún músico, ¿cuál elegirías?
Robert Johnson.
¿La portada es un homenaje a Anagrama o un diseño que os gustó?
Es un homenaje (espero que no me demanden, ja, ja…). Muchos de mis autores preferidos son editados en España por Anagrama y, para qué vamos a engañarnos un sueño húmedo mío es que me publiquen en su colección de Compactos, así que decidí que se pareciera un poquito a esa colección. Ojo, se parece pero no es idéntico el diseño.
El libro te lo has autoeditado bajo el sello Kaw-Liga Books. ¿Te planteas editar a otros autores?
Pues ahora mismo no lo sé. Quizá sí, quizá no. Lo que está claro es que mi siguiente libro “Enfermedades Raras” de no ser editado por Anagrama (ja, ja…) lo será por Kaw-Liga Books.