Decir que Ángel Petisme es cantautor sería de un reduccionismo absurdo. Cierto es que compone sus propias canciones, pero hay detalles que lo alejan del estereotipo que suele ir ligado a estos autores. Petisme siempre ha reconocido que formó su primer grupo inspirado por The Residents o Durruti Column. Ha colaborado en grabaciones de Jackson Browne, Luis Eduardo Aute, Paco Rabal, Ángela Molina, o Antón Reixa. Acaba de publicar su nuevo disco, “El ministerio de la felicidad”.
Tienes disco nuevo, ¿satisfecho con el resultado o cuándo lo oyes no puedes evitar pensar en cosas que hubieras cambiado? ¿Te cuesta mucho dar por cerrada una canción o un álbum?
No, de este disco no cambiaría nada. Y es la primera vez que tengo esta sensación. Se ha cocido a fuego lento desde la preproducción hasta el mastering. Estuvimos cuatro meses con él, todas las decisiones, arreglos, el sonido, el concepto,la voz fueron muy madurados y consensuados. He tenido la suerte de trabajar con dos grandes músicos y buenos amigos con los que he tocado desde los 90 y ahora andan en la banda de Loquillo. Josu García, productor y guitarrista y Santi Comet de productor asociado y teclista. Además hemos contado con las baterías de José “Niño” Bruno y los bajos y contrabajos de Laura Gómez Palma. El ambiente ha sido fantástico, divertido y muy enriquecedor. También es cierto que todas las canciones son hijas de su tiempo, polaroids del momento y que pasado éste admiten tantos ropajes.
Es un disco, en el que a pesar de que hay cierta dureza, da la sensación de que exhala cierto aire optimista (no solo ya desde su título, toda una declaración de lo que debería ser la política) o al menos confianza (o esperanza) en que las cosas van a cambiar.
Quiero pensar que uno hace las cosas para construir y mirar hacia adelante. Me gusta que mis canciones sean útiles, luminosas, que aporten un hilo de esperanza al caos, al miedo y al sálvese quien pueda circundantes. Hay temas más melancólicos o incluso desoladores pero el equilibrio y el clima general tienden a huir de las sombras y pensar que nadie nos va a sacar de ésta más que nosotros mismos bien armados de inteligencia, paciencia, humor y mucha belleza.
¿Qué parte de «culpa» tiene en ello tu reciente paternidad (presente, además en 2 canciones)?
Asumir la responsabilidad de adoptar a una hija cuando te van a caer cincuenta tacos ha sido duro y valiente (me dicen los amigos) pero gratificante. Cuando ya nada esperaba de la vida y en cierto modo estaba acomodado, tranquilo, dejándome llevar…todo ha cambiado. En cierto modo se resume en el estribillo de “Mensaje al futuro”, una de las canciones: “Porque si cuidas de la vida, la vida cuidará de ti”. Ahora toca cuidarse un poco más, jugar con mi hija, pasear, enseñarle el mundo, priorizar la plusvalía del amor, acompañarla y contagiarle con el ejemplo valores que no son bursátiles.
No solo tu experiencia personal está reflejada en el disco, sino acontecimientos actuales como los desahucios (con ese inicio realmente impactante de «Virgen de los peligros») o la penosa gestión de las clases gobernantes («Además nos votareis») también. ¿Son temas que acuden a ti o eres tú el que buscas inspiración entre la actualidad?
Desgraciadamente la realidad se encarga de invadirte aunque te encierres bajo siete candados. Yo no puedo permanecer inmune al dolor de unos y la mezquindad y miseria moral de los otros, los que miran hacia otro lado.Por mucho que intente mantenerme al margen y escribir solo canciones de amor y sexo, al final el maldito “ébola” entra en ti.
En la referida «Además nos votareis», participan El Drogas y Kutxi Romero, ¿cómo surgieron esas colaboraciones?
Coincidí hace dos o tres años en Radio 3 con El Drogas y fue cuando me dijo que le gustaba mucho mi poesía porque Kutxi Romero le había pasado libros míos. Así que de ahí surgió la amistad y cuando llegó la hora de grabar esa canción pensé que invitar a dos rockeros urbanos al disco de un “cantautor” podía ser divertido para romper etiquetas. Ellos aceptaron sin escuchar el tema y prometieron destrozármelo. Cosa que han hecho son muy buen gusto.
El álbum solo se puede comprar vía web o en algunas librerías, ¿por qué prescindes de las tiendas de discos?
Bueno, en 85 librerías de todo el Estado, inclusive las islas. No quedan ya tantas tiendas de discos. La apuesta era bien clara: soy un escritor, así que mi sitio natural son las librerías. En las grandes superficies se preocupan por vender discos de Paquirrín JR o lo exitoso. La experiencia no está yendo tan mal pues llevo vendidos muchos más discos en librerías de los que me declaraban cuando vendía en tiendas.
Este año, también, has editado dos libros, «Fast food for freaks» y «El lujo de la tristeza». Háblanos un poco de ambos y explícanos si guardan alguna relación (complementaria o no) con «El ministerio de la felicidad».
“Fast food for freaks” son aforismos, apuntes, género breve, ameno y con chispa de humor y pensamiento relámpago. Decidí que saliese a la par que el disco para que el librero purista no se sintiese raro y en la preventa se vendieron juntos a un precio de 12 € y fue una pasada. Ahora ya se ha agotado y no quiero que haya segunda edición.
“El lujo de la tristeza” ha venido después.Es un poemario mucho más reposado, escrito a lo largo de 7 años, con textos sobre el amor y el duelo. En cierto modo es un estudio casi clínico y lírico sobre todas las fases del amor. Se cumplen 30 años desde que publiqué mi primer libro “Cosmética y terror” y me pareció una idea bonita y romántica publicarlo con la misma editorial aragonesa que apostó por mí en su momento: Olifante.
Imagino que tienen mucha relación pues han salido de la misma cabecita, tantos esos textos como las canciones. De hecho en “Fast food” hay versos que podrían ser el comienzo de cualquiera de las canciones de “Ministerio”.
Hablando de poemas y canciones, la pregunta es obligada: Cuando estás escribiendo, ¿cómo sabes si ese texto acabará siendo un poema o una canción?
Supongo que ya es una cuestión de oficio pues llevo 31 años en la música y 30 en la escritura pero desde el primer momento sé cuando me siento a escribir poesía o canción. En la canción manda un poco más la métrica, el ritmo, la rima. En poesía no hay ninguna atadura. Además suelo escribir las letras de las canciones después de componer la música, precisamente por la facilidad que tengo para escribir letras y encajar las palabras en el ritmo. Cosas de mi abuela que me recitaba romances siendo niño en Aragón.
¿Qué conoces de la escena musical de Valencia?
Conozco bastante porque sigo manteniendo amistad con dos personas que fueron mánagers míos: José Manuel Fabra de Vertical y José Antonio Comandant de Comboi Records. También admiro y tengo muy buena relación con Julio Bustamante y con Remigi Palmero con el que participé en un disco de homenaje a Jackson Browne.