Con A silent language, Megaphone Ou La Mort continúa y expande el camino abierto por su ópera prima Camarade Coma (2008). Canciones musculosas (por ejecución y actitud) que alternan el inglés y el francés y tan pronto destilan aromas psicodélicos como se decantan por propuestas más melódicas. Inclasificables, pero comprometidos con su público. El punk no tiene nada que ver con las crestas.
4 años entre disco y disco, ¿por qué?
John- 4 años de indecisión, de penuria económica y de replanteamientos diversos… Un buen título para la entrevista, ¿no te parece?
Diego- Es de sobra conocida la situación de la música independiente en los años que corren, lo difícil que es llevar adelante un proyecto como el de Megaphone. Tras la salida de nuestro primer disco a finales del 2008 y la posterior gira pensábamos que nos sería más fácil volver a grabar, encontrar un sello para la edición del segundo disco, pero no fue así. Tuvimos que replantear la situación e ir haciendo la grabación por nuestra cuenta. Empezamos en 2011 y fuimos haciéndola por etapas en la medida de las posibilidades que teníamos, o sea que para entonces ya estaban compuestas las canciones del disco.
A Silent Language primero fue una autoedición y luego el sello belga VGB se hizo cargo de la misma, ¿cómo surgió esa posibilidad?
D- Bueno, como te decía el disco ya estaba grabado y la gente de VGB se intereso por el proyecto, les gusto mucho y decidieron apostar por nosotros. Estoy muy contento de que este disco vea la luz de forma física. Estoy muy agradecido al respecto.
J- Last night, VGB saved my life!
Repetís colaboración con José Luis Macías. ¿Qué le proporciona a Megaphone Ou La Mort?
J- Nos proporciona su experiencia y una capacidad para ordenar el hormigueo de ideas que podemos tener a la hora de grabar. Y es siempre un placer tomar un vino con él.
D- Sí, habíamos trabajado con él en Camarade Coma; nos conoce muy bien, sabe de sobra cuáles son nuestras virtudes y también aprovecharlas al máximo, sentimos mucho respeto por él y por su trabajo.
Repasando la autoría de las canciones del disco llegamos a la conclusión de que sois una democracia compositiva. Hay temas de un miembro, otros de dos, otros de tres e incluso uno firmado por todo el grupo. ¿Cómo lleváis a cabo esa labor? ¿Surge en el local de ensayo?
D- En verdad, si lo miras bien, la dupla compositiva más fuerte que hay en la banda es la que compartimos John y yo, luego hay alguna canción surgida en el ensayo o en compañía de otro miembro de la banda. Pero en el sentido compositivo, claramente somos nosotros dos quienes construimos el edificio de las canciones, John en las letras y quien les habla en lo musical. Por otra parte no soy muy afecto a las democracias, prefiero una dictadura tipo jacobina (risas).
J- Ah! Estas virtudes que a mí tanto me gustan como la humildad y la discreción, pues un grupo de rock no es precisamente el tipo de agrupación donde las vas a encontrar…jejeje! Como te decía Diego, el núcleo compositivo, somos él y yo, el guitar hero porteño y el crooner camaleónico franco-inglés (muchas risas).
Estilísticamente hablando es un disco continuista con el primero, porque vuelve a ser imposible de clasificar. Podemos hablar de post-punk, de psicodelia, de chanson,… ¿Tiene algo que ver con vuestra colección de discos?
J- Gustos eclécticos tenemos, es cierto. Hay esta idea de búsqueda, de fusión de estilos en Megaphone Ou La Mort. No obstante, la singularidad, lo inclasificable se trabaja… Pero igual, confesarte que tengo una debilidad por el pop británico. Acabo de escuchar el nuevo single de Babyshambles, «Nothing Comes to Nothing», nada innovador pero un hit asegurado, y me ha molado, Doherty o el arte de desafinar con gracia.
D- Claro, tiene que ver con toda la música que hemos escuchado a lo largo de todos estos años, aunque es algo que no me interesa demasiado. Que el oyente nos catalogue como más le guste o lo crea conveniente respecto de su neurosis (risas). Con las canciones intentamos documentar la vida. Todas las personas pasamos por momentos intensos los cuales nos hacen cuestionarnos cosas. Cuando cojo la guitarra y comienzo a componer una canción intento llegar a ese punto. Si logro eso, es que ha salido una buena canción, da igual el estilo. Una buena canción siempre es un diálogo con algún fantasma, y yo quiero que esa conversación sea lo más fructífera y profunda posible en términos humanos y artísticos, en ese orden.
Sin embargo, respecto al disco anterior da la sensación que, ahora, estáis más furiosos, con más rabia. ¿Es sólo una sensación mía?
D- Sin duda nuestra necesidad de expresión está relacionada con el entorno, el artista libera su ideología y sus emociones con una intención de llamada a la conciencia de su oyente o espectador; o a veces simplemente pretendemos despertar en el espectador la sensibilidad hacia lo estético, delicado y puro existente en la naturaleza o en el ser humano. En ese sentido, el entorno era malo entonces y peor ahora, quizá de ahí tu sensación.
Pero cuando hablo de rabia, no me refiero a que subáis el volumen y atronéis con las guitarras, sino un rollo más lo que hacían, por ejemplo The Who. Una cuestión más de actitud.
D- Sí, ok, pero creo que el silencio también es parte de la música, de la melodía, y que hay que saber trabajarlo. A veces la rabia se expresa también con silencios. Desde siempre las bandas que mas me llamaron la atención en la historia de la música trabajaron con esta orientación, desde Velvet Underground hasta John Cage o Durutti Column. Ten en cuenta que nuestro disco se titula A silent language, no es casual esa denominación.
J- Puedes tener buenas canciones pero sin actitud, ¿A dónde vas? De Johnny Thunders a Peter Perrett, Daniel Darc, Chet Baker, Jeffrey Lee Pierce hasta Amy Winehouse, me interesan los artistas poseídos. Para mí, un disco de los más punk (y eso sin serlo) es el tercer disco de Leonard Cohen, Songs of Hate & Love (1971). Mira Cohen, pedazo de precursor, en el 1964, 13 años antes del año clave para el punk, saca un libro llamado Flores para Hitler, ¿Más punk que eso?
¿En qué os basáis para decidir si una letra será en inglés o francés?
J- La melodía y el ambiente de la canción. Momentos fugaces de inspiración, casi imperceptibles.
D- En lo que pretende expresar y también en su sonoridad. Jugamos con el lenguaje y con los sonidos, experimentamos mil versiones de un mismo tema hasta quedarnos con la “definitiva”.
Os ha quedado un disco muy combativo con la situación actual (y no hablo sólo políticamente). ¿Creéis que A silent language es un disco de su tiempo?
J- Como canto en The Unbeliever, «Modest means, life’s complexities» (medios modestos, las complejidades de la vida). La crisis abrió una hemorragia en muchos sectores, en él de la cultura abundante… Con el nombre que lleva nuestra banda y lo que puede llegar a simbolizar, el combate es un modo de ser como el autismo puede ser otro modo de ser pero ¡Ojo! no proponemos soluciones, ni damos lecciones, indicamos, sugerimos y punto. Es como lo que decía María Zambrano «la acción de preguntar supone la aparición de la conciencia». Mis letras son sensaciones, observaciones que a veces toman un giro de analisis social, casi clínica, pero sinceramente no tengo un perfil del oyente ideal, si bailan escuchando Propos Amorphes o Lutter, que sigan bailando. Una de mis metas, que sea con una frase, es lograr una cierta verdad, un cierto realismo, una evidencia como un chorro de semen. Creo en el minimalismo y la poderosa evidencia figurativa.
D- Absolutamente, si no lo es, no sirve. Así de taxativo soy.
Aunque es cierto que ese discurso combativo ya estaba presente en vuestro debut. Algo que por entonces (2008) no era tan fácil de escuchar.
J- Nunca fuimos una propuesta (tanto musical como textual) fácil para la terreta. En cuanto al discurso combativo, es solamente una parte del discurso, en una segunda lectura encontrarás poesía y humor, o eso creo… El primer disco era bastante depresivo, estaba en una fase bastante misántropa. Había dejado París por Gandía… Hay que tener un buen motivo para vivir en una gran ciudad, no tenía más motivos. Aunque la alienación urbana y la búsqueda de fe siguen siendo mi temas de predilección, el sea, sex & sun (en apariencia…) gandiense me abrió [sic] perspectivas. (risas) Con el primer disco, hice una sobredosis de Houellebecq y me había obsesionado de una manera no muy sana con 2 escritores: Jacques Rigaut y Louis Ferdinand Céline, y una frase suya: «La vida no es más que esta repugnante experiencia donde la personalidad se rompe». En A Silent Language, sin convertirme en Mahatma Gandhi, digamos que hay más luz, más esperanza y más paz pero la ira sigue muy presente.
D- Sí, así es, en ese sentido fuimos “proféticos” (risas), pero creo que en ese entonces ese sentimiento se encontraba más larvado mientras que ahora es manifiesto.
En este segundo disco os atrevéis con un spoken world. ¿Puede ser el principio para transitar por otras coordenadas como el hip hop, la música electrónica,…? ¿Tenéis algún límite o creéis que aún os queda mucho por investigar?
J- Embriagarse y dejar correr la inspiración. Trabajamos en total libertad entonces los únicos límites son técnicos tal vez. No hay ningún Yngwie Malmsteen, Billy Sheehan o Neal Peart en esta banda, tampoco soy Pavarotti pero lo que intentamos, lo que tenemos, con nuestras limitaciones pero con mucho sentimiento, vale oro.
D- Siempre hay que estar abierto a nuevos sonidos y a la experimentación. Para mí es una premisa, un norte, una orientación o camino a seguir.
En algunos ocasiones se os ha tachado de arties porque habláis en las entrevistas de libros, películas,… ¿habéis tenido la sensación de casi tener que pedir perdón por tener esas inquietudes?
J- Primero, aclarar que no se trata de name-dropping, de postura intelectual o no sé que… Todos los libros, las películas o los discos que he podido mencionar, son obras que tengo «registradas», asimiladas para ponerlo de una forma que me ayudaron incluso a ser la persona que soy hoy en día. Aprendí mucho leyendo entrevistas de Godard y de Morrissey, y no solamente sobre el cine y la música justamente. Creo que el artista se debe de divertir y transmitir, me veo un poco como un passeur, siguiendo la definición del crítico francés de cine, Serge Daney, que utilizaba esta palabra («passeur») para definir su labor. Se veía como guía de ayuda para el espectador para amar el cinema.
D- En todo caso habría que pedir perdón por no tenerlas. Todo eso es “influencia” en el mejor de los sentidos. Nadie es “tabula rasa”. Todos estamos y vivimos “influenciados”, positiva o negativamente. No creo en lo “espontáneo” o en las pseudo teorías de la “no influencia”. Esos purismos muchas veces me huelen a fascismo encubierto y autorreferencialidad mezquina, pequeño burguesa y a la vez patética.
¿Qué podéis contarnos del documental sobre el grupo?
J- Ferran Brooks, el director, se ha sumergido en nuestro «mundo» durante más de 3 años, on the road y backstage. El documental ofrecerá entre otras cosas, imágenes de nuestro paso por el Primavera Sound el año pasado. Al día de hoy, no tenemos fecha de estreno. Ferran es también responsable del espléndido arte de tapa de A Silent Language. Echen un vistazo al facebook del documental para más información.
D- Bueno, su director Ferran Brooks ha filmado conciertos, entrevistas, etc. y estamos muy ansiosos por ver el resultado.
¿En qué andáis metidos ahora?
D- La edición física de nuestro segundo disco A Silent Language que llegará a las tiendas entre julio/agosto y estará disponible en España / Bélgica / Francia, el estreno del videoclip de la canción Cowboys and Aliens allí editada y el estreno de un documental acerca de la banda antes de fin de año.
J- El verano 2013 será también un momento de reflexión para la banda. Canto y escribo por pasión y necesidad pero hay que reconocer que el camino del músico es tortuoso e ingrato…
Para acabar, una curiosidad, ¿cómo fue la experiencia de compartir escenario con The Undertones?
D- Muy buena. Tenemos mucho respeto por ellos y su trabajo y haber compartido escenario fue realmente un honor. De adolescente los escuchaba en mi Buenos Aires natal. En esa época acceder a sus discos y materiales y entablar relación con la gente que estaba en la misma “sintonía” que uno era toda una aventura, casi una épica, éramos muy pocos y nos conocíamos todos; de modo que hasta en lo “afectivo” fue importante esa experiencia, por lo menos en lo personal, casi como reencontrarme con aquel gamberro rebelde y curioso que alguna vez fui.
J- Es siempre agradable tocar en un escenario grande, y compartirlo con los Ramones irlandeses, pues deluxe.