En el punto exacto entre la epicidad y la melancolía, entre el rock de guitarras y la psicodelia emergente, entre la tristeza sónica y las luminosas melodías. Justo ahí se sitúan Lost River Bastards.
¿En qué momento se encuentran Lost River Bastards?
Rafael Vicente (Guitarra y voz).- Se podría decir que la banda aún está buscando su sonido o más bien su camino, pero dado el concepto de espontaneidad e improvisación que nos hemos marcado, o que más bien es el único que nos es viable de momento, vamos a intentar seguir creciendo con toda la ilusión que tenemos y lo que creemos en el proyecto.
¿Qué cambios o diferencias, musicalmente hablando, vamos a encontrar en «First II», el disco que acabáis de grabar, respecto a «First»?
Realmente perseguimos una continuidad, ya que las canciones fueron concebidas horas antes de entrar al estudio, salvo algunas ideas que ya traíamos a partir de las cuales ya podíamos trabajar, es por esto que el concepto es el mismo, pero implica a la vez que cada canción pueda ser completamente distinta de las anteriores.
Habitualmente los grupos llenan de etiquetas su bandcamp para hacer más explícita su música. Vosotros optasteis sólo por la palabra «rock». ¿Fue intencionado? ¿Desgana o toda una declaración de intenciones?
No me gusta decirlo, pero fue desgana, lo de las etiquetas es algo que sinceramente cansa y puede influenciar a la gente a la hora de formarse su propia opinión, pero está claro que por otra parte son necesarias para discriminar los estilos de música que no nos son atractivos.
¿Qué no encontrabais en vuestros otros grupos que os llevó a juntaros en Lost River Bastards?
Pregunta trampa (risas). Disfrutamos intensamente de nuestros otros proyectos y creemos que eso nos enriquece como músicos. Creo que entre los tres ahora mismo podemos estar colaborando en más de diez jaleos distintos. Lost River Bastards nació un poco de la conexión total que encontramos cuando nos ponemos a improvisar y de intentar plasmar esto en canciones.
Repetís con Carlos Ortigosa en la producción (compartida como en «First»), cuya figura está muy presente en muchas de las bandas nuevas de la ciudad. ¿Qué os aporta al grupo?
Pensamos en el productor como un miembro más a la hora de componer y arreglar los temas. Ya que en esta banda nada es impositivo, la otras opiniones pueden ser mucho más enriquecedoras para una canción. Y después, qué decir de Carlos, la mayoría de la banda llevamos más de cuatro años grabando todo con él y es como un hermano, con lo que también la confianza y complicidad es total, por no hablar de que es el número uno en lo que hace.
Vuestras canciones basculan entre ciertos tonos oscuros y la luminosidad de las melodías, lo que acaba confiriéndoles un matiz como muy elegante. ¿Buscabais esa dualidad? ¿Fue fácil integrarla en las canciones?
Nada es premeditado, dado a las influencias que tenemos inevitablemente acabamos tirando para estas sensaciones, y deben mantener un equilibrio, sino nosotros mismos perdemos la atención cuando las tocamos.
De igual manera, hay cierta querencia hacia la epicidad, pero muy bien controlada, más como un punto de partida para que explosione la canción que como estructura de la misma. ¿Os interesan las bandas que juegan así con sus melodías y que saben dotarlas de la dosis justa de melancolía?
Mucho, la dinámica en una parte vital de la composición, y poder llegar a estos puntos de manera natural es muy difícil. Las bandas que controlan esto y pueden transmitirlo son siempre muy impresionantes.
También hay ciertos atisbos psicodélicos, pero un poco tímidamente. ¿Están más presente en las nuevas canciones?
Pienso que sí, nos gustan esos pasajes que se desarrollan de manera psicodélica porque también dan un respiro a la canción, pero en «First II» va ha haber lugar también para mover un poco más el esqueleto (o el cuello).
¿Cómo veis la escena musical valenciana?
Hay muchísimas propuestas interesantes, somos grandes consumidores de música en directo, y teniendo tan buena materia prima es un poco incomprensible que no tengamos escena como puede haber en otras ciudades, pero creo que esto está cambiando, podemos encontrar una gran comunión entre nuevas bandas así como con medios, lo que hace que se creen eventos muy interesantes, solo falta que el público cambie un poco el chip y disfruten de esto que se les está ofreciendo en su ciudad y que algunas salas se bajen un poco de la moto.