Marcelo Criminal. Foto: María Caparrós.

El ciclo Conciertos desde la cama, organizado por @cero.en.conducta y el Centre del Carme Cultura Contemporània (CCCC), hace un guiño en su nombre al bedroom pop, esa reciente nomenclatura asignada al también conocido como nuevo pop que muchas veces ha nacido precisamente entre las paredes de las habitaciones de sus integrantes. Como toda escena, esta también creció, salió y se multiplicó. El mejor ejemplo de ello es el triple concierto de Cabiria, Marcelo Criminal y Perdón, este sábado, 29 de enero, en el Claustro del Centre del Carme, a partir de las 20h y gratis (previa reserva aquí).

Canciones pop que están explicando los tiempos que vivimos como poco lo hacen otros estilos. El desencanto generacional, la precariedad, el inconformismo, el amor y el desamor, cierto costumbrismo identitario, mucha ironía. Sin necesidad de ruido ensordecedor, con fantásticas melodías y letras que retratan la/su realidad con concisión y sin complejos ni ejercicios literarios ampulosos.

Detrás de Cabiria está Eva Valero. El año pasado editó el estimulante disco Ciudad de las dos lunas, en el que se daba un baño de italo disco que huía del bucle sonoro, envuelto en una vaporosa producción. Cuatro años después del que fue su primer álbum largo, el hipnotizante C’est Lindy On, tomaba impulso desde aquel synth pop para apostar por la pista de baile e hizo pleno.

Marcelo Criminal es el murciano Marcelo García. Cantautor lofi, que solo necesita una guitarra o un teclado para escribir estupendas canciones pop desde su habitación. Letras costumbristas que hablan de su cotidianeidad, de sus amigos, de su barrio, de centros comerciales, del chino, del agua Solán de Cabras, de los parques, de Mercadona y sobre todo del amor, sin postureo ni filtros de instagram. Entre el orgullo periférico de Primogénito López y la humildad de Daniel Johnston, igual hace un cover de Mari Trini que uno de Taylor Swift.

Lo de Perdón es como una dulce picadura. Los primeros compases de sus temas no dejan escapar. Pop puro y duro, sin ningún aditamento. Quitar es sumar y como en el punk una buena y chispeante melodía es más de media canción. El trío murciano se mueve entre la tranquilidad acústica de Tronco y la efervescencia de Los Fresones Rebeldes. En su instagram dicen que hacen «música tristona con ritmitos chachis». Hace años se le llamó (despectivamente por esa «gran corriente de autenticidad» que envuelve al rock and roll y géneros satélites) tontipop. El tiempo no se cansa de demostrar que los tontos era ellos.