Júlia. Foto: Jordi Arques.

«Tots els somnis ràpids que tinc s’estiren salvatges (…) tots els somnis ràpids s’estiren fins muntanyes», cantaban Júlia en la última canción de su primer disco «Nuvolàstic» (Malatesta, 2015). Como si anticiparan lo que llegaría con su segundo álbum, «Pròxima B» (Malatesta – Hidden Track), ocho canciones que invitan a la expansión espacial, pero con un punto de retorno cercano. Podemos hablar de dreampop o podemos hablar de un trabajo redondo,
lleno de matices, con mayor presencia electrónica y que se atreve a hacer bailar a la gente.

Cuando se abría «Nuvolàstic» caía confeti de dentro. ¿Qué sorpresa hay en «Pròxima B?»

Eso del confeti os ha marcado, ¿eh? ¡Nos encanta! Esta vez habíamos pensado en poner dentro purpurina negra a modo de polvo de estrellas, pero al mismo tiempo éramos conscientes de que nos podíamos ganar más enemigos que amigos… Así es que hemos decidido dejar estas sorpresas interiores para centrarnos en las exteriores.

«Pròxima B» es un disco más íntimo, más personal, pero al mismo tiempo tremendamente expansivo. ¿Cómo habéis conseguido ambas cosas a la vez?

Sí, es cierto, las letras de «Pròxima B» hilvanan un entorno más subjetivo, de proximidad a las emociones humanas más básicas. A diferencia de «Nuvolàstic», muchas de las letras que ahora presentamos se anclan en tierra firme, no sueñan entre nubes, idealizando emociones antiguas que rozaban la inocencia como pasaba en el disco anterior. En «Pròxima B» el impulso narrativo es más directo. Rugen todo un elenco de sentimientos agridulces. Es por eso que quizá resulta, como dices, más expansivo y efervescente. El envoltorio sigue siendo místico y espacial, pero a poco que lo escuchas te das cuenta de que es todo mucho más carnal y físico.

Resulta un álbum más compacto que el anterior, más meditado, en el que todo parece fluir en una misma dirección y por un motivo.

Nos encanta que nos digas esto porque a veces tenemos la sensación de dispersarnos un poco en nuestras intenciones. La dirección y las ideas las tuvimos claras desde el principio, desde el momento que escogimos a Carasueño como productor de hecho, eso ya tenía una intención muy clara. Todos estos años nos han servido para moldear el sonido que necesitábamos experimentar e interiorizar. Además no es una sensación nueva puesto que todos estos sonidos ya estaban muy presentes en los inicios de Júlia con la maqueta «El Mecanoscrit». Hemos dado un pequeño rodeo, nos hemos alimentado por el camino y nos volvemos a situar en la misma órbita en la que empezamos.

Los sonidos electrónicos han ganado en presencia, también parece que no tengáis miedo alguno a experimentar. Ambas cosas ya se podían atisbar en algunos directos vuestros. ¿Todos estos cambios los vivís como una lógica evolución del grupo?

No sabemos si es exactamente una evolución lógica pero lo que sí que hemos percibido es que ha sido como volver a los orígenes, como comentábamos, pero sumando el bagaje y la madurez que hemos adquirido en este tiempo. Eso sí, ha habido cambios de formación y al final nos hemos recogido en el núcleo original del proyecto. Somos especialistas en complicar las cosas, pero en este caso lo sencillo ha resultado ser lo más poderoso.

Estela canta mejor que nunca y la voz acaba siendo el motor de muchas canciones, como si condujera por donde quiere las melodías o cambios de ritmo. ¿Se ha trabajado este aspecto especialmente? ¿En qué creéis que ha cambiado respecto al primer disco?

Es cierto que la voz de Estela sigue siendo fundamental, quizá es el elemento que más identifica a Júlia con una simple escucha. Era importante que en este «Pròxima B» siguiera siendo central porque es como un seguro. La voz parece que lo que ha hecho ha sido acompañar estas nuevas sonoridades. De hecho en cada canción adopta una actitud diferente. Tenemos la explosión de «Menta» que estrenáis aquí, y tenemos una versión más íntima pero desgarradora en temas como «No t’ho mereixes» o «Pròxima B», que escucharéis en breve. Cuando acabamos el disco, tras varias escuchas y comparándola con «Nuvolàstic» sí que dijimos, “otras, ¡cómo se nota la evolución en la voz!”, pero no ha sido un cambio 100% consciente, ha sido más motivado por todo lo demás que la ha rodeado.

Hay algunas canciones que apuntan al baile hedonista como «Cap parat» o «Diumenges». ¿Os apetecía (aunque ya en «Festa al terrat», de «Nuvolàstic», hubo un tímido intento) probar ese registro?

Claro que sí, ¡nos encanta que alguna canción nuestra pueda motivar el baile a alguien! Nunca hemos querido reprimir ese impulso de pista de baile. Somos fans de este tipo de temas muy dance. De hecho, hay quien nos ha dicho que «Diumenges» tiene hasta un cierto toque a Orxata Sound System y eso nos encantó, lo confesamos. A veces este tiempo de canciones salen, no tendría sentido que las frenáramos. Somos «Cap parat» i somos «Matèria» a partes iguales.

Hay cierto paralelismo con la forma de entender Beach House la música, esa apuesta por la electrónica, por cierta base pop, por la recreación de atmósferas. Pero en Júlia todo eso parece un punto de partida  a partir del cual empezar a caminar. ¿Con qué grupos os podéis llegar a sentir identificadas?

Beach House son los abanderados de toda la música que agrupa esa etiqueta dreampop y ahora hay una corriente muy amplia que está experimentado en estos parámetros. En un primer momento sí que sonamos a Beach House y nos lo dice mucha gente, pero pensamos que es porque es de las pocas referencias a nivel dreampop que tenemos así a “primera escucha”. Pero a poco que vas conociendo más lo que hacemos pronto vamos tomando distancias. La persona que nos hizo la hoja de promo propuso dos referencias que nos encantaron: Austra y Maga, ¡vaya lujo! Pero si tenemos que evidenciar una propuesta con la que nos hemos reflejar es Tulsa, especialmente con su disco «La calma chicha». Este disco nos supuso una revolución y fue el que nos condujo al productor Carasueño, con quien decidimos trabajar para sonar así.

¿Qué papel ha jugado, precisamente, el productor Javier Vicente, Carasueño en el resultado final?

Carasueño ha sido el complemento ideal para «Pròxima B», de hecho decimos que el disco es la mezcla perfecta de Júlia y Carasueño. Como hemos comentado, llegamos a él a través de Tulsa pero creemos que con nuestra propuesta lo hemos conducido por terrenos que quizá él no se esperaba. ¡Ha sido un lujo poder ir compartiendo sensaciones y intenciones, todo desde la distancia! Todavía no nos conocemos personalmente pero esperamos poder hacerlo próximamente, ahora somos como súper-cyber-amigos. Internet es lo que tiene.

¿Va a haber algún tipo de adaptación de las canciones del primer disco?

Sí, de hecho ya estamos en ello. Hemos escogido algunas canciones de «Nuvolàstic» y las estamos vistiendo una vez más. Nos da la sensación de que tenemos como 5 ó 6 versiones de cada canción dependiendo del formato, ¡es una locura! Pero ahora parece que todo se va asentando y es más compacto. Hemos pedido a Adrià Sempere (White Recorder), encargado de la grabación, que nos haga unas bases chulas y nuevas para los temas del disco anterior y la verdad es que han quedado muy acorde con lo que tenemos en «Pròxima B». De esta forma podemos plantear un directo con continuidad. Por el camino se ha quedado el ukelele, pero en el ámbito doméstico sigue siendo el rey.

El disco lo sacan Malatesta y Hidden Track. ¿Cómo surge la colaboración?

Lo de Hidden Track ha sido ya como el colofón a todo el proceso. Ya veníamos muy contentas de la grabación (con Adri) y de la producción (con Carasueño) y de repente se nos presenta la ocasión de trabajar con gente como Louise y Ferran en el terreno editorial (Hidden Track). Su planteamiento de “sello madre” de otros sellos más modestos y ese trabajo en red y cooperativo nos pareció que era lo que más se ajustaba a la fórmula que nosotras ya teníamos con Malatesta Records. Hemos encontrado el equilibrio de fuerzas entre todas las partes y no podemos estar más satisfechas. Trabajar con Hidden nos proporciona poder tener más presencia en circuitos de Cataluña o Madrid y por otra parte tenemos a Malatesta y Sotabosc (management) que tienen ya controlado el tema en València. Estamos convencidas de que entre todas las partes del proceso hemos conseguido formar un dream team que no nos esperábamos ni en el mejor de los pronósticos.

Para vosotras son muy importantes, también, los aspectos no musicales del grupo. No hay que olvidar que con «Nuvolàstic» ganasteis el Premi Ovidi 2015 al mejor diseño.

Confesamos que nos obsesiona mucho todo lo que envuelve y acompaña al proyecto musical, disfrutamos con ello. La música es central, es evidente, pero nos encanta perder tiempo y calentarnos la cabeza en otras partes del proceso como las fotos, el diseño del packaging… hasta hemos lanzado un vídeoclip en 360 grados ¡para liarla más todavía! Nos gusta que todo tenga un sentido y trabajar con personas que controlan a la perfección cada faceta y nos proponen cosas arriesgadas o poco convencionales. Estamos muy contentas con las fotos de Jordi Arques y también estamos muy contentas con el diseño tanto del cd como del vinilo de Magda Arques y Sofía Hernández (quien ya se encargó de «Nuvolàstic»). En este caso se trata de una apuesta más oscura, más geométrica y no tan “ensoñadora” como la anterior. Ahora tenemos 500 diseños diferentes, uno por cada portada del formato cd. Estamos casi casi seguras de que no hay dos copias iguales, ni en formas, ni en color, ni en combinación de ambas. Las portadas se han dibujado individualmente con una máquina que se llama AxiDraw y con rotuladores de varios colores. Esto en el caso del cd. El vinilo sí que tiene un diseño único (ya se nos disparaba el tiempo de “producción”) pero también es diferente al del formato compact disc. Dicen que «Pròxima B», el exoplaneta, tiene una cara de luz y otra de oscuridad, pues irá todo en esta misma línea, tanto en el diseño como en la misma música.