«Provócame, tú que sabes jugar al despiste» canta Zenet en Échame el humo a la cara, uno de los cortes de su último disco, La menor explicación. Y bien podría ser él el receptor de los versos por su clara habilidad para driblar cualquier intento de etiquetarle. Son ya tres álbumes acariciando el tango, susurrando el fado, expandiendo la copla o contagiando el swing, con la inestimable ayuda de la guitarra de José Taboada y las letras del poeta Javier Laguna. Una elegante propuesta donde el jazz se mezcla con los ritmos latinos y sale indemne, reforzado, con adn propio, con un estilo personal, pero reconocible.
Las canciones de Zenet tiene un aire canalla y casero a la vez. Canciones de club nocturno y cocinas con aroma a cocido. No es su única dicotomía. También lucen una puesta en escena dramática, pero sus letras tienen el humor muy presente. El crooner malagueño ha bebido de Chavela Vargas, Django Reinhardt y Chet Baker. Incluso la sombra de Antonio Bartrina, de Malevaje, está muy presente. Hay pequeñas escapadas a Nueva Orlenas, a Brasil o esos electrizantes y saltarines sonidos que sólo los gitanos balcánicos saben parir. Todo ello agitado y servido en un distinguidoy arrebatador cóctel que radiografía con acierto la condición humana.