Hay gente que escribe el relato de una ciudad desde el anonimato, primando el trabajo frente al exhibicionismo. Juan Enrique León y Neus Aulló forman parte de ese grupo desde la promotora de conciertos Tranquilo Música. Sin su presencia, la Valencia musical de los últimos 20 años no hubiera sido la misma. Han convertido su pasión en su profesión y eso se nota en todo lo que hacen.
Juan Enrique, ¿recuerdas cuándo empezaste a interesarte por la música? ¿Hubo algún grupo, algún disco o alguna canción en concreto?
Juan Enrique.- Allá por el 85/86, no recuerdo exactamente el año, veraneaba en Les Palmeretes (Sueca) y mis amigos ya iban a Barraca. A mí me costó algún añito más que a ellos, petanca y futbol tenían el 100% de mi interés, pero un día me decidí a ir, la música que descubrí me abrió los oídos. El primer disco que me compré, fue a medias con un amigo de infancia, no tenía bastante dinero y compramos un vinilo de Pet Shop Boys y una casete, grabamos el disco y por sorteo, me tocó la casete…Ya, en Valencia, me obsesioné buscando programas de radio, tiendas de discos, locales y empecé a ver que algunos amigos míos llevaban camisetas de grupos que me sonaban de verano, The Smiths, The Wedding Present, Love & Rockets, Joy Division…
En marzo de 1991 abres (con Luis Miguel Rojas) Tranquilo Niebla, un pub en Canovás. ¿En qué medida (y más allá de la referencia en el nombre) crees que fue como el origen de todo lo que ha venido después? ¿Cómo recuerdas aquellos años? ¿Por qué elegistéis una zona como Cánovas tan alejada musicalmente de vuestra propuesta?
J.- En el 89 ya tuve un local con Luis Miguel Rojas en la playa, (El Melero), nos gustó mucho la idea y decidimos trasladarnos a Valencia. Elegir la zona fue muy rápido, Cánovas era una zona de la ciudad que estaba de moda y pensábamos que sería un buen sitio y además teníamos Barraca Bar cerca y esa idea me gustaba. Lo llamamos Tranquilo Niebla porque era una frase típica de verano entre los amigos (vamos, una gillipollez) y con ese nombre nos quedamos.
Abrimos la primera semana de marzo del 91, en la inauguración se llenó hasta arriba (cosa no muy difícil). Dos semanas después eran fallas, pensábamos que sería éxito seguro, pero eran miles y miles (no exagero) las personas que pasaban por la puerta, pero nadie entraba… Garito de pop rock en una zona de pijos, la cosa no cuadraba demasiado, y el bakalao empezaba a hacer mella en la juventud valenciana. Poco a poco y con el tiempo, hicimos clientela y funcionó muy bien durante unos años, hicimos muchos amigos, vivimos los inicios del Manchester Sound, del grunge, del brit pop, del indie, de la americana y las sesiones musicales eran espectaculares…
Hubo una temporada en el que el local se nos quedaba pequeño, las noches se hacían largas, así que en Tranquilo Niebla, después de su hora de cierre, se quedaba gente sin lugar dónde ir, y se nos propuso abrir Raza (lamentable nombre) al pop/rock. Éramos jóvenes, nos tomaron el pelo, vieron el éxito de nuestra propuesta, se quedaron con los dj’s y nos echaron…Tiempo después abrimos Papillón al pop/rock, pero esa es otra historia.
Imaginamos que una cosa lleva a la otra y empezasteis a organizar conciertos (más allá de los que se hacían en el propio Tranquilo). ¿Por qué surge esa necesidad? ¿Fue difícil? ¿Cómo recibieron salas y otros promotores vuestra irrupción, con poco más de 20 años que tendríais? ¿Os ayudaron, os creían o fuisteis aprendiendo a base de errores y golpes?
J.- Hemos sido siempre autodidactas. Empezamos con los pequeños conciertos en Tranquilo Niebla, con actuaciones memorables, Los Sostenidos, Los Fresones Rebeldes, La Muñeca de Sal, Polar, Landy, La Habitación Roja y muchos más…Hasta que un día me lancé a por Los Planetas, cogí el vinilo y llamé al teléfono de contacto, se puso Paco Attraction, ¿Los Planetas? ¿Cuándo? ¿Dónde? Caché 100.000 pesetas. Pensé, ¡que locura!. Llamé a Gato, que acababa de abrir Roxy y me pidió 120.000 pesetas por alquilar la sala. ¡Más que por el artista! Me lancé y primer concierto, primer sold out. Parecía fácil, pensar en un grupo que me gustara, llamarles y llenar, ¡ja! Lo que gané con Los Planetas, lo perdí en los tres siguientes conciertos: Manta Ray, Mercromina y Parkinson DC.
Los Planetas presentando «Super 8» (teloneados por Los Canadienses), un jueves en Roxy, fue el primer concierto como tal de la promotora. ¿Cómo fueron los días previos al mismo? ¿Alguna sorpresa u obstáculo que surgiera a última hora? ¿Qué sensación tuvisteis cuando el concierto empezó? Por cierto, ¿en qué consistió el patrocinio de Coca Cola?
J.- Con el patrocinio de Coca Cola, creo que me pagué las entradas. Las semanas previas, fueron muy largas, pegar carteles, los pegaba yo y al día siguiente no estaban, vender entradas, notas de prensa a medios sin tener ni idea… Se lo comenté a mi padre y le pareció una locura invertir 300.000 pesetas para un solo día y, como mucho, poder ganar un poco…pero la verdad es que lo tenía claro, y la apuesta salió bien. Obstáculos ninguno, los nervios de conocer a tu grupo favorito, querer estar en primera fila… Lo disfrutamos mucho, mucho, los problemas vinieron después con los siguientes artistas, que la cosa no fue tan fluida y tan bien como con ellos.
Aquel concierto costaba 1.200 ptas (7 €), un precio que 20 años después podría ser el de muchos conciertos de Valencia. ¿Qué valoración hacéis de ello? ¿Antes eran más caros? ¿A la gente siempre le parece cara la música en directo?
Neus.- Antes no eran más caros, pero en cierta medida la crisis y el cambio en el consumo de la música en directo, más orientado hacia los festivales, han hecho que para mantener los conciertos locales de sala los precios de las entradas se hayan mantenido o incrementado muy poco. Respondiendo a si la música en directo parece cara, creo que en muchas ocasiones se desconoce que detrás hay unos costes de producción y una infraestructura que mantener. Se percibe que la entrada va íntegra al bolsillo del promotor, pero previamente has pagado un IVA al 21% y a la SGAE, que te dejan el precio de la entrada a un 70% del precio de venta al público, y después paga la producción y mantén el negocio.
Después de tantos años ya será difícil que os sorprendán las peticiones que puedan hacer los músicos. Pero durante aquellos inicios, ¿hubo alguna que os llamó especialmente la atención?
J.- Anécdotas tenemos muchas… ¿Drogas? Pedir piden, pero de mí nunca han conseguido ninguna. En el camerino de Roxy, un cantante llevaba un mono de tres pares y el manager me buscó y, a cinco centímetros de mi cara, me gritó como nadie me ha gritado nunca, que le consiguiera algo o no había concierto. Entre que no tenía ni idea de inglés, mi actitud impasible y pensando que ni de coña iba a ir a ningún sitio, se dio la vuelta, cogió la furgoneta, se fue al túnel de la Gran Vía, y después de más de hora y media esperándolo, hicieron uno de los conciertos más cojonudos de los que hemos hecho nunca. Otro día en la sala Roxy, uno de mis artistas favoritos aparece con una botella de cava y me dice que no la puede abrir. En una mano la botella y en la otra un sacacorchos.
En Wah Wah, con Jonathan Richman fue increíble desde que llegó en barco a Valencia, procedente de Mallorca. Después de perderse dentro del puerto, llega a la sala y pide un vaso de agua, le damos una botella, y la rechaza. Dice que la quiere del grifo, deja el vaso en el escenario hasta la hora del concierto para que evapore no sé qué y luego se la bebió durante el concierto. En la prueba, Jonathan le dice al técnico de PA que precinte la mesa de sonido, que no quiere que nadie en el concierto toque la mesa. Alberto, el técnico, le dice: “No te preocupes, la manejo yo y no la va a tocar nadie”. Responde: “Ya, pero quiero que la precintes”. Que sí, que no, que sí, que no… Hasta que responde: «Si llega alguien con una pistola y te pide que le subas la voz o te pega un tiro, ¿tú qué haces?». Mesa precintada
Ver a Mike Scott, de The Waterboys, tirado en el suelo oliendo una moqueta de una habitación de un hotel de 4 estrellas y decir: “Este olor no me gusta, búscame otro hotel”. Conclusión, 7 habitaciones de hotel por el aire y camino a otro hotel, esta vez de 5 estrellas.
Un grupo de punk británico exigiendo 4 botellas de Moet Chandon en el catering y acabar bebiéndoselas en el escenario en un cubalitro de plástico.
Tener que llevar a Mando Diao, de jovencitos, a Fnac a por una Play Station para pasar la tarde después de la prueba.
Irnos a Mestalla a ver el Valencia CF con algún artista después de tocar en el Luis Vives.
¿Y la petición más extravagante de todas ellas?
J.- Peticiones extravagantes, muy pocas. La gente es mucho más normal de lo que parece. The Riders on the Storm nos pidieron una sopa japonesa, a deshoras. Búscate la vida, llama a un japo, a otro…por fin conseguimos uno que si tenía, pero cocina cerrada. Al final conseguimos la sopa, en un termo espectacular, dos horas la sopa caliente, 100€ nos costó la broma. ¿Sabes quién se la tomó? Neus, yo y el equipo de producción.
Una vez nos pidieron un disfraz de oso grizzlie, (con sold out, se exige más). Sólo encontrábamos de oso panda. Tuvimos que irnos fuera de Valencia, pero lo conseguimos. Era el último día de la gira y el manager quería despedirse de los chicos haciendo el ganso antes de empezar el concierto.
Tranquilo formó parte de ese intento por conseguir que trascendiera la escena valenciana fuera de su radio de acción que se conoció como La Explosión Naranja. ¿Por qué crees que no se consiguió?
J.- Aparecían escenas por todos los lados, Donosti, Xixon, Granada…y Valencia tenía buenos artistas, pero no había escena. Sólo grupos yendo a su bola, que es lo normal. Intentamos, junto a algunos periodistas, crear “La Explosión Naranja”. Crear cualquier cosa sin presupuesto y sin medios, no se puede. Conseguimos tener un cd en Rockdelux, montamos una gira nacional y no funcionó demasiado bien.
¿Algún reproche para los músicos?
J.- ¿Culpa de los músicos? No. Los músicos que compongan, el éxito es otra cosa. Valencia es pequeña, no podemos pretender tener escenas como Madrid y Barcelona. No hay discográficas potentes en la ciudad, si alguno destaca un poco, tiene que irse fuera, así que, escena local no hay. No creo que seamos diferentes al resto de las ciudades, simplemente somos pocos. De todas formas, no somos tan buenos como nos creemos.
¿Ha habido algún momento en que habéis tenido la tentación de tirar la toalla?
J.- Tirar la toalla, nunca. Momentos malos y difíciles, ha habido muchos. Tranquilo Música nunca he sido yo sólo, siempre he estado muy bien acompañado. ¡¡¡Y los bancos existen!!!
¿Cuándo fuiste consciente que Tranquilo sería tu forma de ganarte la vida más allá de una iniciativa con un halo romántico? ¿Hay algún concierto concreto que marcó esa nueva etapa?
J.- Siempre he compaginado Tranquilo Música con otros trabajos. He estado muchos años trabajando en la cafetería de la Facultad de Económicas de Valencia. Llegó un momento en el que tenía el teléfono siempre a mano, gestionaba entre cuatro y ocho conciertos al mes, así que la cosa tenía que cambiar. En la facultad conocí a Neus Aulló y ahí nos profesionalizamos.
Tranquilo Niebla fue también un sello discográfico. ¿Cómo y por qué nace? ¿Qué sensación final tuviste de la experiencia?
J.- Muchos amigos que venían por Tranquilo Niebla tocaban en grupos pero no tenían discos, así que decidimos crear un sello. The Mantis, Los Sostenidos, Polar, La Muñeca de Sal, Tent, Kindergarten, … No era el sello habitual, los discos eran de los artistas y yo me encargaba de gestionar. ¿Sensación? Las discográficas son un negocio más dentro de la música, hay que dedicarle el 100% de tu energía, si no, no funcionan. Y yo no le dediqué todo mi tiempo.
En los años 2007 y 2009 participasteis en la edición de sendos cd’s («Mundo submarino») que recogían a un buen montón de bandas valencianas. ¿Satisfecho con la repercusión que tuvo? ¿Por qué no hubo continuidad?
J.- Este proyecto lo ideamos Eduardo Guillot y Tranquilo Música. Había un buen montón de grupos nuevos, gente jóven, con canciones espectaculares. Les pedimos permiso, editamos y montamos conciertos para recuperar la inversión. Hicimos varias ediciones, incluso un año, convencimos a Heineken de invertir y la cosa ahí fue mejor, los grupos empezaban a conocerse. Montamos conciertos en Greenspace, y en el Matadero de Madrid. No tuvo continuidad porque hay que invertir mucho esfuerzo y dedicarle el 100% de tu tiempo, pero fue muy emocionante.
Tranquilo siempre ha mostrado su apoyo a la escena local (con el sello, organizando conciertos, programando grupos de aquí como previa a artistas internacionales, el concierto de aniversario en la Fira de este año,…), ¿crees que ha sido algo recíproco, que la escena local también ha mostrado su apoyo a Tranquilo?
J.- No es cuestión de ser recíproco, yo organizo conciertos y funcionan o no funcionan dependiendo de la expectativa que genera el artista. No hay más. La gente no va a conciertos porque los organice yo o los organice otro, yo no actúo. Lo que está claro, es que cuando los grupos van a empresa, que la pasta que generan es para ellos, se mueven más que cuando te pagan por tocar. Es lógico.
Lo de nuestro aniversario fue muy claro. Disfrutar de los grupos locales que nos gustan, verlos tocar en un escenario potente, un equipo potente y una promoción muy buena, era la idea. Si luego la gente va a verles o no por 8€, eso ya no es cosa nuestra. ¿Cuántos amigos van a ir, sólo porque seamos Neus y yo quien lo organice? ¿50? El resto de público lo traerán los artistas con el interés que genere la propuesta.
¿Cómo definirías al público valenciano?
J.- Muchas veces escaso. Hay más festivales en la Comunidad Valenciana que en cualquier otra parte del planeta, luego a los conciertos vamos pocos. Habrá que buscar a expertos, sociólogos, antropólogos, que nos lo expliquen. No lo entendemos.
¿En qué momento Tranquilo Niebla se convierte en Tranquilo Música? ¿Por qué se produce ese cambio? ¿Coincide con la entrada de Neus? Si es así, ¿cómo se produce su entrada?
J.- Hubo un momento en que me resultaba difícil compaginar mi trabajo con la producción de conciertos, y sabía que dedicándome exclusivamente al mundo de la música podría abarcar un mayor número de propuestas. Así es que cuando conocí a Neus, un día surgió el tema y los planteamos. Hicimos un plan de viabilidad para un año y nos juntamos algunos amigos, entre ellos Marisa Moya y Jesús Sáez que estuvieron conmigo desde prácticamente los inicios, para invertir en el proyecto. Con los años ha habido cambio de socios, etc. Pero el trabajo de Tranquilo Música ha seguido siendo el mismo.
¿Qué importancia ha tenido vuestras alianzas con Mundosenti2 para la estabilidad de la promotora? ¿Qué os aportáis los unos a los otros?
J.- Han sido una parte fundamental de nuestro crecimiento, ellos nos han dado mucho trabajo en sus producciones grandes y nosotros les hemos dado contenido a sus iniciativas, una muy buen alianza.
¿Cuál ha sido el mejor concierto de estos 20 años?
N.- A nivel personal, el mejor concierto fue el de Yo La Tengo en marzo de 2010. Somos muy fans del grupo y son una gente magnífica, con la que pudimos disfrutar dos días, mostrándoles la ciudad y compartiendo buenos momentos.
J.- Hay varios conciertos que marcan una pauta importante:
Sammy en Roxy, hicimos sold out, toda una sorpresa. Aunque la sorpresa nos la dieron al año siguiente que vinieron, nos los llevamos a Barraca discoteca, en verano, y ¡¡¡vinieron 100!!!!
También los de Matthew Sweet y Nada Surf con Swell en Roxy. El de Bonnie Prince Billy con Migala en Barraca Bar.
En Black Note, conciertos como Iron & Wine, ¡¡¡de lo mejor que hayamos hecho nunca!!!; el sold out de Josh Rouse que presentaba «1972»;
Nacho Vegas y sus chaquetas de pana ¡¡¡con un calor impresionante!!!; Sidonie en sus inicios.
Dominique A, Damien Jurado, Lydia Lunch, CocoRosie con Antony & the Johnsons en el Luis Vives. Y Godspeed You! Black Emperor en La Nau.
Los tristementes fallecidos e impresionantes conciertos de Jason Molina, Sparklehorse o Vic Chesnutt.
La unión hace la fuerza y hemos hechos muchos conciertos con otros promotores locales como Jose Wah Wah, con Alta Tension, Lets Go, con Vinilo Valencia…
¡¡¡Y una lista interminable de grupos que han pasado por nuestras manos!!!
¿Qué grupos son vuestra espinita clavada, aquellos que aún no habéis traído y os encantaría?
J.- Grupos mil. Sobre todo discos nuevos que voy descubriendo año a año. Me encantaría Conor Oberst, The New Year, Codeine, Jim James solo o con My Morning Jacket, Death Cab for Cutie…
¿Cómo ha cambiado la escena musical (grupos, salas, público, medios, …) en Valencia en 20 años? ¿Y Tranquilo?
N.- La música se consume de otra manera, otro formato. El vinilo ya es solo para coleccionistas y el cd casi lo mismo. La gente joven, y no tan joven, usan listas de reproducción para escuchar las canciones del momento, es un consumo más rápido. Ya no es tanto escuchar el último disco entero de tu artista favorito, sino aquellas canciones que en ese momento están sonando. Eso, trasladado a la música en directo, se refleja en que el circuito de salas de, sobre todo, artistas internacionales sea menor que hace unos años. Ahora son los festivales los que tienen mayor protagonismo, y más en el público joven, que ofrecen un cartel más o menos comercial a un precio de entrada, en muchos casos, bastante económico.
Tranquilo no ha cambiado mucho, tratamos de adaptarnos a los tiempos y seguimos apostando por los artistas que nos gustan, que en esencia es lo que nos motiva para continuar en este negocio.
Tranquilo y yo
Pau Roca (La Habitación Roja, Lost Tapes)
Mis anécdotas y relación con Tranquilo darían para llenar el artículo entero, sea cual sea su extensión.
Es importante de dónde se viene para saber a dónde se va. Lo de Tranquilo Niebla no es nada casual.
Cuando volví a vivir a Valencia (desde Mallorca) y empecé el Instituto (el Sorolla), el segundo día un compañero de clase me dijo (al ver mi camiseta de The Smiths) «hay un sitio donde ponen la música que te gusta» y me recomendó el Tranquilo Niebla. Acababa de tocar Ride en Garage.
Nunca había escuchado a ninguno de mis grupos favoritos (quitando alguno que había triunfado masivamente como Nirvana o REM) en un bar. Recuerdo entrar y ver la «Lista de lo mejor de X» (las hacían casi mensualmente) y alucinar, ¡estaban todos! A partir de ahí peregrinábamos el Juli y yo desde Blasco Ibañez hasta Cánovas semanalmente (y eso que yo no bebía alcohol) para escuchar lo que ya conocíamos y descubrir cosas nuevas.
Fue una época muy emocionante, era cuando la palabra «indie» se usaba con virtud y propiedad.
¿Después? Pues mil anécdotas. Por ejemplo, el primer concierto que hicimos Jorge y yo (antes de La Habitación Roja) fue allí, en Tranquilo. Tocamos canciones de The Feelies, The Go-Betweens, Smudge e incluso una cara B de Oasis, «Married with children».
A partir de ahí hemos tenido un crecimiento paralelo, ellos empezaron a traer grupos que de otra manera no hubieran venido o a ayudar a grupos de más cerca a tocar en Valencia y nosotros a ensayar a diario, nuestros caminos se cruzan regularmente desde entonces. Venimos de ser fans compulsivos de la música a vivir de y para ella. Ellos a un lado y nosotros a otro, aunque en realidad es el mismo. Una pena no estar disponibles para su concierto aniversario, pero el 14 de enero La Habitación Roja tocaremos en Valencia organizado por ellos.
Paco Grande (Polar, The Standby Connection)
Viendo a Tranquilo Niebla en perspectiva, como discográfica, promotora y después como agencia de management… puedo decir que, principalmente, sirvió como catalizador para que grupos como Polar, totalmente a contracorriente o si los quieres llamar “marginales”, pudieran ser conocidos dentro de la “escena” local y, poco después, a nivel estatal e incluso internacional.
Si no hubiera existido Tranquilo, Polar no hubiera podido tocar en Valencia ni en ningún otro sitio, la carrera de ambos, sobretodo al principio, fue totalmente en paralelo y hacia adelante.
La música de Polar y de algunas otras formaciones como La Muñeca de Sal, Los Sostenidos o Big Score, no era algo fácil de digerir en aquella época, pero teníamos un público más o menos fiel y había una escena muy interesante agitada cada fin de semana por el pub Tranquilo Niebla, donde nos reuníamos para escuchar música, beber cerveza e intercambiar opiniones de nuestros grupos favoritos y de lo que iba saliendo nuevo o de lo antiguo que no conocíamos.
En aquella época éramos muy jóvenes, lo hacíamos todo de manera “amateur”, pero con mucho cariño: no teníamos contactos fuera de Valencia, no conocíamos a nadie del mundo de la música más allá del área metropolitana… Y Tranquilo nos proporcionó esos contactos que sirvieron para organizar conciertos y pequeñas giras.
Recuerdo con nostalgia mis primeros pasos en la fotomecánica, con la ayuda de un 486 que tardaba 10 minutos en arrancar… con J dictándome por teléfono los nombres de los grupos, el precio, el horario… e incluso alguna vez se venía a casa después de cenar para poder hacer el “flyer” a tiempo y llevarlo a la imprenta corriendo a primera hora… en más de una ocasión me tocaba hacer fotocopias en el trabajo sin que nadie se diera cuenta.
Polar tocó por primera vez el sábado 27 de enero de 1996, junto a El Niño Gusano, concierto que, por supuesto, fue organizado por Tranquilo. Para nosotros fue algo que nunca olvidaremos, no solamente por ser el primero, sino porque ese día sellamos una amistad muy especial entre los dos grupos y Tranquilo. Esa filosofía se ha mantenido en todos nosotros desde ese día, al fin y al cabo, ¿qué es el rock’n’roll sino unir a las personas a través de la música?
Todos éramos novatos, pero J, que era el que estaba más con nosotros, se encargó de darnos todo prácticamente mascado. Me viene a la memoria con una sonrisa, la brutal mesa que montamos para cenar esa noche todos juntos y algunos amigos que se iban agregando, tuvimos que salir corriendo a la sala Papillón porque se nos hacía tarde, ¡¡¡nos estaban esperando para tocar!!!
Miguel Ángel Landete (Senior i el Cor Brutal)
La importancia de Tranquilo en la escena musical valenciana es capital. Hay una parte, que es más obvia, y es la de que han ayudado a hacer visible a muchas bandas de aquí. Pero, además, desde el principio, cuando existía Tranquilo Niebla (sello) con su primera referencia (The Praying Mantis) hasta la última (incluído el disco último de nuestros amados Big Score) siempre han editado un buen número de bandas locales. Y en Tranquilo Niebla (bar) se hacían conciertos regularmente. Luego hay una parte que no se ve tanto y es la de colaborar constantemente y dar todo tipo de facilidades a la hora de organizar, coordinar y montar cualquier historia. A mí siempre me han echado una mano. Siempre que los he necesitado los he tenido ahí. Recuerdo especialmente el homenaje aquel que le montamos a Vic Chesnutt, en paralelo con tres ciudades más (Madrid, Barcelona, Palma) donde se involucraron a muerte.
Por encima de todos los buenos conciertos y las insanas melopeas que he pillado en sus iniciativas, recuerdo por encima de todo esto que viene. Bar de la UPV. Exterior-noche. Segunda mitad de de los 90. Juan Enrique trabaja afaenado sirviendo a los clientes y limpiando las mesas del bar. Me había dicho que fuera allí a ultimar unos detalles de un concierto de Landy que teníamos ese sábado. Me quedé allí de pie, mirando al tipo, pensando «o sea que este tipo además de tener un bar, una discográfica y controlar un huevo de música, además ¿trabaja en un bar?» Recuerdo esa sensación de estar delante de un súperhombre, una bestia, un artista del renacimiento, como si fuera ahora. Me alegro muchísimo de que haya conseguido vivir de lo que le gusta. Estoy seguro de que no echa de menos aquello para nada.