Con la delicadeza con la que la serpentina va cayendo al ser lanzada en alguna celebración fluyen las canciones de Serpentina. Los hermanos Paco y María Tamarit grabaron dos pequeñas joyas (Blancamañana, Annika-2004, reeditado y aumentado en 2017, y Planeando en tu azotea, Elefant-2008) y se esfumaron como desaparecen los papelitos de colores cuando después de una fiesta alguien los barre. Dejando un halo con esa mezcla de alegría y tristeza, más allá de la nostalgia o la melancolía, que desprenden sus tonadillas.
El legado siempre ha permanecido ahí y sin desgastarse por el paso de los años. Pop elevado a la máxima potencia. Canciones que corretean alrededor de las de The Beatles, Vainica Doble, Brian Wilson, Syd Barret, Margo Guryan, The Kinks o su admirado Parade. Melodías que trascienden el formato en el que fueron registradas para crear su propio universo, conscientes de que forman parte de una obra eternamente joven e infinita. Puertas que se abren para escapar de una realidad asfixiante. Una maravilla.