June’s Kaleidoscope. Foto: Sara Barberá.

La palabra «paisajes» es la que más se repite en la nota de prensa del disco de June’s Kaleidoscope, que firma el periodista Rafa Cervera. Y no es para nada una licencia literaria, es la mejor definición posible de las cinco canciones que componen este nuevo ep, Brave Journey Into The English Sea, de la valenciana Arantxa Iranzo. No le haría justicia hablar de un género u otro, de un sonido u otro. Lo mejor es darle al play y dejarse llevar por estos paisajes sonoros. La propia compositora nos da pistas sobre las canciones como si de una guía de viajes se tratara.

1- Perranporth

Si viajas a Cornualles, en el sur de Inglaterra, la playa de Perranporth es reconocida por ser una de las zonas más mágicas de todo el enclave, ya de por sí fascinante. Es grande, enorme, y tan ancha que da la sensación de que las olas nunca llegan a la orilla. Literalmente, has de correr y adentrarte mucho para conseguir nadar. La sensación que tuve al andar por ella por primera vez fue que podía pasarme en ella todo el día explorándola sin preocuparme por el tiempo. Fue ese quizá el pensamiento conductor que dirige esta canción: «Algún día no seré tan joven como hoy, ni miraré al mundo del modo en el que hoy lo miro».

Quería atrapar la sorpresa de un solo día, desde que me desperté aquella mañana por el viento de las dunas agitando la tienda de campaña, hasta que bajé a recorrer la playa y bañarme en una de las aguas más frías del país. Entré en cuevas imponentes, grité «¡Eco!» y en resumen, fue un día completamente diferente. Quise rendirle culto a mi yo de entonces, rodeada de un lugar tan extraordinario al que sabía que tardaría en volver. Por eso decidí envolver toda la melodía con arreglos de cuerda tan potentes, quería que la impresión al escucharla fuera puramente paisajística, como una brisa de mar que consigue agitarte, especialmente la coda. Pensándolo años más tarde, tal vez el tema One Day Like This, de la banda Elbow, tuviera algo que ver en mis ideas. Estaba escrita desde 2013, y la demo tenía al final una grabación original del sonido de unos patos saliendo en bandadas al anochecer en el parque nacional de Seven Sisters. Todo muy bucólico.

2- Mermaid Crop

La profundidad de este tema es algo de lo que más orgullosa me siento en este disco. Consigue definir el nuevo rumbo que quería para mi sonido. Escuché mucho a The National antes de componerla: me inspiró mucho la sensación orquestal que tienen muchos de sus temas, incluyendo trompas y la base de un piano grave. Matt Ingram, el productor (y batería profesional), ideó cómo añadir finalmente la parte de percusión. No hubo ningún tipo de proceso de pre-producción en este tema. Simplemente improvisó el mismo día que teníamos marcado para grabarlo, y clavó el efecto a la primera. Fue una sensación inmensa. Nunca he llegado a saber si Mermaid Crop significa realmente lo que quiero que signifique. Traducido del inglés, supuestamente se interpretaría como «el sujetador de la sirena». Esa parte de arriba que las sirenas llevan en nuestro imaginario, con lentejuelas, brillantes y muy sensuales. La canción es una ironía. Claramente metaforizo que la nueva pareja del ex de la protagonista es, simplemente, un sujetador de sirena. «Ella es sólo un sujetador de sirena». Ella, en realidad, no es nada más que un trozo de tela mojada. No es cabeza, no es romanticismo, ni siquiera es alguien importante. Es sólo carne y seducción con lentejuelas color aguamarina.

La alegoría de la sirena no es algo fortuito en esta canción. Todos los temas, exceptuando uno, te llevan de vuelta directa al agua del Atlántico como el principal leitmotiv. Mermaid Crop habla sobre el arte de dejar ir al fin, no se trata sólo de transmitir la desazón de haber sido sustituida por alguien que no tiene nada que ver contigo. Es reconocer que todos tenemos que pasar página algún día, articular errores, respirar profundamente viviendo con cada poro de nuestra piel, y entender que es imposible arrepentirse de haber querido a alguien. Empieza y acaba con una serie de preguntas lanzadas al aire, dirigidas al que creía su amor más importante. Son preguntas que finalmente comprende que no puede, ni quiere que tengan respuesta. Empieza a asumir un final.

3- Best Hotel Room We’ve Ever Had

El hotel del click mental. El espacio cómodo y ficticio donde la decisión de saltar por la ventana y adentrarse en un mundo de sensaciones nuevas esperando en los tejados finalmente aparece. La transformación del personaje: Los días muertos y azules se olvidan, aparecen las madrugadas en la calle, las ganas de salir y brincar.

Ayudan las hadas madrinas, las buenas voces, las que te guían y gritan contigo en las camas elásticas que ya no hay más por lo que lamentarse, y que el mundo es grande, y que quizás algunos momentos tan agrios en realidad son bendiciones detrás del disfraz. De las lágrimas va quedando sólo el regusto a sal en las mejillas. Es un año, o dos, o tres, en una ciudad tan loca como Londres en mitad de gente, también tan loca y efervescente, que nunca llegaste a entender. El momento Big Bang, donde tus recuerdos se rompen en trozos de colores dentro de una Carnival Parade.

Compuse esta canción al volver de un viaje a Nueva York durante un verano. Escuchaba Obvious Child de Paul Simon a diario nada más levantarme para sentirme bien después de un momento importante de cambios. En esa época empezaron a chispear ideas más vivas. Los ritmos africanos, el latin-jazz, coros de tribu. Me divertí mucho grabándola y pensando que era solo un principio para desmarcarme de mi tendencia a canciones demasiado serias o demasiado nostálgicas. Creo que esa clase de diversión podría estar presente a partir de este momento, casi a propósito, para que resulte difícil etiquetarme en un lugar concreto o demasiado formal.

4- Secret Farewells

Compuse este tema como un single único antes de grabar el disco, para marcar la inflexión hacia el nuevo álbum. Hacía tiempo que no enseñaba nada nuevo desde Soon You Will See, y la canción brotó en una tarde. Era una época en la que estaba un poco enfadada conmigo misma por no centrarme en escribir del tirón. Sorprendentemente fue muy fácil escribirla, letra y música, y pensé que quizá llevaba la canción conmigo más de lo que parecía. Aunque salió de forma inconsciente, el patrón melódico recuerda mucho al de las populares canciones celtas o folclóricas inglesas, o también irlandesas. ¿O escocesas? Supongo que, en el fondo, la cultura popular musical de estos tres lugares es totalmente parecida. Por la progresión de acordes, podría pasar, salvando las distancias, por la típica balada medieval de aldea de isla norteña cubierta en bruma. A día de hoy imagino incluso ambiente de druidas, leyendas antiguas, castillos. Hubo gente que al estrenarla, me escribió diciendo que le parecía muy cinematográfica, que les recordaba a un amor interracial imposible a través de países y el tiempo, y pensé que no estaban nada desencaminados. Fue gracioso. Quería que su intención fuese muy visual, siempre. Todo el disco es así, pseudo-impresionista a partes.

Fue la canción con la que más desgarro y calma sentí, simultáneamente. Al grabarla, no paré hasta dar con la versión más dolorosa. Quería expresar exactamente la verdad desoladora de cada línea. Las despedidas secretas eran el amor que sentimos todos por lo imposible, pero que somos incapaces de superar. Es como un lunar que aparece en nuestra piel después de una experiencia dura. Al pasar el tiempo, lo miramos y ya no duele, nos hace ser quien hoy somos. Y lo agradecemos.

5- Brave Journey Into The English Sea

La verdadera despedida del disco, el tema que cierra el ciclo. La canción que resume las vivencias juntas y las despide, ya en paz, quedándose con las lecciones aprendidas. La escribí pocos meses antes de entrar a grabar, también en cuestión de días. No entraba en principio, pero buscaba la motto real de todo lo escrito, el verdadero nexo. Vi una imagen un día en internet donde dos figuras, amigas me parece, se pasaban el brazo sobre el hombro, con frío, de espaldas. Se cubrían cada una con una toalla y era un día gris en una playa de piedra. El mar era oscuro, también en la orilla. En la imagen, creo que jugaban a si entraban en el agua o no. Me encantó.

Me inspiré mucho en I went to the store one day, de Father John Misty. Ese año escuché muchísimo su disco I love you, honeybear,  también How big, how blue, how beautiful de Florence Welch, y Carrie & Lowell de Sufjan Stevens. La calidez, la fuerza de la tranquilidad y la superación está implícita en esas canciones. Vi mucho de mí en ellas, y quise ir también por ese camino. En este disco, además, aprendí a sumergirme mucho más en la intensidad de los arreglos de cuerda, pienso que es un elemento que no quiero que desaparezca de mi registro, y aún quiero estudiar más formas de componer arreglos con nuevos instrumentos. Añadir líneas y ensalzar la voz de manera orquestal es algo que me interesa mucho. Brave Journey es, en fin, la puerta que se queda entreabierta dejando pasar un hilo de luz de la habitación contigua. «Fue un viaje, aún sigue siéndolo».