Popalina (editado por No Aloha Records), el cuarto disco de Carolina Otero & The Someone Elses, podría parecer el inicio de una nueva etapa del grupo por su militancia más pop y las letras en castellano. Podría si se hiciera una lectura superficial del mismo. Porque en realidad es una muestra más de la coherencia de su propuesta musical. No hay ninguna ruptura con el pasado sino un sumando más que añadir.
Sí, es el disco más pop de la banda hasta ahora, algo tan cierto como que de su álbum anterior, Diastema Girls, ya apuntábamos que abrazaba «con acierto melodías más pop». Sí, es el primero íntegro en castellano, aunque en el tramo final del segundo álbum, Benidorm, ya tenía presencia este idioma (también el valenciano) y ahí están los libros de poesía de Otero en esa lengua.
Lo que no cambia, ni en mayor ni en menor medida, es su habilidad para componer magníficas canciones, frescas, contagiosas, redondas. Diez en esta ocasión, que la propia Carolina nos descubre una a una. Suya es la palabra desde ya:
Popalina es un álbum de corte pop, tanto en el espíritu musical como en el de sus letras, y supone un cambio de idioma sistematizado en las diez canciones que lo componen. Yo ya había cantado en castellano con Lülla, o en mi disco Benidorm, pero nunca en una obra íntegra y cerrada, con la intención de hacerlo hasta mi propio extrañamiento.
Fue grabado y mezclado por Paco Loco en sus estudios del Puerto de Santa María y responde a un ejercicio de estilo: traer a la lengua castellana el matrimonio entre la literatura y el refrán, manteniendo la entidad de la melodía y el estribillo mimados por el grupo ya en Diastema Girls (2015). Importan mucho letra y melodía, a la par, simultáneamente. El refrán y la frase hecha se cuelan por todas las canciones, se desautomatizan y revitalizan.
Desgranar los significados de las canciones es una trampa porque, igual que en la pareidolia, se busca dar un sentido, y esto traiciona la chispa inicial y el proceso de trabajo con textos y música. Parece que Beckett dijo de Joyce que no escribía “sobre algo” sino que escribía “algo”, que la escritura ya era algo en sí, es decir, que creaba para elaborar un mundo aparte, no un reflejo del mundo. Así, salvando todas las distancias, muchas de las cosas que procedo a comentar sobre mis propias canciones son mentira en la intuición, a la cual traicionan desde mi glosa, pues en el momento de crear todo es posible; pero es probable que acerquen a la verdad en la interpretación, puesto que conozco la mayoría de mis tópicos y hubo un plan de trabajo para crear Popalina.
Sea como sea, aquí van algunas claves:
1- Íbex en flor
Insuficiencia del “yo lírico” en una historia de desamor (de ahí lo de “ojalá tuviera en el alma un imán”). Supongo que, como me encanta la física divulgativa (la que comprendo), aparecen ciertas imágenes, por ejemplo, la de la luna separándose de la Tierra, analogía de los amantes. También están el ÍBEX 35 y el DOW Jones; imagino que es difícil escapar del sistema y lo bursátil. Me hace gracia que sea así en nuestra canción.
Yendo en el coche a grabar a Cádiz, se me ocurrió la parada en el segundo cuarenta y cuatro; solución sencillísima inspirada en los silencios de Snail Mail, quienes también me iluminaron en la colocación de la voz muchas otras veces. En general, es una voz natural.
Diría que “Íbex en flor” es la canción más antigua del disco; la había tocado en crudo en un festival de poesía en 2019 y durante la pandemia grabé a distancia con Roberto (Timón) una demo. Esa misma versión maquetera ya sonó en el extinto Disco Grande de Julio Ruiz. Es un tema que siempre crece y suena fresco en los ensayos con Dani (Gurrea), Francis (Palacios) y Roberto dándome calor. Como no puedes venir a los ensayos, te recomiendo que vengas a los directos a comprobarlo.
2- Una foto de Man Ray
Escena típica de devolución de objetos del otro tras una ruptura, en la que se cuela el artista Man Ray. Lo cierto es que me interesan muchas cosas al margen de la ciencia divulgativa, también la fotografía. Tengo en casa varios libros de Taschen y uno de ellos es del autor vanguardista. El azar hizo que al componer la letra tuviera el ejemplar muy cerca. Sin duda, la melancolía de algunas de sus musas le va bien al asunto. Luego está la sonoridad: ¿y si en vez de en Man Ray me hubiera fijado en Vivien Maier? ¿Podría haber compuesto la melodía de la estrofa como es ahora? Los monosílabos no son los bisílabos, me refiero a eso.
La canción es de mis favoritas. Dani resuelve las guitarras de maravilla (está estupendo en todo el álbum) y en directo siempre hago muecas porque me sale mucho dolor. En el vídeo aparece el actor Manu Badenes, quien está fantástico dando vida a un maniquí, y aprovechamos para generar un aire manrayesco en todo el conjunto. Sucede que el ojo fotocopiado que aparece en el “Objeto para ser destruido” es el de Rosalía. No significa nada, es el que tenía a mano en una portada de revista cuando ultimaba el atrezzo. Es el primer video en el que guionizo, hago el storyboard, maquillo, edito… Fue muy estresante pero súper gratificante gracias a Manu. Grabado parcialmente en la librería feminista La Rossa.
3- Polaroid
Quisiera que “Polaroid” fuera una reivindicación de la imaginación sea cual sea el percal.
Es seguramente la canción más pop. Paco Loco, acertadamente, nos quitó una vuelta instrumental al comienzo. Sonoramente, es muy directa, tanto que ya no me apetece tocarla como antes. “Directa” no es sinónimo de “fácil”: me costó cerrarla mucho más que otras y, luego, llevarla al directo, con una voz tan natural, me resulta costoso. No sé cómo Polaroid no se ha interesado todavía por ella, es muy “catchy” para un anuncio.
4- Examigo
Se habla poco del desamor entre amigos. Esta canción va de esto tan doloroso. Además, logré incorporar en la letra “Ultima Thule” (objeto del cinturón de Kuiper), cosa que me hacía especial ilusión. A veces me rondan palabras, sintagmas, frases… y, por su sonoridad, etimología, extrañeza, etc. me llevan al huerto.
Es una de las más recientes en cuanto composición y le tengo especial cariño. La banda está genial en los arreglos: tambores, bajo, guitarras… Creo que es una canción de intensidades más cercana al shoegazing que al pop “pop”.
Por cierto, en el vídeo hay un guiño a la serie Girls y aparece Sofía, la hija de Roberto, como actriz en ciernes.
5- Juego interprovincial
El sueño de haber sido amantes, la alabanza de la naturaleza y la broma del espacio-tiempo. La canción surgió recordando un juego al que jugaba con un ex mientras conducíamos: estirábamos la mano justo al cruzar una provincia. Es una chorrada muy grande, la verdad, podría haber jugado a eso con mis sobrinas, sin embargo, también creo que tiene encanto haber creado un tema a partir de algo tan privado, tonto y sin sentido. Nonadas de amantes.
La línea de bajo, tocada de otra manera, es parcialmente la misma que My Girl, de The Temptations. Qué cosas. Lo descubrí después de hacerla, al tocarla un día con otro tempo. Paco Loco le sugirió a Roberto que simplificara su batería pensando en Belle & Sebastian y así fue. Hace grandes ejercicios de contención a lo largo del álbum.
6- El nuevo Titanic
Retrato de un quejicoso y pusilánime que conocí pero extensible a cualquiera que venga y no haga nada para cambiar porque vive instalado en la casa de la queja. Se hunde tanto que te quiere hundir con él como una corriente de resaca.
A veces creo que vamos a acabar tocando Pretty Woman, de Orbison (poneos el minuto 1:39, por ejemplo). Ah, en el puente del minuto 3 nos ayudó mucho Paco Loco. Crea un nosequé muy guay. Me gusta cómo suena mi voz especialmente al decir “cose y canta, canta y cose, todo es comenzar”.
7- Isla de Esconde
Apropiación de un fragmento del famoso soliloquio de Segismundo (La vida es sueño, de Calderón de la Barca) surgida durante el confinamiento. ¿Recordáis cómo dolía no poder salir y, tras la ventana, ver las nubes, las aves, las hojas más libres que nosotros? Al ser también profesora de Lengua y literatura, tengo los clásicos muy cerca. Partir de Calderón puede parecer caprichoso, pero los versos de base son octosílabos, no de un soneto de Góngora. La letra en mi adaptación pop fluye muy bien y me gusta la rareza de decir “en llegando” en pleno siglo XXI, gracias al autor barroco.
Por lo demás, me inspiré en el “Silver” de las Waxahatchee y creo que la compuse a partir del bajo (de ahí que la línea sea tan sencilla, no como los que normalmente tocaba Nick Simpson; él sí es bajista) y quisimos que tuviera cierto aire a The Cure. Justo en esa línea trabajó la batería Roberto, quien se basó en “Lovesong”.
8- Sé donde vives
Esta canción la compuse en un solo día, en casa. Quería cerrar Popalina al tiempo que urdía otro disco supuestamente más roquero (¿Rocalina? Yo qué sé. La idea es divertida). Me senté frente al ordenador y creé la música, guiada por un riff sencillísimo con bending (por esa época escuchaba mucho a Idles y es algo que ellos hacen bastante). Paré un rato y recuerdo que me hice un arroz de supervivencia con brócoli y calamares en conserva, todo muy rápido para volver a grabar la melodía. El mismo día por la tarde, manuscribí la letra pues siempre suelo cantar “guachugüei” sobre la música. Creo que es la primera vez que compongo una canción y prácticamente no varío nada con la banda (misma estructura que la que improvisé). A penas revisé la letra. Por cierto, hago un juego un poco a lo “silla vacía” gestaltiana. También me seducía el nombre “Belize” y, tras hacer muchas otras pruebas (los topónimos extranjeros son muy seductores), me quedé con Belize y con Sedaví, que se acerca al quiasmo.
9- Harley Benton
Mi ampli de mesa para maquetar me inspiró (ya está algo viejuno), y apareció mi yo profundo, entonces roto y ruidoso, como el objeto. También incorporo frases y palabras que me encantan (“no decir ni mu”, “irse a la francesa”…). Las letras son sencillas pero el trabajo para lograr esa sencillez no lo ha sido.
Por lo demás, la afinación en “drop D” es muy agradecida. La mayoría de los coros ya los llevaba preparados al estudio, aunque en esta en concreto añadí alguna capa más; pura serendipia.
10- Casémonos, Archie
Adaptación del “Archie, Marry Me”, de Alvvays, siguiendo pautas métricas y giros castellanos. La historia del tema (una voz femenina le pide al chico matrimonio) se parecía a algo que viví coincidiendo con la pandemia por la COVID. Canto: “Si el río suena, serán rumores” porque no quería ver la verdad y porque, sin duda, es muy divertido inventarse refranes nuevos. No importa lo agridulce que haya sido hacer un disco agridulce: me quedo con lo maravilloso de crearlo de la nada.
La adaptación la realicé durante el confinamiento, animada por muchas bandas que hacían directos o grabaciones para poder mantener sus proyectos vivos y sus cabezas sanas. Elegí el tema porque las melodías del original me parecían preciosas (durante 2019 y 2020 escuché mucho a Alvvays, su disco homónimo y el Antisocialites).
Creo que logramos aportar no solo una buena letra sino una estupenda recreación con la banda. Las guitarras llevan afinaciones distintas, por ejemplo. Las baterías y los bajos son sencillos y contundentes. Animo a la gente a que escuche nuestra adaptación en Popalina y luego la original de los canadienses. Es alt, es pop.