La sorpresa y la casualidad, en ocasiones, son las mejores compañeras de viaje a la hora de dar buenas noticias. Dos mails recibidos con apenas un segundo de diferencia convierten esta suposición en una teoría reputada. El primero era del miembro de un grupo que nos enlazaba al bandcamp de su banda. El segundo era de Óscar de Discos de Kirlian, de exquisito gusto musical y siempre alerta a los nuevos valores, en el que mandaba un link al bandcamp del grupo anterior al tiempo que avisaba que eran de Valencia. Entrar y escuchar las canciones fue como quedarse patidifuso ante el mostrador de una pastelería bien surtida. El grupo se llamaba Abril del 76 y en su espacio online ya atesoraba tres discazos plenos de melodías pop en la tradición más clásica. Ha pasado poco más de un mes y ya tienen medio álbum nuevo y un proyecto de música infantil con tres temas.
Paco Cantos es el cerebro del grupo, «1976 es el año que nací y, además musicalmente me gustan mucho los 70, aunque más aún los 60; y lo de Abril es por la canción de Simon & Garfunkel, April como she will«. Paco sonríe todo el rato. Con la serenidad que permite estar atravesando un buen momento en todos los niveles de su vida. «Estoy pasando un estado emocional muy interesante (la familia, el trabajo, el grupo) y eso me inspira, me permite hacer cosas chulas». Y es que esa reivindicación de lo bonito puede ser uno de los ejes sobre los que giran las canciones de Abril del 76. Sin complejos, sin imposturas, sin tonterías, sin miedo al qué dirán. «A mí me tira mucho lo acústico y lo melódico. Me pones a Richard Clayderman y lloro. Soy un blando» (risas).
Una cervezas, un pequeño piscolabis de papas y frutos secos y Miguel Rico se suman a la conversación en el Tulsa Café de Benimaclet. Paco y Miguel ya compartieron aventuras en el pasado. Los dos estuvieron en Índigo. Cantos se marchó en 2005 y tardó un año en volver a componer. El resultado fue un precioso disco en castellano, One, en el que el Donosti Sound, Vainica Doble o el lado más pausado de La Casa Azul (así se llama una canción, por cierto, en la que es fácil reconocer versos del propio Guille) se daban la mano, versión de El hospital de Alaska y los Pegamoides mediante. Once canciones que, aunque en estos momentos permanecen al margen del proyecto Abril del 76 alguien debería recuperar y editar lujosamente.
Tuvieron que pasar unos cinco años para que Paco volviera a componer. «Necesitaba recuperar mi apartado personal. Ese al margen de la familia y el trabajo. Volver a hacer canciones fue como una terapia emocional». Y viendo los resultados muy fructífera. Una canción por semana prácticamente. El proceso es como una cadena de montaje. Cantos hace el armazón y a partir de ahí la envía a Juanjo Alujer y a Miguel para que vayan añadiendo su granito. Después, viaje de retorno y empieza, la que según Rico es la fase que más le gusta a Paco, «le encanta jugar con las pistas, las canciones, cambiar cosas,…». Él, con cierto gesto travieso, lo reconoce. «Disfruto mucho con la producción. Igual que hay gente que va al gimnasio, yo me encierro con las canciones y copio de aquí, pego allá, me pongo como loco. Ja ja ja».
Ese perfeccionismo en pos de la canción melódica perfecta es uno de los principales inconvenientes a la hora de pensar en un directo de Abril del 76. «Es nuestra asignatura pendiente. Nos hemos centrado en el trabajo en casa. Preparar un directo, nos quitaría tiempo de otras cosas a las que no estamos dispuestos a renunciar. Además, hoy en día tocar cuesta dinero y preferimos gastar ese dinero en un estudio». En eso y en la sana obsesión de Cantos de seguir capturando melodías, estribillos, coros, palmas y arreglos mil y darle forma de canción. «Hacemos canciones para nosotros. No buscamos una trascendencia pública. De hecho, lo que me importa es la canción en sí. Doy menos importancia a si está bien grabada o masterizada. Cuando alguien me habla sobre ello, yo ya estoy componiendo otra». Aquí, Miguel mira con cierta condescendencia a Paco, como el que mira a un hijo al que sabe que nunca podrá cambiar. Aún así, se aventura a hablar de la necesidad de afinar los instrumentos. Su formación clásica como músico obliga, supongo.
Abril del 76 es una democracia musical en la que todos opinan y todos deciden. Es una de las ventajas de hacer lo que hacen porque les divierte. Atrás quedan otras experiencias que acabaron contaminando esa sensación. «En Índigo tuvimos mucha presión. Mucho «eso sí podemos hacerlo, eso no». Estaba todo muy controlado. Era agotador. Hubo un momento en el que pensamos que podíamos vivir de la música. Julio Ruiz nos animaba a ello, a estar en la misma Liga que Los Planetas o Lori Meyers. Acabamos muy cansados», intercambian frases Paco y Miguel.
El bandcamp de Abril del 76 es una explosión de canciones. Hasta 33 se contabilizan, a día de hoy y sin contar las de aquel primigenio álbum. Ahora prima más el inglés, pero las coordenadas estilísticas sigue siendo las mismas: pop en mayúsculas; aires soft; melodías afables; guiños a bandas sonoras (brillante Whatever you are); el Sonido Torrelaguna; guitarras que desarrollan estrofas con la intensidad con que se alarga un día de verano; Beatles, Belle & Sebastian y otros tantos grupos que empiezan por B; aroma bossa; folk acústico lleno de arreglos inverosímiles; en definitiva canciones bonitas. Muy bonitas. «No hemos buscado un estilo. Y si algo suena más a Vainica Doble o My Bloody Valentine no ha sido premeditado. En el pop está todo inventado, las canciones están en el aire y uno se acaba apoderando de ellas incluso sin darse cuenta. En mi casa, mi madre oía mucho a Paul Muriat y eso acaba notándose en Abril del 76. Yo (Paco) no puedo negar cierta cadencia melancólica en tonos mayores en todas mis canciones. Y eso lo puedes disfrazar de violines o distorsión, y dará algo cercano a las Vainica o a Dinosaur Jr, pero en el fondo hay algo común y es la melodía. Si me pones a elegir entre un disco de Sonic Youth y Perales no lo dudo».
La conversación sigue regalándonos frases (Morricone es tan pop como los Beatles / Hemos nacido mal, me gustaría volver al pasado y que me produjera Trabucchelli, Santisteban o Waldo de los Ríos); confesiones honestas (Si en una letra tengo que plagiar una frase bonita de otra canción que ya existe porque me cuadra, lo hago y lo reconozco, no pasa nada. La de Shine bright like a diamond es de una canción de Rihanna); u orgullo humilde por las colaboraciones vocales (¡Marvin Gaye!, Aly Kerr o Jesús Sáez de Llum) o instrumentales (Nuria Sánchez forma ya parte del grupo, es profesora de cello de Suzuki, una eminencia).
Los componentes de Abril del 76 no salen en las fotos del grupo. «Nuestra imagen es que … ni somos modernos, ni chicos malos. Somos gente normal. Queremos a nuestras mujeres e hijos. Preferimos que salga el concepto del grupo». Y de él, como de las portadas y de un futuro clip, se encargan Marta Bellver y Espe Meri Crespo, dos chicas que el propio Paco (es maestro) tuvo como alumnas cuando ellas apenas tenían 4 ó 5 años. Una casualidad que redunda en el aire familiar que parece rodear todo lo que hacen. Y es que hay que reivindicar las cosas bonitas.