«Dijeron el rock ha muerto/ pero aquí estoy yo», cantaban Zaidía en su primera maqueta, hace ahora cinco años. Respiraban rock and roll por los cuatro costados, muy urbano, algo blues, incluso punk de vieja escuela, deudores de Extremoduro, con mucha rabia eléctrica y el apremio de quienes siendo jóvenes parecen tener prisa. Un año después llegó II, donde sonaban más ampulosos, con más músculo y mucha velocidad, pero donde se perdían detalles. Fue en 2016, con la demo Mujeres, fuego y cosas peligrosas, cuando primaron las melodías frente a la urgencia, y la velocidad sónica parecía mejor canalizada y cantada. Aquel trabajo, que ya firmaron como Zaidía a secas sin el Power Trío que les acompañaba hasta entonces, se cerraba con El último guardián que, intencionadamente o no, ya avanzaba lo que vendría después.
Todo saldrá bien se llamaba. Seis canciones en las que sonaban con la confianza absoluta para bajar las revoluciones por minuto, abandonar carreras pretéritas aceleradas hacia metas invisibles, disfrutar con el desarrollo de las canciones e incorporar esquirlas pop sin desvirtuar su propuesta. Porque Zaidía hacen rock and roll en el concepto más amplio y sugerente del término. Aquel que permite que temas tan distintos como Ojos del sur y Baila hasta que salga el sol se conviertan en pequeños hits.