Guardo bien cerca de las papilas una comida en Il Ritrovo, en el 2007, cuando se mudaron a la calle Sueca (desde la cercana Matías Perelló). Una pasta de las mejores que he probado en Valencia achispada con un cava, Microcosmos, a la altura. La crisis finiquitó el proyecto del nuevo local de Massimo y Mariló (triste es que bajen la persiana los restaurantes que te han hecho feliz). Las ilusiones se apaciguaron en otros caldos ajenos… Hasta que ha llegado La Aceituna. En funcionamiento ya cuando ellos recalaron, de la mano de su socio y amigo Gaspar Martínez (de Jaén, de ahí el nombre) que aprovecha el buen hacer italiano de Massimo Bicego (ojo, no pizzas) y la solvencia en sala de la sumiller, Mariló Giner. Carta mediterránea de ensaladas, delicias frías como un refrescante carpaccio de atún rojo o el vitello tonnato, además de pasta, y clásicos como el bacalao al pil-pil, junto a buenos cortes de carne a la plancha.
Los gnocchi piemontese de patata con crema de queso gorgonzola no hacen añorar a los porcini de Il Ritrovo, y las velas rellenas de ricotta con trufa son el sumun de una pasta fresca sencilla y llena de sabor. A la pasta le ocurre que contra mejor ejecutada está los ingredientes no suman, restan. A los postres la ineludible panna cotta también del Piamonte (en su restaurante la probamos por primera vez y nos unimos al club de este flan cremoso que ya es patrimonio de la humanidad golosa), la suya avainillada sobre coulis de frambuesa es eterna. Como lo es la bavarese de coco con bizcocho sin harina (aviso a los celiacos, estamos en un restaurante amigable) y piña caramelizada con ron. Hay reencuentros que bien merecen unos años de ausencia para desearlos con más fuerza.
La Aceituna
Gran Vía Marqués del Turia, 15.
Este artículo fue originalmente publicado en el numero treinta de la newsletter Paladar que, todos los jueves, llega al correo de sus suscriptores. Para apuntarse gratuitamente ir aquí.