La Comisaría se presenta como una cocina de fusión asiática-mediterránea, y su jefe de cocina (pequeña y bien apañada) Eddie Phillips lleva un largo recorrido en los fogones. Pese al motivo conductor de la decoración y el concepto de restaurante de tapas y bebidas ilegales, enfocado a pasar un rato en el trullo, a esta comisaría se va para pasarlo muy bien. En pequeñas raciones eso sí, porque cada uno de los platos te deja con la ligera apetencia de querer más. Aunque si comparamos lo que ofrecen para un menú de día, de-todo-incluido, el resultado es más que satisfactorio.
La vertiente asiática se materializa en un interés por el ingrediente pequeño (una brizna puede hacer cambiar el rumbo de un plato), o mejor dicho: perfectamente cortado y situado para enriquecer la nota final de sabores. Se nota en el entrante, la ensalada japónica, que es una verbena de hortalizas con especial atención a su corte, en concassé el tomate, el resto en bastoncillos, con una textura crujiente acompañada por la indescriptible alga rizada toshaka, junto al wakame (que tan bien pega con el simple pepino, en una de las ensaladas japonesas más habituales), y unas pequeñas alubias rojas japonesas, adzuki. Viaje asiático que continúa con el sabroso wok de langostinos (plato principal) en el que descubrimos algunos de los ingredientes anteriores junto a la cebolla roja, el cebollino, pimiento rojo…
Más mediterránea es la tosta (bocado) de queso de cabra y anchoa intercalada con albahaca. Y el calamar, nuevamente cortado en dados pequeños, al que le acompaña una espuma de tomate que convierte a estos platos-tapas-entrantes en una experiencia que podría ser una afición. La misma sensación en el postre. Plátano caramelizado y brownie con otra espuma, esta vez de frutas que incita a repetir este menú de batalla con preocupación por las texturas, y la combinación de sabores. Un pequeño, gran menú.
La Comisaría
Plaza del Árbol, 5
46003 Valencia