Todo en el Bar Ché Taberna Vasca es de aplauso. La comida, los precios, el servicio, el lugar. Nunca defrauda. Desde 1933 en pie. Genuinos, aquí todo es porque es. Que Enric Alepuz les haga una camiseta ya, por favor.

Sus albóndigas no tienen parangón. Generosas, muy ricas, se deshacen, se prolongan, te hacen feliz, las añoras luego. Deberían tener su propio escaño en el Congreso, me dijo una vez Roberto Martín (Uke) sobre ellas. Yo les votaría a ciegas, le contesté. Cuando quieres que un plato no se acabe y al mismo tiempo no te satura, guárdalo en favoritos.

Lo de la salsa es de otra dimensión. El pan su mejor aliado. Sucar se convierte en un verbo infinito, en un placer colosal, en un juego en el que solo puede quedar uno. La miga y la corteza se impregnan, se elevan, rastrean hasta el último rincón de la superficie. En el fondo del plato se refleja la satisfacción. ¡Viva!