Dentro del bullebulle de un mercado, hay una especie de bares: los que forman parte de él, los que están dentro de la ballena. Bares con intensa actividad, y alto nivel de eficiencia. El cliente reposa el suspiro justo para retomar fuerzas. Y si de bocadillos hablamos ¿cuáles les distinguen?
El Mercado de Castilla es vastísimo (5.000 metros de paradas) y verde, en un barrio Tres Forques que en el paseo gana puntos porque también es amplio, con arboleda, e interesante en su estructura arquitectónica (con sus edificaciones de viviendas sociales casi del tardofranquismo) en los alrededores de este centro neurálgico del producto fresco.
En el mercado (junto a la Hemeroteca de Valencia, hay que visitarla al menos una vez en la vida) hay una placa del 2000 (era Rita). Las placas de los mercados son los fósiles del mañana, las huellas petrificadas de que una especie singular, los políticos, alguna vez pasaron por allí y repartieron apretones de mano, a cascoporro. Del Castilla destaca un envidiable sistema de aire acondicionado tipo industrial que recorre el techo por unos tubos. Una gozada para el comerciante y para el cliente. El mercado puede presumir de una rareza: ser el único en Valencia con una oficina de empleo en su interior. Este hecho estimula, imaginamos, a que no haya huecos en los puestos, porque la ocupación del Castilla es casi plena para un mercado de estas dimensiones.
El bar del Mercado de Castilla, es el centro palpitante del lugar y dice mucho de sus características: excelentes precios por un menú de almuerzo que incluye bebida, y cacaos, y aceitunas como detalle de bienvenida. Las amenities no las inventaron los hoteles sino los bares. Un acierto único para un mercado singular. En la oferta de bocadillos (y de medios bocadillos, con la medida generosa del ojo que no escatima centímetros) destaca el de jamón a la catalana con el pan tostado, las lonchas finas del jamón, y el tomate bien restregado. Una trilogía de elementos que están fuera del tiempo y del espacio.
Pero no se vayan todavía porque aún hay más: el de calamares, el de brascada, el chivito, el de albóndigas de bacalao, o incluso de puntilla, y calamar plancha. Lo que oyen. Eso demuestra que cualquier tapa sabrosa, entre pan y pan, puede ser motivo de un buen almuerzo. El conejo al ajillo o all-i-pebre completan la carta de comidas en plato. Y un detalle con importancia: que la cesta de pan aparezca en carta con un módico precio, pone en valor que el suque o moje, es deporte muy serio y de calidad en el verde Mercado de Castilla.
Mercado Castilla. C/Llombai, 4. Tres Forques.