Soy Estefanía Pastor, periodista de Valencia Plaza en materias que nada tienen que ver con la gastronomía, pero comer bien es una de mis debilidades. Por eso abrí Ñam, un blog en el que recojo lugares donde se puede comer barato, bien y en muchos casos de forma sorprendente en el día a día, sobre todo en el centro de Valencia. Para mí, comer es el eje central de cualquier buena noticia. Así que cuando quedo con alguien especial, me gusta elegir lugares donde ver sonreír a quien se sienta en frente. Se supone que solo tengo que recomendar tres restaurantes pero… Tao Tao, Nuez Café, Karak y Domèstic… Vamos allá.
1.- Secreter (C/ dels Mestres, 5. Barrio La Xerea)
Si tuviera que elegir mi lugar preferido para comer en Valencia un día cualquiera y de forma más que asequible no tendría ninguna duda. Secreter Sala de Estar es el lugar donde siempre me dejaría caer para disfrutar tanto de la comida como del espacio. Con sorprendentes combinaciones en la que mezclan recetas internacionales, nunca me he encontrado con una mezcla que no me guste. Desde noodles a hummus de garrofó o postres geniales como mousse de arroz con leche. Pero los restaurantes también son espacios y la terraza es genial. Un rincón mágico de donde no te levantarías jamás. Además, me gusta ir porque siempre acabo encontrándome a alguien conocido.
2.- Come & Calla (C/ Poeta Antonio Chocomeli, 1. Barrio Campanar)
Por lejanía con mi sitio de trabajo era difícil frecuentarlo, pero un día fui corriendo después de que mi tía me dijera que estaba con mi primo allí y no habían empezado con el homenaje. Ahora se ha convertido en tradición comer en este restaurante cuando podemos entre semana. Me encanta ir, comer en la terraza, beber una copa de vino y encontrarme entrantes inesperados y divertidos, además de un buen arroz (el de bogavante está fetén) de Alejandro Platero, dueño del restaurante y ex concursante de Top Chef.
3.- Nozomi Sushi Bar (C/ Pere III El Gran,11. Barrio Russafa)
En Nozomi he estado tres veces y recuerdo perfectamente cada una de ellas. Recuerdo lo que comí, a qué sabía el pescado, la textura de cada uno. Me gusta comer y bien, e intento hacerlo habitualmente, pero he de decir que para mí, el culmen de la felicidad gastronómica se produce en Nozomi. La sensación de comer un uramaki de bogavante y ver cómo se deshace en la boca es increíble aunque su exitoso niguiri braseado o el usuzukuri de dorada con aceite de trufa (y la decena de platos que he probado) también son bestiales. Es como experimentar sin parar lo que los japoneses llaman el umami, el quinto sabor, pronunciado e intenso. Además, la serenidad de este restaurante, con decoración que evoca a Kioto, está entre los 10 restaurantes más bonitos del mundo por los Restaurant & Bar Design Awards. Comer allí es una experiencia para los sentidos.