Me llamo Nuria Rodríguez. Soy artista y docente, y el orden es reversible. A diario me gusta pasear (bueno, más bien salir a correr por la montaña) y explorar, recolectar y pintar, clasificar y pensar, leer y hacer colecciones. Me gusta elaborar una tentativa de inventario de las cosas que me rodean, de las cosas que encierro en un círculo mágico, congeladas, esperando a dialogar con las otras cosas. “La palabra hace la cosa”, decía Borges.
En las últimas exposiciones, mis últimos proyectos, he mostrado el proceso de trabajo de cada colección y de cada “álbum”, que, indefectiblemente, me lleva siempre a la pintura. La más reciente ha sido la exposición Historia Natural, la colección infinita, en el Colegio Mayor Rector Peset de la UV, en la que proponía al artista/coleccionista como un recolector de imágenes, objetos y curiosidades, un “productor de sentido”, que encuentra y reconstruye nuevas “especies”, tejiendo sus costuras entre diferentes lenguajes. El resultado es el taller, qué como una enciclopedia infinita de conceptos, palabras y formas, archiva los cuadros que se acumulan junto a objetos, cuadernos o videos y, propone una contemplación minuciosa de toda esta suma de fragmentos, como si estuviéramos ante mi propio gabinete de curiosidades y que voy completando con aquello que sucede en el día a día.
Algunas de esas cosas que forman parte de mis colecciones, las encuentro cuando salgo a cenar con mis amigos a estos lugares especiales donde compartir buena comida y excelente ambiente, que ahora recomiendo. Lugares especiales para conversaciones “fuera de campo”.
1.- Kamon (C/ Conde Altea, 32)
Me encanta la comida japonesa y el sushi. En Kamon fusionan la cocina nipona con la cocina española y consiguen unos sabores sugerentes. Excelentes y variadas colecciones de nigiris y makis, así como de sopas y pastas.
2.- Restaurante Delicat (C/ del Conde de Almodóvar, 4)
He ido muchas veces porque allí celebramos las inauguraciones de los amigos. Siempre nos sorprenden con nuevos platos y presentaciones muy elaboradas. La creatividad de los platos es constante y, como vamos tantas veces, se agradece la innovación y la variedad de la carta que, por otro lado, hace insuperable la relación calidad/precio. Cabe destacar sus mejillones con cebolla y cilantro que no pueden faltar como inicio y preludio de una degustación exquisita.
3.- Mattilda (C/ Roteros, 21)
Excelente menú al mediodía, con un buen precio y una diversidad muy recomendable. En la carta, hay que probar sus tallarines de sepia con habas, soja, tomates secos y jamón crujiente y el postre de cinco texturas de chocolate. ¡Hummm…!
Este artículo fue originalmente publicado en el numero veintinueve de la newsletter Paladar que, todos los jueves, llega al correo de sus suscriptores. Para apuntarse gratuitamente ir aquí.