Soy Ximo Espinosa. Soy editor en Oficio-Lindo&Espinosa, que el pasado mes de noviembre lanzó su proyecto más ambicioso hasta la fecha: los diarios de Elvira Lindo, «Noches sin dormir», a la sazón socia del sello editorial, en coedición con Seix Barral.
Soy de gustos gastronómicos «clásicos», hace años me llamaba más la sofisticación pero me hago mayor y cada vez me tiran más los sitios de toda la vida, o más recientes, pero que hacen las cosas como toda la vida se han hecho.
1.- Tres Camins (Camí dels Anouers, 97. Pinedo)
Por la mañana. Ese día que tienes tiempo para desayunar-almorzar como debe ser siempre voy al Tres Camins. Todas las tortillas están buenísimas (morcilla, ajos tiernos, patata por supuesto) y quien no quiera bocadillos, tiene el plato típico con sardina de bota, huevo frito y cebolla frita. No soy cafetero, pero para quienes lo son, el cierre tiene que ser un ‘cremadet’.
2.- Sierra de Aitana (C/ Pascual y Genís, 18)
A mediodía. La ensaladilla rusa de Sierra de Aitana directamente me trastorna. Si estoy por el centro y quiero comer algo rápido, en barra, voy directo allí y la ensaladilla nunca falta. Llevo años comiéndola y aunque ahora muchos restaurantes la incluyen en sus cartas, sigo sin encontrar otra que la supere. Puede parecer demasiado fina a primera vista, pero la sensación cuando te la metes en la boca es que tiene todo lo que tiene que tener una ensaladilla, con cada ingrediente en la medida exacta.
3.- Tora (C/ Pedro III el Grande, 13)
Por la noche. Cocina japonesa de taberna, Sonia siempre te hace sentir como en casa. La especialidad es el cerdo al estilo Okinawa, suculento. Pero yo soy más de pescado, así que me quedo con el atún fresco con aguacate, un plato menos elaborado, pero igualmente exquisito.
Este artículo fue originalmente publicado en el numero diez de la newsletter Paladar que, todos los jueves, llega al correo de sus suscriptores. Para apuntarse gratuitamente ir aquí.