Hubo un tiempo en que era imposible entrar en un kiosco y salir con las manos vacías de papel. Las revistas marcaban el paso informativo en un país que despertaba a las libertades y tenía ansia de noticias. El Papus y Ajoblanco, cada una a su manera, contribuyeron a ello. También une a ambas cabeceras su afán provocador. Y que el cineasta David Fernández de Castro rodara sendos documentales sobre ellas. Los dos (El Papus. Anatomía de un atentado y Ajoblanco. Crónica en rojo y negro) se podrán ver el próximo miércoles, 2 de octubre, a partir de las 18.30h, en la Sala SGAE Centre Cultural de Valencia, dentro del ciclo Tiempos salvajes, dedicado a películas de (o sobre) la Transición española.
La masacre sufrida en la redacción de Charlie Hebdo pudo tener un antecedente español muchos años antes. El 20 de septiembre de 1977 un maletín le explotó al conserje del edificio en el que se encontraba la sede de El Papus. La revista satírica y neurasténica era el objetivo, más concretamente su director, Xavier Echarri. El portero del inmueble falleció en el acto. Hubo varios heridos más. A David Fernández de Castro la historia le pilló de cerca. Su padre era uno de los redactores de la publicación. Como dice al principio del documental El Papus. Anatomía de un atentado (2010), ese día descubrió que «mi padre no tenía un trabajo normal y acababa de sobrevivir a un atentado de la extrema derecha».
A lo largo de casi una hora, la cinta no solo reconstruye el trágico suceso, sino que ahonda en la extraña investigación y resolución judicial posterior. Sin culpables, quedó impune. De hecho, el propio director del film se encontró con obstáculos infranqueables a la hora de querer consultar determinados archivos. Tampoco quisieron hablar los familiares de la única víctima mortal. Aquel atentado, por otra extraña decisión en torno a las indemnizaciones, acabó siendo determinante para el cierre de la revista. Fue un triunfo para el terrorismo. Y una derrota para el país. Como escribieron en la revista El Cuervo, «triste país donde ponen bombas a las revistas de humor».
Aquellas amenazas que recibía cada semana El Papus y que acabaron haciéndose realidad con el atentado, también llegaron (y no solo en formato carta) a la redacción de la revista Ajoblanco cuando publicaron el número que incluía el Dossier Fallas. Donde ellos pretendían reivindicar la transgresión de una fiesta popular, las mentes más rancias solo vieron insultos y ofensas. Cuatro meses sin números nuevos y exilio a Menorca fueron las consecuencias. Lo cuentan sus protagonistas en Ajoblanco. Crónica en rojo y negro (2015), imprescindible documental que radiografía el nacimiento de la revista desde su más remoto origen (incluida la casualidad de su bautizo) hasta el fin de su segunda etapa (la tercera aún no había ocurrido).
Lo que supuso su aparición para la prensa de izquierdas y de derechas de entonces, el pleito de Coca-Cola por copiarles la tipografía, el lenguaje rompedor que utilizaban, su concepción de lo que era la contracultura, testimonios de sus creadores (Fernando Mir, Toni Puig, Luis Racionero y Pepe Ribas) y otros colaboradores como Féliz de Azúa, Karmele Marchante o Fernando Savater, su apuesta feminista, la importancia de las jornadas libertarias celebradas en Barcelona en 1977, el cambio en la segunda etapa de revista contracultural a revista cultural con colaboradores tan dispares como Antonio Baños (Los Carradine, la CUP) o Mario Vaquerizo; se van sucediendo en un relato que se acaba tiñendo de desencanto.
Resulta imposible hablar de ambos documentales sin una coda final. La que los conecta con los tiempos en que vivimos, en que el humor o la libertad de expresión tienen siempre a la sombra una mordaza que los quiere controlar. Han pasado los años y la historia empieza a repetirse. Ver estos dos documentales puede ser un buen antídoto contra todo ello.