
‘El tesoro de Barracuda’, dirigida por Adrià García, llega a la Sección Finestra y está nominada a los Premios Lola Gaos en la categoría de Mejor Largometraje de Animación.
La pérdida de patrimonio fílmico, sea profesional o doméstico, es una de las tragedias añadidas a la catástrofe de la dana, pero gracias al compromiso y sensibilidad de 15 estudiantes de Comunicación Audiovisual, Sociología, Periodismo e Historia del Arte de la Universitat de València, los recuerdos embarrados recobran vida ahora a través del cine.
Las capas de la memoria, cuyo estreno acoge la Mostra de València–Cinema del Mediterrani, es un homenaje a la memoria y la resiliencia. Impulsado por la Academia de Cine y la Universitat de València, el proyecto ha buscado revitalizar materiales gráficos dañados por la dana a partir de las imágenes rescatadas por el programa Salvem les fotos, del Área de Patrimonio de la Universitat. Con su proyección dentro de las Sesiones Especiales, el festival se suma hoy al dolor y al recuerdo de la tragedia en la víspera de su primer aniversario.
El trabajo ha dado lugar a ocho piezas audiovisuales elaboradas por estudiantes, guiados por los cineastas Nuria Giménez, Sergio Oksman y Víctor Serna. Como explica este último, “las obras transforman fotografías y álbumes familiares sepultados por el barro en relatos cinematográficos sobre la pérdida, la memoria y la esperanza”, a lo que añade “la importancia de la mirada joven como motor de reconstrucción emocional y cultural”. Cada imagen recuperada es un testimonio de resistencia: “Trabajar con ese material nos ha recordado que la memoria también puede reconstruirse a través del arte”, señala Serna.
La memoria familiar como materia de creación
Desde el Área de Patrimonio de la Universitat de València, Marisa Vázquez de Ágredos, directora del programa Salvem les fotos y coordinadora del proyecto, destaca que “Los alumnos, muchos de ellos afectados también por la dana, han sabido convertir la tragedia en creación, encontrando belleza y humanidad en los restos del desastre”. A partir de las fotos recuperadas por la universidad, cineastas y estudiantes elaboraron guiones para resignificar ese contenido: “En algunos casos se acercaron a la ficción o al documental autobiográfico, pero siempre desde una interpretación personal, artística y respetuosa”. Narraciones muy distintas unidas por el mismo origen: “Algunos partieron de los daños que la dana había causado sobre las imágenes, conectando lo que quedaba de las fotos y texturas con el arte contemporáneo. Otros, exploraron cómo el pasado se entrelaza con el presente. La idea era fomentar la creación contemporánea a partir del material patrimonial de las familias afectadas”.
Los estudiantes que participan en el proyecto coinciden en destacar la intensidad del proceso creativo y el diálogo emocional que implicó trabajar con recuerdos reales de familias afectadas: “Fue un proceso muy íntimo. Dialogamos mucho sobre lo que sentíamos al ver las fotos y sobre cómo podríamos transformar esa emoción en historias que respetaran el dolor, pero también hablaran de esperanza”, comenta una de las participantes.
“De esas conversaciones surgieron piezas muy diversas, algunas más poéticas, otras más documentales, pero todas con la voluntad de dar un valor estético y humano a algo que fue muy trágico”, añade otro estudiante. “Trabajamos con una mujer de Catarroja que había perdido casi todas sus fotos. Las imágenes estaban tan dañadas que apenas se distinguía nada, pero en ese vacío encontramos el sentido profundo de la memoria: lo que recordamos incluso cuando la imagen desaparece”, explica otra alumna. “Nos preocupaba cómo hacer arte de una tragedia tan reciente sin herir sensibilidades. Por eso abordamos el trabajo con mucho respeto y con gratitud hacia las familias que nos permitieron entrar en su intimidad”, concluyen los estudiantes.
Los jóvenes creadores agradecen especialmente la generosidad de las familias que cedieron sus fotografías dañadas, permitiendo que sus recuerdos —aunque fragmentados— se transformaran en nuevas obras que resignifican el pasado y lo convierten en arte y memoria compartida.
Las Mostra también presenta hoy en Finestra la película de animación El tesoro de Barracuda, dirigida por Adrià García y escrita por Amèlia Mora, una producción valenciana nominada a los Premios Lola Gaos en la categoría de Mejor Largometraje de Animación.
La cinta, “una adaptación bastante libre del cuento”, según las lines producers Teresa Pascual y Zoraida Pensado, narra las aventuras de Chispas, una niña que, en su búsqueda de sus padres, acaba por accidente a bordo del barco del Capitán Barracuda, una tripulación de piratas con un curioso problema: ninguno de ellos sabe leer. Solo ella podrá ayudarles a descifrar el mapa del legendario tesoro de Phineas Crane, iniciando una historia de amistad, humor y aprendizaje que combina aventura y emoción con una mirada sensible y contemporánea. Para su creación, explican “el proceso ha sido muy largo y el equipo era un verdadero desafío ya que es una coproducción y había que utilizar diferentes técnicas, tiempos, en algunos casos éramos más de cien personas”.
El director Adrià García destaca el enfoque artesanal y expresivo del proyecto: “En esta película hemos sido bastante estrictos con la animación. El 3D es casi inexistente; lo hemos creado a base de ilustraciones en 2D, generando profundidad a partir de los propios dibujos, moviéndose y jugando con las distancias”. García, galardonado con el premio Goya a Mejor Película de Animación en 2007 por su ópera prima Nocturna, subraya, además, el mensaje universal de la película: “El tesoro de Barracuda no da lecciones, pero transmite un mensaje poderoso: la lectura transforma, une y nos hace libres. Esta historia tiene humor, misterio, ternura y una visión del mundo abierta y empática. Es una película que habla el lenguaje de los niños, sin subestimarlos”.















