Vera Dreams of the Sea es el debut largo de la cineasta kosovar Kaltrina Krasniqi. La película, estrenada en el Festival de Venecia, compite en la Sección Oficial de la Mostra de València, (hoy lunes, 24 de octubre, a las 22.30h, en los Cines Babel hay una última oportunidad de verla).
La Vera del título es una mujer de mediana edad que trabaja como intérprete de lengua de signos en un informativo de la televisión. Su vida dará un vuelco cuando su marido se suicida y un familiar reclama la propiedad de una casa que tenían en el campo porque asegura que se la había prometido el fallecido. Vera deberá hacer frente a las presiones de todo tipo de una sociedad profundamente patriarcal.
Vera Dreams of the Sea nace a partir de un guión que te presenta Doruntina Basha, ¿qué te atrajo de la historia? ¿Se rodó aquella primera versión o fue evolucionando?
Doruntina Basha me presentó una versión muy preliminar del guión en 2013 y enseguida dije que sí porque me encantó el personaje principal y cómo se representaba. En 2014 fuimos al Midpoint Institut, en República Checa, y allí estuvimos durante un año desarrollando el guión. De los siete años que nos ha costado poner en pie la película, tres fueron dedicados al guión.
Tardaste un año en encontrar a la protagonista, Teuta Adjini, y has comentado en varias ocasiones el temor que tenías a que su experiencia exclusivamente teatral marcara su interpretación. ¿Cómo fue el trabajo con ella? ¿Le indicaste algún referente cinematográfico en el que fijarse?
En general, no me gusta enseñarles ninguna película a los actores cuando rodamos. Me gusta apelar a nivel personal para que encuentren algo que les resulte verdadero del personaje que van a representar.
Teuta tiene una experiencia teatral enorme, es una gran profesional, y entendió perfectamente el personaje de Vera, su historia, sus miedos, los motivos de sus silencios. Todas nosotras hemos estado rodeadas de este tipo de mujeres durante nuestras vidas.
La película es un drama, pero contiene elementos propios del thriller (la mafia, las extorsiones, la corrupción…), ¿cómo mantuviste el equilibrio entre ambos géneros para que la historia de Vera no fuera absorbida por esas otras realidades paralelas que transcurren junto a ella?
Los thrillers no me atraen mucho, no me interesan lo más mínimo. Pero sí que me gusta jugar con su lenguaje, creo que contribuye a crear la tensión sobre los miedos del personaje principal.
Y sí, es una línea muy fina y hay que ir con mucho cuidado para no exagerar estos elementos de thriller. He tratado de mantenerme siempre cerca de lo que era importante, que era la historia de Vera y su mundo, pero para retratar sus miedos también tenía que introducir estos elementos de thriller y lo hice de esta forma como elegante.
Hay dos escenas de la película, muy importantes, y que están resueltas de manera soberbia. Una es cuando Vera descubre que su marido se ha suicidado en el cuarto de baño. El espectador ve durante cuarenta segundos la puerta cerrada del mismo, mientras se oye dentro a la mujer. Eso provoca en el público que imagine lo que ha sucedido siendo, seguramente, más impactante que si viéramos el cuerpo sin vida ensangrentado del hombre.
Puede parecer una locura, pero es la primera escena que me vino a la cabeza. El suicidio siempre estuvo en el guión, pero la pregunta era cómo lo íbamos a representar. Sabía que ella, en ese momento, no iba a estar en casa, y también que lo viviríamos detrás de una puerta. Con estos cuarenta segundos quería, efectivamente, potenciar la imaginación del espectador porque este es el tipo de cine que me gusta a mí.
En la otra escena se escucha en alto una grabación de móvil que será muy importante en el desarrollo final de la historia. Y ocurre en un café de sordomudos, por lo que solo las dos personas implicadas lo pueden oír, lo que te permite dosificar y jugar con la tensión del momento.
Crecí en Pristina, capital de Kosovo, en el centro, y cerca había un centro para personas sordas. De pequeña, recuerdo pasear por allí con mi madre, y la sensación que tenía cuando les veía después de sus reuniones es que estaban teniendo las conversaciones más fantásticas y fascinantes posibles. Así lo reflejaban sus rostros. Yo les observaba y de alguna manera quería formar parte de esa comunidad.
Cuando ya tuvimos claro el personaje de Vera, empezamos a trabajar el lenguaje de signos con el grupo de personas sordas que aparece en la película y en nuestra primera reunión nos tomamos un café en dicho centro. Allí me di cuenta de que estaba en un sitio en el que podía compartir todos mis secretos (ríe). Así fue cómo surgió la idea.
La música suele reforzar los momentos de más tensión del film, generando inquietud o alertando del peligro. Pero hacia el final de la cinta, Vera y su hija escuchan una canción en el coche, que tiene el efecto contrario, resultando muy reconfortante y plácida su escucha para el espectador. ¿Qué importancia tiene la música en la película?
Trabajé con dos compositores, Genc Salihu, de música más alternativa, y Petrit Çeku, de música clásica, que crearon dos capas musicales distintas. Por un lado, una capa de tensión musical, y por otra la de un cuarteto de cuerda muy minimalista. Para mí la música es importante, pero no quiero que lleve la historia, sino que acompañe a los personajes a desarrollar lo que quiero contar.
Fue un trabajo en equipo. Genc y Petrit me iban mostrando su trabajo y, después de escuchar las piezas, entre los tres decidíamos qué parte se quedaba en la película. Aprendí muchísimo de música clásica y de cómo llevar a otro nivel tanto la historia como los personajes a través de la música.
La canción a la que haces mención es una canción tradicional y es muy importante para mí porque todas las mujeres de la generación de Vera la conocen. Es un tema de amor y al mismo tiempo muy espiritual. Está elegida de forma muy intencionada para el momento en el que aparece en la película.
¿Se ha estrenado la película en Kosovo? ¿Qué recepción ha tenido?
La idea era estrenarla en Kosovo en enero de 2022, pero no fue posible por las medidas contra el coronavirus. Así que decidimos trasladarlo a septiembre de este año en un festival de cine nacional, y luego estuvo dos semanas en cines, no solo de Kosovo sino también de Albania y Macedonia. Estuvo muy bien llevar la película a casa porque, por suerte, había viajado por todo el mundo, con una excelente acogida crítica, pero lo cierto es que allí nadie la había visto (ríe). Para mí era muy importante que se estrenara para hablar de ella, de lo que se cuenta. Fue una acogida muy cálida que me conmovió mucho.