El título del último disco de Los Radiadores, Puño en alto (Bonavena Música, 2018), no deja lugar a dudas y define a la perfección su contenido. Es un ep de cuatro canciones, con empaque y personalidad suficiente para no ser tomado como un trabajo de transición entre Lp’s. Y con mucha actitud. La vibrante producción de Luis Martínez refuerza el nervio eléctrico que suele recorrer sus composiciones. Larra, The Equals vs The Clash y dos desopilantes historias sobre la riada de València y Adolfo Suárez son la línea argumental del mismo.
Sacamos del local de ensayo a Raúl Tamarit (guitarra y voz), Sergio Domingo (bajo y coros), Jose Antonio Nova «El Joven» (guitarra y coros) y Vicente Vila «Metralla» (batería y percusiones), y les pedimos que elijan sus discos favoritos.
The Clash (The Clash, 1977)
(Raúl) Cualquiera de los discos de los Clash merecería ser reseñable y los sigo escuchando con auténtica devoción. Pero hoy escojo el primero. Tiene todo lo que espero de un disco: inmediatez, canciones, estribillos y buenas letras. Y es que todavía cuando lo escucho me estremezco con la poderosa Janie Jones, el diálogo de guitarras entre Strummer y Jones y el bajo de Simonon en Polices & Thieves y London’s Burning; la melodía y la guitarra de Mick Jones en I´m So Bored With The USA; el estribillo de White Riot y Career Opportunities, con un discurso todavía vigente: “Oportunidades de empleo son las que nunca llaman a la puerta. Cada trabajo que te ofrecen es para deshacerse de ti”. Paro o trabajo precario, y así seguimos. Compromiso social, canciones y una envidiable imagen, que al fin al cabo también forma parte del todo.
The Stooges (The Stooges, 1969)
(Raúl) Me valdría cualquiera de los dos siguientes: Fun House o Raw Power. Pero es que el primero que escuché de Stooges fue su primer álbum, y sonó casi por casualidad. Se encontraba alojado en el relleno de una cinta casete. En ese espacio que sobraba y en el que se grababa lo que fuera para cubrir el minutaje. Pues ahí estaba. Cuando sonó 1969 se paró el mundo. Ese extraño estéreo, el wah-wah, las palmas, el solo del final… era como que sonaba mal. Pero me encantaba. Luego se fueron sucediendo las demás: esa distorsión apabullante con el martilleante piano de I Wanna Be Your Dog, la enigmática We Will Fall con la viola abrasiva; la contención histérica de No Fun, sonando la guitarra y unas palmas (de nuevo palmas) por un altavoz, y la batería y el bajo por otro. Era distinto a todo lo que había escuchado, y sigue siéndolo. Los Radiadores hemos llevado al directo en alguna ocasión dos de las canciones de este álbum: No Fun y I Wanna Be Your Dog; eso sí, esta última con la letra de Parálisis Permanente, y no precisamente por casualidad. Además, No Fun fue la primera canción que me aprendí entera con la guitarra cantándola al mismo tiempo. Todo encaja.
Rattus Norvegicus (The Stranglers, 1977)
(Sergio) Me chifla esa instrumentación tan «virtuosa» para convivir con el punk del ’77, pero es que estos ya venían aprendidos de casa. Me quedo con ese bajo de JJ Burnel, un hipnótico acto de demolición que define el sonido de la banda, junto a los teclados de Dave Greenfield, siempre en primera línea, sonando como un primo bastardo de Ray Manzarek. Proto-punk, punk progresivo, qué mas da. El disco va bien surtido, pero tan sobrados van que hasta incluyen un blues-valsero, Princess Of The Streets; si te gusta el Rebel Waltz del Sandinista!, échale un tiento a este.
Secondhand Daylight (Magazine, 1979)
(Sergio) Devoción por Magazine. Soy más de Devoto que de Pete Shelley, lo confieso. Este es el primer disco que escuché de ellos y al que guardo más cariño. Cierto que no trae, ni por asomo, la urgencia del Real Life, pero es harto complicado escapar de tanta densidad. Barry Adamson no deja de tejer una retorcida maraña para que ahí reposen las guitarras (y saxo) de McGeoch y unos teclados con restos de fluido rosa a cargo de Dave Formula. El portal interdimensional sigue abierto, escucha la instrumental The Thin Air y disponte a volar. ¡Viva el post-punk!
New Boots And Panties!! (Ian Dury, 1977)
(El Joven) Uno de mis discos de cabecera, procedente de la jugosa y ecléctica colección de vinilos de mi hermana. Ahí estaba yo a mis catorce años escuchándolo obsesivamente en bucle con los auriculares a todo volumen y absolutamente perplejo con aquella voz tan peculiar y ese tipo de canciones tan extrañas y diferentes a todo lo que había podido escuchar antes. Así me he quedado, claro. Sigo saltando como un pollo sin cabeza con Sex and drugs and rock and roll y aún se me pone la piel de gallina con Sweet Gene Vincent. Soberbio.
Aloha from Hawaii: Via Satellite (Elvis Presley, 1973)
(El Joven) Poco que decir. Este pedazo de disco doble habla por sí solo. El Rey Elvis en estado de gracia, en el mejor momento de su carrera, con una voz que hace temblar los cimientos de mi corazón, y un pedazo de banda y unos coros que lo convierten en un clásico imbatible. Procedente de esa misma colección de vinilos de mi hermana que, pensándolo bien, me hicieron lo que soy hoy en día. Eso y su afición a los comics que me contagió. Qué diablos, el Burning Love va para ella allá donde esté.
Los Singles (Parálisis Permanente, 1984)
(Metralla) En la península ibérica, antes de los 80, la música que se hacía fuera llegaba un poco tarde y con cuentagotas. Pero las cosas empezaban a cambiar y gracias a ello surgieron nombres como Parálisis Permanente. Un grupo con un estilo muy marcado por lo que pasaba fuera de nuestras fronteras. Empezaron sacando singles de corta tirada y escueta promoción. Y aunque ya conocía la mayoría de las canciones, no fue hasta que las recopilaron en este disco cuando pude disfrutarlo y darme cuenta de lo que habían creado. Un sonido potente entre el punk, after-punk y siniestro, con guitarras muy presentes y letras sencillas que te enganchaban a la primera. El disco incluía versiones previas de canciones que habían aparecido en su primer y único LP El acto, para mi gusto mejores, sin mucha producción, más fieles a lo que eran en directo. Creo que Autosuficiencia es una de las mejores canciones punk que se han hecho en España.
In The City (The Jam, 1977)
(Metralla) Año 1977, una de los mejores épocas para hacer música sin prejuicios ni industria que valga, caldo de cultivo para el punk, una verdadera batidora, y un momento de revitalización de otros movimientos algo más clásicos en el tiempo como el movimiento Mod. En este disco, The Jam volvieron a poner de actualidad ese estilo rythm and blues e influencias sesenteras cargadas de rabia, abriendo la puerta también al soul que llegaría pronto a su repertorio de forma más evidente. Y supieron transmitir lo que estaba pasando, el ambiente en las calles en sus canciones. Fue un soplo de aire fresco que enseguida caló en la juventud. El ambiente punk que se respira te sale por las orejas… canciones a un ritmo acelerado sin perder ese toque sixtie. Dieron un paso adelante sin tener que romper con el pasado. Grupo referente, abrieron las puertas a otros grupos encuadrados en el mismo movimiento.