Pilar Almenar. Foto: Tania Castro.

Nací en Valencia en 1984. Un lunes. Supongo que quería empezar la semana dando guerra. Y aquí sigo. De familia agricultora, mis primeros pasos académicos se encaminaron a las ciencias, pero cuando me licencié en Ciencias Ambientales, el gusano del periodismo ya me había picado. Aun no me había dado cuenta, pero yo ya era periodista. Durante años había estado escribiendo, participando en concursos de literatura juvenil, trabajando en Radio La Coma, una radio comunitaria con objetivos de integración social y haciendo cursos de escritura creativa y fotografía. Lo mío, realmente, era la comunicación. Pero no era tarde. Así que hice un máster en periodismo en Madrid y me lancé a la piscina.

Desde ese momento he trabajado como periodista para diversos medios de comunicación como El País, Público, Valencia Plaza, La Marea, El Salto o Vice. Siempre me han interesado la cultura, los derechos humanos, el activismo, el feminismo, la fotografía o la memoria histórica. Creo en un periodismo de servicio público, que hable a todas las personas, sin importar su nivel de formación y que dé voz a quienes no la tienen. Me esfuerzo por que me entiendan las señoras de mi barrio. Para que me entienda mi madre.

Es posible que me hayas visto en PhotOn Festival, festival internacional de fotoperiodismo, con el que colaboro desde hace años o quizá en Abierto Valencia o en ClickAlMercat, el concurso de fotografía en los mercados municipales de València. Ahora también me puedes escuchar explorando las ondas hertzianas en Samarucdigital, programa transmedia sobre medio ambiente emitido por la nueva radiotelevisión pública valenciana Àpunt.

Como lo que más feliz me hace en el mundo es aprender, te paso aquí unas pocas respuestas por si te apetece curiosear a ti también. Bienvenidas y bienvenidos  Soy Pilar Almenar.

Un disco: Pyramid de Alan Parsons Project, nada menos que del 78, yo no había ni nacido. Recuerdo que mi padre guardaba en casa sus discos de Alan Parsons con cuidado, casi escondidos y recuerdo sacar Pyramid cuando él no estaba y ponerlo en el tocadiscos cuando era una cría. Y flipar. Era como drogarme, pero sin tomar nada. Me sentaba en el sofá solo a escucharlo, sin hacer absolutamente nada más. Supongo que es momento de confesar que, cuando me independicé, tanto Pyramid como Vulture Culture (que tiene exactamente tantos años como yo) desaparecieron de la colección… Papá, no los busques. Te los estoy cuidando.

Una película: El crepúsculo de los dioses, de Billy Wilder, con esa increíble Gloria Swanson. O por favor, El verdugo de nuestro amado líder con B. Imprescindible esa peli.

Un libro: Me lo ponéis difícil con eso de uno, uno… Casi cualquier cosa de Delibes o de García Márquez, por ejemplo. Alice Munro, Chéjov… Siempre me han gustado mucho los cuentos y el microrrelato… A veces son la mejor manera de explicar un mundo tan loco como este.

Una serie de tv: A dos metros bajo tierra (Six feet under, en la versión en inglés). La vi hace un montón de años y me sigue alucinando su estética, la complejidad de sus personajes y las relaciones entre ellos. Y cómo acabas queriéndoles a todos. La tengo fresca porque la revisito cuando puedo.

Una serie de dibujos de tv: Érase una vez la vida con esa hemoglobina cargando oxígeno en la mochila y caminando por las arterias como de excursión. Y todas aquellas aventuras anatómicas que me hacían explotar el cerebro pensando que había como bichos parlantes dentro de mí. Aquella serie despertó en mí un interés enorme por la ciencia. Quizá se haya quedado un poco viejuna, pero era súper didáctica y estaría bien que las niñas y niños pequeños volviesen a verla.

Una revista: Pikara Magazine. La sigo desde que empezaron. No tenían ni siquiera redacción y no publicaban en papel. Me gusta su coherencia, su constancia, su compromiso y que abra reflexiones y debates que otras publicaciones no abordan. Aprendo mucho con ellas y además el anuario que sacan en papel es precioso. Muy fan.

Un icono sexual: Pues la verdad es que nunca he tenido un icono. Pero si tuviese que describirlo seguramente sería alguien muy inteligente. Alguien que me genere curiosidad y con quien aprenda. Y que tenga empatía, por lo que más quieras. No me ponen nada los músculos brillantes, las espaldas de metro y medio, la gomina, los corsés, los tacones altos, las sonrisas profidén y todas esas carcasas incómodas que además se estropean. Menuda carta a los Reyes Magos que me ha quedado…

Una comida: El esgarraet de mi madre. Tengo testigos. No hay más preguntas, señoría.

Un bar de Valencia: L’Aplec, en la calle Roteros. Es como mi segunda casa. Si alguna vez Estados Unidos, Rusia y Korea se ponen a lanzarse pepinos atómicos, buscadme allí. En serio.

Una calle de Valencia: La calle Cañete, un lugar a mitad camino entre un pueblo, una galería de arte y una capilla católica. Muy loca. Esta calle me la descubrió hace poco una amiga fotógrafa, Estrella Jover. Hay tantos rincones de la ciudad mágicos que no conozco…