Irene Herreras.

Me llamo Irene Herreras. Soy una víctima del marketing y las nuevas enfermedades. Padezco ansiedad crónica por culpa del mundo moderno y mi padre estuvo despertándome hasta los diez años con el Tubular Bells de Mike Olfield.

Periodista y gestora cultural, nacida en Valencia, fugada a Barcelona durante cinco maravillosos años y actualmente de vuelta en casa gracias al periodismo y a la música.

Consumo libros y melodías como si no estuviera bien de la cabeza por una cuestión de ansiedad de conocimiento. Mi carta oficial diría que como profesional independiente he trabajado tanto para magazines online como suplementos en formato papel, además de compaginarlo con mi paso por la radio y demás secciones de opinión y cultura. En la extraoficial añadiría que nunca creí que el hombre llegara a la luna en el 69.

Me podéis escuchar cada noche de 23 a 1 de la madrugada en el programa musical Territori Sonor de la radio de À Punt.

 

Un disco: Esta pregunta hace que se me seque el cerebro, pero vamos a intentarlo. Los indispensables que me vienen rápidamente a la cabeza seria desde La leyenda del tiempo de Camarón, el Omega de Morente y Lagartija Nick, pasando por el Grace de Jeff Buckley, hasta el To be kind de Swans o cualquiera de Fugazi. No puedo dejar fuera a mujeres como Sade en Diamond Life, el Bad Girls de Donna Summer o Kate Tempest en Let Them Eat Chaos.

Una película: Magical Girl, con la increíble y bella Bárbara Lennie

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Un montaje escénico: El auténtico show que ofrecieron The Chemical Brothers en el Sónar de 2015.

Una exposición: El proyecto Big Bang Data, una propuesta muy bestia que se adentraba en el fenómeno de la explosión de datos en la que estamos inmersos hoy en día. Estuvo expuesto en el CCCB de Barcelona en el 2014.

Un libro: Cosas que hacen BUM, de Kiko Amat (todavía quiero montar un grupo de punk que se llame Los Vorticistas); Todos los fuegos el fuego, de Cortázar, o Las flores del mal de Baudelaire. Esos completarían el cupo del drama y para quitarle intensidad añadiría Momo, de Michael Ende, al cual vuelvo cada cierto tiempo.

Una serie: The End of the Fucking World

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Una serie de animación: Hora de Aventuras y Rick y Morty.

Una revista: Apartamento y Jot Down, aunque por mi trabajo también soy asidua a prensa musical especializada.



Un icono sexual: Josh Homme y Lenny Kravitz (¿qué mezcla saldría de ahí?)

Una comida: Las croquetas de bacalao de mi abuela y aquí no hay discusión posible.

Un bar de Valencia: No sé si es peor esta pregunta o lo de los discos (¿se nota que me gusta comer?) El café de por la mañana en Los Picos y el aperitivo en La Conservera. Podemos ir a comer al Cabanyal a Ca la Mar (¿habéis probado esa titaina? No es de este mundo), y luego unos vinos a media tarde en La Peseta. Podemos volver rodando a Ruzafa y pasamos por la taberna japonesa Tora y para bajarlo todo, un gin-tonic en Electropura y si hay suerte mi queridísimo Jorge Tórtel me deja poner canciones.

Por los buenos ratos y todo lo que surgió allí, no me olvido de la desaparecida Magazine Club y de La Resi.

Una calle de Valencia: El carrer Museu es maravilloso y cuando cae el sol después de comer y se cuela por sus recovecos, todavía más.

¿Con quién te tomarías un vermut?: con Virginia Woolf, Simone de Beauvoir, Susan Sontag, Chavela Vargas y la Reina de Inglaterra. Todas ahí reunidas en torno a una mesa.