Patricia Gázquez. Foto: Alba Prado.

Soy Patricia Gázquez Moreno y aunque vivo desde hace casi 14 años en Valencia, mi corazón es de Puerto de Sagunto porque, como dice la canción, “con hierro me crié, del Puerto soy”.

El desorden es algo que me define, pero mi vida profesional me ha llevado por campos en los que el orden debe reinar. Y, misteriosamente, lo consigo. Por un lado soy fotógrafa, y por otro, colaboro desde hace años con el Archivo de la Filmoteca de València como técnica en archívistica y documentación. Es complicadísimo poder vivir decentemente del arte y la cultura en esta tierra, pero se hace lo que se puede.

Y bueno, como diría en la típica redacción de inglés de la ESO, me gusta mucho el arte, el cine, la música, las series, la lectura y el fútbol, así que juntamos ésto con que soy una persona muy indecisa, este “vermut” es un poco suplicio para mí. Pero un suplicio delicioso, todo hay que decirlo.

Un disco: Gracias a mi padre y a mi hermano, crecí escuchando la discografía de los Beatles y Bruno Lomas. Ellos son mis constantes. Luego llegaron Jagged Little Pill, de Alanis Morissette, que fue el disco que marcó mi adolescencia, y más tarde, con 20 años, llegó Rufus Wainwright a mi vida. Pero esto es complicadísimo de elegir, porque me vienen una barbaridad de discos a la cabeza. Así a bote pronto diría Puerto Príncipe de Alberto Montero, Blood Sugar Sex Magic de los Red Hot Chili Peppers, Trials of Van Ocupanter de Midlake, Mi fracaso personal de Astrud, Everything de las Bangles…Ah, y la banda sonora de Drácula, de Coppola.

Una película: Esta es otra cosa complicadísima. La película que más veces he visto en mi vida es Drácula, de Coppola. Y como con los discos, para no volverme loca, diría sin pensar mucho La escopeta nacional, Las Horas, El silencio de los corderos, Scream, El crepúsculo de los dioses o Delitos y Faltas.

Un montaje escénico: La primera obra de teatro de verdad que vi fue Ballant Ballant, en el Micalet. Nos llevaron con el instituto, y en la vida había ido a un teatro que no fuera la Casa de la Cultura de mi pueblo o el Teatro Romano de Sagunto para ver alguna representación amateur. Me dejó alucinada. La última obra que he visto ha sido Mrs. Dalloway, en el Principal. ¡Qué actriz Blanca Portillo!

Una exposición: He trabajado durante años en la recepción del IVAM (bueno, en esa casa he hecho de casi todo), por lo que me vienen muchas exposiciones a la cabeza (buenas, malas y nefastas, porque viví sobre todo el largo reinado de Císcar). Y como conozco medio bien los inmensos fondos del museo, me quedaría con cualquiera de las exposiciones que se han hecho en estos últimos años a partir de estos fondos. Dejando de un lado el IVAM, recuerdo con un cariño enorme una exposición de Louise Bourgeois en la Tate Modern, hará once años. Me impresionó muchísimo aquello. Aunque el lugar en el que podría pasarme la vida entera es el Museo del Prado. Dame el Cristo de Messina y El Martirio de San Felipe de Ribera y ya estaría.

Un libro: Como con las películas, el libro que más me he leído, y del que tengo más ediciones tanto en castellano como en inglés, es Drácula. ¿Obesión con el tema? Ni confirmo ni desmiento. Para seguir con la obsesión con el tema, tengo que meter aquí la saga de El Pequeño Vampiro, y Las Crónicas Vampíricas de Anne Rice, pero sólo las novelas que escribió antes de volverse (más) loca. Por otro lado, cualquier libro de Patricia Highsmith y la saga de Wallander de Henning Mankell (Asesinos sin rostro es del año 91 y es tan actual en el tema social que da miedo) . Ah, y tras una época difícil anímicamente, no me apetecía leer (algo inaudito en mí), y primer el libro que consiguió engancharme en mucho tiempo fue Tristana de Galdós, al cual admiro y venero. No puedo evitar sorprenderme cada vez que leo un libro suyo, al ver lo poco que ha cambiado este país desde entonces, y de lo moderno que era este señor.

Una serie: Expediente X es la serie de mi vida, pero hay tantas que son importantes para mí… por ejemplo Xena, Will y Grace, Mad Men, Friends, Six feet Under, Parks and Recreation, 30 Rock, (y cualquier cosa que hagan Amy Poehler y Tina Fey). Hace poco he visto The Young Pope, que no sabría si decir todavía que es una de mis series preferidas, porque sólo hay una temporada, pero creo que sí es la serie que más me ha obsesionado en años. Podría estar horas hablando de ella. Ahora hay muchas series que me flipan, pero son tantas las que veo, que parece que cuesta más que dejen poso.

Una serie de animación: Bola de Drac, con la cual aprendí valenciano. En un pueblo como Puerto de Sagunto y en los 80 y 90, Canal 9 era, prácticamente, la única manera de tener contacto con el valenciano, y los dibujos la mejor herramienta para aprenderlo. Luego vino Ranma para hacer que me explotara la cabeza, y hace unos años descubrí Gumball y me enamoré perdidamente. Bueno, y por supuesto Los Simpson, porque aunque se haya convertido en un tópico, los Simpson son la vida. Todo está ahí, hasta la dignidad, aunque no sepas reconcerla.

Una revista: He sido una loca de las revistas de toda la vida, pero hace tiempo que la cosa se ha enfriado. Imagino que es todo parte de los tiempos que vivimos. En mi caso el tema visual siempre fue muy importante, y como en mi adolescencia no había internet, las revistas eran mi salvación (sobre todo revistas de música, cine y arte). Por no hablar de que soy una mitómana enfurecida. Ahora mismo la única revista que compro cada vez que sale un nuevo número es Ferida. Me parece que ofrecen mucho más de lo que tienes a simple vista, que es mucho, porque todo el tema gráfico está muy cuidado. Pero lo que más me gusta de Ferida es que tiene un propósito patrimonial muy valioso y, sobre todo, hay mucho cariño en todo lo que hacen.

Un icono sexual: Gillian Anderson (y David Duchovny), Malena Alterio, Noemí Galera y Alba Flores (y su abuela también).

Una comida: La paella de mi padre, el ajo de harina de mi madre y las migas, también de harina, de mis abuelos. Mi padre, como yo, nació en Puerto de Sagunto, y mi madre llegó a los 5 años, pero mis orígenes son murcianos y granadinos, así que mi gusto gastronómico es una mezcla de las tres culturas. No obstante, también me vuelve loca la pizza, y que yo sepa no hay italianos en mi familia.

Un bar de Valencia: Cuando estoy en El Carmen, lo que más me gusta es ir al Immortal, sobre todo si hace buen tiempo y se puede estar en la terraza, y al Monterrey, porque además de escuchar música fántástica y ver al bonico de Víctor, te hace la cena Fela Borbone. ¿Qué más se puede pedir? Por mi barrio me quedo con la Bodega Valero y el Alhambra, y en Ruzafa con El 5 porque, como con el Monterrey, sólo por ir a ver a su dueño ya vale la pena ir (Juanvi, te quiero).

Una calle de Valencia: Como buena amante del medievo, me encanta entrar por las Torres de Quart a Ciutat Vella y caminar por allí. Antes me gustaba mucho la Plaça de l’Arquebisbe. Trabajé un verano en la Cripta de San Vicente, y me encantaba sentarme en las escaleras de la entrada y simplemente disfrutar de un ratito de paz. Ahora no podría, porque estaría mirando el móvil, y además la plaza está llena de sillas, mesas y turistas. Ahora el centro histórico es más complicado de disfrutar, pero imagino que es lo que toca.

¿Con quién te tomarías un vermut? Con mi padre.