El discreto encanto de lo cotidiano
El verano de 2012 daba sus últimos coletazos cuando la abuela de Pedro Mecinas, de 86 años, se trasladó a casa de su familia a vivir. Mecinas, por entonces, buscaba un tema para su proyecto final de máster. Quería que fuera algo muy personal, así que decidió documentar con su cámara la última etapa de la vida de una de las personas que más quería.