fotógrafo

El hombre que no fotografiaba suicidios

Weegge fue el gran cronista de Nueva York. No sólo de sus bajos fondos, sino también de otros sucesos menos sanguinolentos como fiestas varias, escenas más costumbristas e incluso de las playas. Sus fotografías toman el pulso de un tiempo y un lugar sin ningún tipo de aditivos.

El discreto encanto de lo cotidiano

El verano de 2012 daba sus últimos coletazos cuando la abuela de Pedro Mecinas, de 86 años, se trasladó a casa de su familia a vivir. Mecinas, por entonces, buscaba un tema para su proyecto final de máster. Quería que fuera algo muy personal, así que decidió documentar con su cámara la última etapa de la vida de una de las personas que más quería.

Kaiko

Seleccionando canciones o haciendo fotografías, Kaiko siempre ha demostrado una sensibilidad especial. También, buen gusto. No sería descabellado afirmar que su manera de ejercer como dj tiene una proyección a la hora de enmarcar y captar instantáneas.

Jose Bravo

Las fotografías de Jose Bravo captan instantes de vida, momentos que parecen querer traspasar los límites de la imagen. Lo mismo ocurre con sus lugares favoritos de la ciudad. Desde Ruzafa a la Peseta, pasando por la Estación del Norte.

El ojo público

Por fin se hace justicia con Joaquín Collado y sus fotografías que recuperan la Valencia olvidada. Un reconocimiento necesario, del que se han visto beneficiados esas gentes anónimas que pueblan sus trabajos y sin cuya presencia quedaría huérfano el relato de la ciudad.

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