La puerta blanca de la calle En Llop

A Chez Lyon no se va sólo a comer. Mejor dicho, uno cree que va solo a comer y acaba por formar parte para siempre, de ese restaurante que no debería nunca desaparecer. Con una cocina de raíces francesas, se peregrinaba aquí y a El Gastrónomo (ambos nacieron en los ochenta), cuando el cuerpo rugía por un steak tartar.