El mundo sin etiquetas de Kindergarten
Viajamos, musicalmente, con Guillermo Artés a la València de 1999.
Viajamos, musicalmente, con Guillermo Artés a la València de 1999.
Paco Tamarit rememora el disco «Insert Coins» de The Flauters, más de 20 años después.
Sus canciones eran melodías pop contagiosas con mucho nervio y exhalaban la insolencia propia de la juventud.
Agonizaban, musicalmente, los años ochenta y en Valencia otro grupo volvía a adelantarse en el tiempo. Terminal Sur apostaban por fusionar el pop, la rumba o los ritmos magrebíes en un disco al que no le sobraba ni un arreglo ni una estrofa.
Recordamos el primer disco de Amor Sucio. Cantaban que tenían el corazón entre sus piernas, era difícil etiquetar su punzante blues-rock salpicado de funk y surgieron cuando la Movida agonizaba y al indie aún no le salía el acné.
Polar fueron el eslabón perdido local de una conjunción de las melodías de The Velvet Underground, Galaxie 500, Codeine, Yo la Tengo o Pavement. Rara avis en una escena poco acostumbrada a las atmosferas y el sosiego sónico. Alcanzaron su cenit creativo con «A Letter For The Stars» que, ahora, rememoramos.
Tail hacían rock and roll en el sentido más amplio del término. Podían sonar enérgicos, melódicos y acelerados. Dejaron dos adictivos trabajos plastificados, «Acoustic Pollution»y este «Combat Rock», considerado como su primer álbum para ellos, con el que retrocedemos algo más de una década junto a David Garrido, voz y guitarras de la banda.
Las canciones de Vamps eran (y son, para qué engañarnos) irresistibles. Esa mezcla perfecta entre punk y glam, de estribillos adictivos, se tradujo en un fantástico disco a finales de los ochenta. José Vicente Ferrando (guitarra y voz del grupo) viaja hasta entonces para recordar todo lo que envolvió a la formación de la banda y a la grabación del álbum.
Si no fuera porque hubiera sonado a grupo rancio de los ochenta, igual Los Canadienses deberían haberse llamado La Ley de Murphy. Tal y como relata, a continuación, el que fuera cantante y guitarrista de la banda, Javier Canales, sobre su primer disco, todo lo que pudo salir mal, salió.
Con letras y melodías deudoras de Surfin’ Bichos, las canciones de Ciudadano López son un viaje de ida a los años de la post-eclosión indie y de la Explosión Naranja en Valencia. Ciudadano López luego fueron Ciudadano a secas, y ahora cada uno defiende suhistoria musica. Pero es tiempo de hablar del pasado. Jorge Pérez aparca a Tórtel y Coleccionistas y se mete en la máquina del tiempo.
1982, tres estudiantes de Psicología formaban un grupo reggae que sería la semilla de lo que después se conocería como Jah Macetas. La aparición de su primer LP, «Toda una vida», cautivó no solo por lo que significaba escuchar reggae en castellano, sino porque contenía una estupenda colección de canciones. El guitarrista de la banda, Sergio Monleón, escoge aquella que daba nombre al disco para trazar su relato de recuerdos sobre la grabación del mismo.
«Imágenes» fue el disco (o la canción homónima incluida en el mismo) que puso a Valencia en el mapa musical de los ochenta a nivel nacional. Remi Carreres, hoy en proyectos tan sugerentes como Coleccionistas, Mist o Jean Montag, fue el bajista de Glamour y nuestra firma invitada para rememorar aquellos años.
Sólo grabaron dos singles, pero fueron suficientes para que In Fraganti dejaran su huella. Quedamos con Julio Bustamante para que recuerde lo que envolvió el primero de ellos, la mezcla ideal entre la new wave y el aroma mediterráneo.
Los Cuervos fueron un grupo de rock and roll, en el sentido más amplio y excitante de la palabra que grabó un mini-Lp del que sigue siendo imposible, hoy en día, escapar. Santiago Penagos (voz y guitarra) recrea su gestación.
Nos metemos en la máquina del tiempo y viajamos al pasado para rescatar aquellos discos valencianos que no merecen caer en el olvido. Para empezar, hemos escogido el debut largo de Las Máquinas, de título homónimo.