Foto: Ryan McGuire (Gratisography.com).

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El mismo día que se hacía pública una oferta del Ayuntamiento de Foios (gobernado por Compromís, PSOE y Podemos) para sus servicios de comunicación que no habría aceptado Kunta Kinte (413,22 € + IVA al mes por una cantidad de servicios que parecían la carta de un niño a los Reyes Magos), la SER informaba de Ramón Espinar y su casa. El líder podemita no tardó en convocar una rueda de prensa para dar su versión. Algo que ya fue aplaudido desde mentideros progresistas. Sí que nos conformamos con poco. Un político hace su trabajo y casi hay que invitarle a cenar. Claro que hay otros que nunca lo hacen, pero se supone que la nueva política era esto y por lo tanto cuesta encontrarle el mérito al asunto. Otra cosa fueron las explicaciones. Y el orgullo de clase obrera que quería transmitir. Solo los que no han conocido las estrecheces de pertenecer a ella juegan a travestirse con sus tópicos. Puede que todo lo que hiciera Espinar fuera legal (tampoco hay que ovacionarle por ello), pero éticamente no lo es. Y menos cuando se tiene una responsabilidad pública. Ay, la nueva política, que pronto ha tenido que ir a comprarse Lady Grecian.