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Hola-soy-yo. De nuevo. Me piden los amigos de Verlanga que me tome un vermut con ellos. Yo cojo y voy. Claro. Fantástico ajenjo, pero no vamos a hablar de eso hoy. Al grano. Guillermo Arazo (este soy yo) estajanovista de la cultura contemporánea y la comunicación. Sólo nos queda trabajar duro. He participado en la puesta en marcha y posicionamiento de centros de cultura de lo actual como Las Naves, el Espai Mutant o La Rambleta. Hay que intentarlo. Siempre. También he disfrutado poniendo en órbita (mediática) una horda de festivales como Observatori, Cinema Jove, Festival VEOOFFF de Barcelona, Abycine de Albacete, Russafa EscènicaFestival de Cine Alemán de Madrid, entre otros… A veces escribo. That´s life.

Un disco: Tendréis que coincidir conmigo en que, en estos tiempos de implosión mediática decantarse por un solo trabajo discográfico es tarea hercúlea. Soy muy de fluir entre sonidos (entre otras cosas), y es que la coherencia sonora está muy sobrevalorada. Sí. En mi Spotify destacan las listas de: la evolución sonora de Kendrick Lamar y su (muy) grande «To Pimp a butterfly»; las alegrías flamencas de Arcángel, el salto de género (a la electrónica) y de identidad sexual de Antony and the Johnsons con Anohni y el sonido art-rock y abstracto de ¿lo nuevo? de Radiohead. Otra vez el eterno retorno.

Una película: De actualidad destaco dos: «Langosta» que confirmó a Yorgos Lanthimos como uno de los cineastas más singulares y estimulantes del momento. Nudo en la garganta. Este manifiesto contra la soltería, dibujado como distopía, nada entre las aguas melancólicas y el humor más negro. Y «Café Society», de Woody Allen, que sí, que no es de lo mejorcito de su filmografía. Ya lo sabemos. Pero es un divertido y bello juego fílmico sobre la soledad. Glups! (Nota mental: esto me lo tengo que hacer mirar). Que ya es, ya. Pereza Máxima: «Mommy», esa impostura de Xavier Dolan, me aburrió. Pues eso.

Un libro: Gracias al InCulturaFest (guiño, guiño) que celebramos en Las Naves conocí personalmente a Manuel Jabois, al que ya seguía religiosamente en sus múltiples (y brillantes) encarnaciones periodísticas, así que ahora estoy enfrascado en la lectura de “Nos vemos en esta vida o en la otra”. No se puede más que destacar la pericia de Jabois para adentrarse en la ciénaga y retratarla como tal. Con dos cojones. El texto periodístico como punto de tensión, de encuentro violento. Ese estilo bastardo que le une a la panda (que escribían torcido) de Gay Talese, Wolf o Hunter S. Thompson. Menos zascas tuiteros y más puñetazos periodísticos.

Una serie de tv: Juguemos a las series: ese gran tablero de ajedrez que es «House of cards» (Netflix), ese cluedo negro de «The night of» (HBO) ese twister de géneros que es «Transparent» (Amazon) y el Dragones y Mazmorras nostálgico de «Stranger Things» (Netflix). A veces (no) veo series. Las menos.

Una serie de dibujos de tv: «Bojack Horseman» (Netflix) una parodia tan realista del mundo de la fama y la mierda de Hollywwod como anécdota, pero de la condición humana como categoría. Un obús. En cuanto a un largo de animación el del aclamado como “el próximo Miyazaki”, Mamoru Hosoda y su «The boy and the beast». La animación era esto. Bravo.

Una revista: Tengo que reconocerlo: soy un yonki de las revistas. El papel, ese valor en alza de la cultura que parece que ha cogido carrerilla para sostener y enarbolar distintivo de modernidad (a veces, modernor) y conocimiento. ¡Viva! El goce por lo analógico, la estimulación táctil (la piel, siempre la piel) y el conjunto firme de todas las fronteras cultuales que, en torno a la palabra impresa, se congregan. Véase: conversaciones (Jot Down), literatura (The Happy Reader, Granta) diseño (Kinfolk y Apartamento) moda (Fantastic Man, Purple), gastronomía (Tapas); el arte transdiciplinar (Elephant) y placeres varios (The Travel Almanac, 032c, Kink). Bonitas sí, pero de lectura obligada. Gracias a la dealer de este material altamente adictivo, Inma (Librería Dadá) Pérez. Y Vogue España, que desde que está el amigo Borrás también se lee.

Un icono sexual: Ryan Gosling. Quién si no. Bueno, Tom Hardy también. Así está la cosa.

Una comida: Ceviche es mi nuevo mantra gastronómico. Repitan conmigo C-E-V-I-C-H-E. Salmón, atún, camarones, lubina… todo un mar de combinaciones. Acompañado, como no, con pisco sour. De rompe y raja.

Un bar de Valencia: Los bares, como la risa, va por barrios. En el Carme, Muez y La Santa Compaña; en Russafa Slaughterhouse y el «5»; en el Marítim La Fábrica, 27amigos y La fábrica de hielo. Lo que somos.

Una calle de Valencia: Me gusta andar y en soledad. Perderme. Poblats Marítim son últimamente mis paisajes más recurrente. Pero también viajar. Viajar, para curar tanta tontería que tenemos encima.