Soy Nerea Serrano y este año he consumido la segunda década de mi existencia. Durante un par de años tuve un programa de radio dedicado a la música bajo el nombre de, primero «Global Musik Revolution», y más tarde, «Norwegian Beach». Más tarde escribí durante al menos una temporada en la edición valenciana de Mondo Sonoro. De vez en cuando, tengo el placer de colaborar en Redacción Atómica y por dos temporadas he sido la mitad de Gazela Producciones, culpable del Gràcies Tour.
Amante de la música, la literatura y el teatro, estudio Filología Inglesa e Hispánica sin desesperarme demasiado. En 2011 formé junto a Diego Escriche el grupo Dreamy Eyes. En la actualidad, toco el bajo en Dezervers (que actuan este viernes en la sala Matisse) y me he decidido a cantar mis propias canciones en el grupo The Seafood Special. Con el corazón entre Valencia y Madrid y la cabeza en casi ningún sitio, esta selección acompañada de un vermut fresquito.
Un disco: Esta es quizás la elección más complicada de todas las de esta lista… Cada semana puedo asegurar con total seguridad que tengo un disco favorito, y cada semana es uno diferente. Pero puestos a echar la vista atrás y a recordar una con nostalgia, tengo que decantarme sin ninguna duda por «The Wall» de Pink Floyd. Vale, que no es el mejor disco de Pink Floyd, que hay cosas mejores… Puede ser, pero es mi disco. Recuerdo con trece años ser por primera vez consciente de que estaba gastando el dinero en un disco. Lo compré en la FNAC, un doble disco que incluía las ilustraciones de las animaciones de la peli dentro del libreto con todas las letras. La portada, una pared de ladrillos blancos y una letra negra medio cursiva en donde se lee Pink Floyd, y más abajo, The Wall. Recuerdo que años más tarde en un viaje a Köln, una amiga compraría la edición original en vinilo. Yo no lo hice, no tenía plato. Unos años después, me regalaría ese vinilo alemán.
Una película: La verdad es que no soy una gran apasionada del cine. No conozco muchas de las obras clásicas (ni modernas) de esta disciplina y me cuesta en exceso ponerme delante de una televisión para ver una película. De todos modos recuerdo con cariño y puedo ver una y otra vez la primera entrega de «El Rey León». Además de ser parte de mi infancia, la historia está basada en «Hamlet» de Shakespeare y eso está muy bien, porque Shakespeare es algo así como un Dios y «Hamlet» es una gran obra.
Un libro: Aquí me pasa algo así como con los discos. Es muy complicado elegir tan solo uno porque no creo que se pueda comparar o entrar a debatir si uno es mejor que otro. Es lo que tiene la literatura. De todos modos, puestos a elegir, por ahora me quedo con «Las Correcciones» de Jonathan Franzen. Es un libro que le suelo recomendar a la gente que me cae bien y que creo que se merecen leer una buena novela. Tiene todo lo que la buena literatura tiene que tener; personajes, psicología, cotidianidad, reflexión, suciedad y una muy buena mano encargada de escribirla. Es larga, es dura, es cruda y es real. Finalista del Premio Pulitzer en el año 2002, vamos, un libro de nuestros tiempos pero para enmarcar en la eternidad.
Una serie de tv: The Big Bang Theory. Es ingeniosa, tiene buenos actores y consigue que la vida de cuatro cerebros de la física resulte tan normal como la de cualquiera de nosotros. No me gustan las series que se prolongan temporada tras temporada sin poder ver el final. Esta se puede enchufar en cualquier temporada y pasar un rato agradable.
Una serie de dibujos de tv: Por la generación a la que pertenezco, tiene que ser Pokémon. Los juegos de Game Boy, los tazos, las camisetas y las mil y una chorradas que aparecieron y que atraparon a los niños de los 90 hace que sea nuestra serie…
Una revista: Prefiero no leer revistas en general porque al fin y al cabo, la realidad es que lo único que hay en ellas son opiniones. Y como los culos, todos tenemos una. Sin embargo, si tengo que decantarme por algo, en papel creo que escogería Mojo porque parece que estos por lo menos tienden al buen gusto y la variedad. En cuanto a lo digital, pues Redacción Atómica, porque se hacen una labor estupenda por cubrir lo que pasa a nivel musical en nuestra ciudad y la calidad de todo lo que se publica es buena.
Un icono sexual: Jeff Buckley, la gran pérdida de la década de los noventa.
Una comida: Los pimientos rellenos de mi abuela. Son de esas cosas que no se pueden describir. Solo los como dos veces al año, en Navidad y en mi cumpleaños, pero cada vez que los hace, me siento mal por que el resto del mundo no los pueda probar…
Un bar de Valencia: Bar-Discos Monterey. Victor es de los mejores anfitriones que te podrás encontrar en esta ciudad. Además, es un sitio auténtico en donde mientras te estás tomando unas cañas o un café, suena música de primera. Por si todo esto no fuera suficiente, no es solo un bar, sino que también es la tienda de discos que empezó hace ya más de cinco años en la calle Ripalda. Ahora este pack bar + tienda está en la calle baja 46, en el barrio de El Carmen, corazón de la ciudad.
Una calle de Valencia: La calle Albacete. Es la que me lleva del centro a mi casa. Además, si decido dar un poco más de vuelta, también es la que me conduce desde el barrio de Russafa. Tiene la vista más bonita de esta capital; la de el atardecer sobre la Finca Roja. ¡Qué bonito que es ir caminando desde plaza España y pasar por el parque, alzar la vista y ver como el sol se va escondiendo por detrás de las torres verdes de ese edificio histórico que tiene el barrio! Toda una experiencia, si no sabéis de lo que hablo, es que no vivimos en la misma ciudad…