Soy Pau Sanchis y también soy Pau Sif, es decir, que firmo los libros de poesía con este falso seudónimo. Desde que he vuelto a Valencia intento ganarme la vida como traductor del croata y del italiano. Antes había trabajado como profesor de lengua y literatura catalanas en la Universidad de Zadar (Croacia). También hago recitales de poesía desde hace bastantes años. Ahora, el músico Josep Vicent Tallada y yo hemos recuperado el nombre del grupo Oh, Foll Amor! con el que ya habíamos montado algunos espectáculos poéticos en el pasado. El que estamos rodando ahora se llama «Viatger que s’extravia» y es un recital con poemas y canciones nuestros. No, yo no canto, sólo recito, y es mejor así.
Un disco: No sabría decir cuál es mi disco preferido. Sé que durante muchos años escuché de manera obsesiva a Queen. Sobre todo «Bohemian Rhapsody». Y Led Zeppelin y Metallica. Mucho rock por un lado, y mucha cançó por otro lado, en realidad no tan distinto. Hace unos años me enganché al disco de Bruce Springsteen de homenaje a Pete Seeger, «We shall overcome». También hay discos que empecé a escuchar hace tiempo y que suelo poner bastante, por ejemplo «Love songs 2» de Miles Davis o cualquiera de Fabrizio de André. Últimamente he escuchado mucho «Gran» y «València, Califòrnia» de Senior i el Cor Brutal.
Una película: Podría decir «El Padrino I» y «El Padrino II» y «Apocalypse Now» de Coppola, «La naranja mecánica» y «La chaqueta metálica» de Kubrick y «Blade runner» de Ridley Scott. O también «Indiana Jones» (el arca y la última cruzada) y «Star Wars» (las tres primeras). O evocar el impacto de ver «Reservoir dogs» y «Pulp Fiction» (varias veces en el cine de verano de la playa de la Pobla de Farnals) cuando se estrenaron, o de descubrir a los hermanos Coen en «Muerte entre las flores», cuando la puso el profe de ética en el instituto (el mismo que nos hizo ver «La naranja mecánica»). Aunque creo que la peli de la que más hablo siempre es «Amarcord» de Fellini.
Un libro: Si tuviera que elegir uno, quizás diría el «Llibre de meravelles» de Vicent Andrés Estellés, un libro que no es acaba nunca, pero no se puede elegir sólo uno. Como no me atrevo a elegir, me quedaré con lecturas recientes: el año pasado leí un libro de Joseph Conrad sobre el mar, pero que no es una novela, en la maravillosa traducción de Javier Marías, «El espejo del mar», que me hizo disfrutar como hacía mucho tiempo que no lo hacía. También destacaría la «Trilogía de Deptford» de Robertson Davies, «El camino de Ida» de Ricardo Piglia o Nissaga de Lucia Pietrelli. Y «El pati maleït» de Ivo Andrić¸ una novela corta del premio Nobel de Travnik (Bosnia), que es una obra maestra, que han traducido hace poco dos buenos amigos Pau Bori y Jelena Petanović al catalán. Contiene todo lo que hay en «El puente sobre el Drina», pero con mucha más intensidad.
Una serie de tv: «Monthy Python flying circus». Recuerdo que la pasaron hace algunos años en el Canal 33, de madrugada y en VO con subtítulos, un lujo desternillante. Aunque tampoco sé si esto es exactamente el tipo de serie al que os referís. De las de ahora, no sigo mucho la moda de las series y creo que en esto no tengo un criterio definido. He visto «Lost» y «Juego de Tronos» y me lo he pasado bien. Y me río mucho con «Modern family». Ahora estoy viendo «True detective», pero me he quedado dormido dos veces (capítulos 3 y 5). No digo que sea mala, sólo que uno termina el día cansado y, a veces, el sofá es más fuerte. Una serie que me decepcionó mucho y que dejé a los pocos capítulos fue «The Walking Dead», el cómic era muchísimo más brutal y mejor, mucho mejor.
Una serie de dibujos de tv: Soy de la generación «Bola de drac». La vi primero en TV3 y luego en Canal 9 recuperaba los capítulos que me había perdido. Sobre todo las primeras temporadas. Recuerdo muy bien el fenómeno porque la moda fue tal que en el patio pasamos de jugar en castellano, imitando a los protagonistas de las series de TVE a hacerlo en valenciano TODOS. Lo que demostraba que el valenciano no es ruso y que se podía aprender fácilmente, sólo había que querer hacer kame-kame, sólo había que querer. Eso ahora, se lo han robado a nuestros hijos. También eso.
Una revista: Pèl capell. Exili interior. La hacen un grupo de poetas mallorquines con mucho entusiasmo y capacidad de trabajo. He colaborado con ellos con traducciones, poemas y artículos y siempre he encontrado contenidos interesantes y fuera de los discursos oficiales. Ha servido para descubrir nuevos poetas, para reivindicar figuras como Blai Bonet, Francesc Garriga, Màrius Sampere, Miquel Bauçà o Josep Palàcios, y para traducir autores de literaturas europeas poco conocidas por estos lares (Serbia, Occitania o la joven poesía italiana).
Un icono sexual: Tengo un poema dedicado “a les cuixes de Monica Bellucci”. Pues eso.
Una comida: De casa, el arroz horno, que provoca digestiones alucinógenas si está bien hecho y comes lo suficiente. Aunque a veces sueño con los guisos de pescado que comía cuando vivía cerca del Adriático.
Un bar de Valencia: Ca Revolta que, por supuesto, es mucho más que un bar: es músculo y cerebro de la ciudad resistente, por un lado, y creativa, por otro, que viene a ser lo mismo. Además es donde organizamos las noches de «Poesia per la revolta».
Una calle de Valencia: Hay un poema de Estellés, «Cos Mortal», que es una retahíla de calles y puentes de Valencia. Me gustaría reescribir ese poema con otras calles, si bien es cierto que para mí Valencia es la ciudad a la que voy desde la Pobla de Farnals, mi pueblo, y en la que nunca duermo, excepto cuando estudiaba en Blasco Ibáñez y terminaba quedándome en casa de algún colega en un piso de Benimaclet. Por eso, mi calle, más que una calle son dos puentes, el Pont dels Serrans y el Pont de Fusta, por donde se entraba y se entra intramuros, a lo que ahora llaman Ciutat Vella. Cuando vienen visitas y enseño la ciudad sigo entrando por las Torres. ¿Por qué? Porque son una puerta y a los sitios se entra por las puertas, sobre todo cuando ya no están las paredes.