Soy Rosa Borredá. Hice Bellas Artes con la especialidad de Restauración y Conservación de Obras de Arte. Ejercí como restauradora durante catorce años, profesión que amé y que me ha servido para mucho. Me quedo con el gusto por el detalle, los acabados y la importancia del reverso y el anverso. Como en la vida y en los objetos siempre hay dos caras.
Hubo un cambio drástico en mi vida y decidí volver a estudiar, esta vez Joyería Artística en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Valencia (EASD). Me considero artista multidisciplinar y diseñadora de joyas. Nunca descarto estudiar otra cosa. Me encanta estudiar y sobre todo las fiestas de fin de curso.
Amante de la Historia, la Historia del Arte, las Civilizaciones Antiguas, la Arqueología, la Fotografía, el Dibujo y en general cualquier manifestación artística. Recopiladora de objetos y curiosidades que almaceno y clasifico para posteriormente emplearlos en mis piezas. Me encanta envejecer pero a su vez embellecer hasta el fragmento o el material más insignificante para dotarlo de un aura especial. Mucho pan de oro y mucho dorado. Más es más, para todo. Siempre hay que poner fantasía en la vida.
Me gusta contar historias, en mis piezas y en la vida real, y si me dejan, monólogos.
Tenaz, luchadora, disciplinada y constante. Observadora diaria de los detalles y paisajes urbanos que capto casi a diario con mi móvil.
En definitiva, soy curiosa por naturaleza y tengo una necesidad imperiosa de crear, y de hablar.
Una canción:
Only you de Steve Monite (1984). La elección se debe a una recomendación y me gustó desde el primer momento que la escuché. Me encanta que me descubran cosas nuevas.
Me quedaría con cualquiera de David Bowie o de Elvis Presley. Musicalmente escucho de todo: Snoop Dogg, Dr. Dre, Los Chichos, Muse y básicamente música desde los 50’s a los 80’s. Tengo que reconocer que soy más de canciones sueltas. Una o dos de un álbum, y ya. La música me acompaña prácticamente todo el día. Admito sugerencias y me dejo sorprender.
Una película:
El Palacio Ideal (2018). La historia me fascinó. Crear lo que sea de forma totalmente autodidáctica merece todos mis respetos. El personaje en su palacio recrea lugares que nunca visitó, únicamente los conoce por las postales que llegan a sus manos por su trabajo como cartero. Su inspiración, la naturaleza, y su hija como motivación por todo el amor que siente hacía ella, siendo una persona con pocas habilidades sociales pero sí una sensibilidad excepcional y un tesón sobrehumano. Personas sensibles y tenaces, siempre.
Añado la película Fresh (2022). Aparte de la peli, su banda sonora es de lo más variada y sencillamente me atrapó.
Un montaje escénico:
Todas las Óperas que he visto. Hay una teatralidad que impacta a veces sin utilería, solo juegos de luces, voces, voces que emocionan hasta el llanto y el vestuario. Me flipa el vestuario. Estoy con todos los sentidos alerta y simplemente me dejo llevar por el momento. Los datos técnicos se los dejo a otros.
Si tengo que dar un nombre, Lucrecia Borgia en el Palau de les Arts. Recuerdo un traje rojo.
Una exposición:
A lo largo de mi vida he ido y he montado muchísimas exposiciones. Recuerdo una en Zaragoza, Los Aromas de Al-Ándalus, un deleite para el olfato y los sentidos. Otra en Valencia, en las Torres de Quart sobre elementos de tortura.
Pero, definitivamente elijo una exposición que realicé en una Galería de Atenas, Popeye Loves Olives Art Space en 2016 (Urban Archaeology). Ha sido mi primera y única exposición individual en el extranjero y fue brutal. Lloré cuando me la propusieron, lloré estando allí y sigo llorando cada vez que me acuerdo. Llorar de pura emoción es increíble. Expuse un total de dieciocho collares de gran formato. Fue una semana maravillosa, conocí a gente estupenda, comí de lujo y hablé de mi trabajo en un inglés pésimo, pero parece que mis dotes para realizar performances improvisadas surgieron efecto. Lo mejor fue que en esta aventura me acompañaron mis amigas Sabela y Pilar Alcaide, ¡No se puede pedir más!.
Un libro:
Con la lectura voy a temporadas. Paso de devorar a la inactividad. Me gusta mucho la novela histórica. Han sido muchos los libros que me han seducido y enganchado a partes iguales. Me voy a quedar con Charlie y La Fábrica de Chocolate, lo leí de pequeña y supuso leer por elección y no por imposición. Todos sus personajes son el reflejo de los diferentes individuos de la sociedad, habla de egoísmo y de ilusión. Creo que desde ese momento lucho por todo aquello que considero importante sin perder nunca la ilusión.
Una serie:
What We Do In the Shadows. La voy viendo poco a poco, como dosificándome. Es una de mis series para estudiar inglés. Me gusta la estética, efectos especiales maravillosos y por supuesto las situaciones surrealistas que se dan. Esto me pasa mucho en mi día a día. A destacar el vampiro energético. Es curioso como existen muchos en la sociedad actual, yo los detecto y huyo de ellos tan rápido como puedo. Tengo energía para dar y regalar pero hay gente qué… uffff. Soy más de ponerme documentales. Busco todo aquello de lo que quiero saber más. Estoy en continua búsqueda.
Un podcast:
No escucho podcasts. Lo sé, debo de ser la única persona en el mundo mundial que no lo haga. Vivo con ello, estoy bien y lo llevo bien. Soy hiperactiva y hago varias cosas a la vez. Cuando voy andando por la calle escucho música y me sirve como inspiración para mis proyectos o para ordenar mis pensamientos. Si quiero saber algo sobre un tema, lo busco. Hace tiempo me propuse aprender algo nuevo cada día… un artista, una técnica, una receta de cocina, lo que sea. Esto se acentuó durante la pandemia. Fue una gran experiencia para mí, disponer de mucho tiempo para indagar e investigar.
¿Quién (ilustrador/a, fotógrafa/o, dibujante o pintor/a) te gustaría que te hiciera un retrato?
Por pedir, así a lo loco, me gustaría trasladarme al Renacimiento italiano y ser retratada por Leonardo da Vinci. Aprovecharía cada posado para recorrer su taller. Lo imagino lleno de artefactos, pigmentos, bocetos y un sinfín de objetos peculiares fruto de su imaginación, su observación y su experimentación. Y por supuesto, poder conversar con él hasta altas horas a la luz de las velas con una cervecita o la bebida de moda, y con lo curiosa que soy le preguntaría absolutamente de todo. Otra cosa es que él me contestara. Estoy convencida de que lo conseguiría.
Me gustaría como La Dama del Armiño, pero sin armiño. Tengo algo de alergia al pelo animal, más al gato y como no sé cómo sería con el armiño, prefiero sin. Elegiría entonces a La Belle Ferronière, por su mirada profunda directa al espectador y por sus complementos. Yo con mucho joyerío y dorado, por favor. En cada retrato suyo hay una historia, en mi caso sería Mi Historia y que me estudien siglos después. Tengo algún secreto que muchos saben y que me da la fuerza y una vitalidad desbordante. A los que no lo saben se lo cuento con un vermut por medio, sin problemas.
Una comida:
Me gusta prácticamente todo. Cualquier tipo de arroz. Una buena paella hecha a leña, un arrocito al horno hecho con cariño y con de todo. Eso sí… con las croquetas, enloquezco, y con las del cocido de mi madre, más, pierdo la cuenta de las que me puedo llegar a comer. Todo lo que sea croqueteable es perfecto para mí.
Pero definitivamente, lo que no puede faltar en mi despensa es una lata de calamares en salsa americana. Esta afición me viene desde pequeña. Hay cosas que no cambian. Las latas si, ahora es más potón.
Un bar de València:
La Paca. Cuando voy me siento como en casa, sobre todo cuando están Javi y Laia. En sus inicios nos juntábamos personas independientes, lo mejor de cada casa y directos a la barra al más puro estilo Loro Parque. Me sigue gustando ir sola, pedirme una cerveza, escuchar música, sacar una libreta pequeña del bolso y anotar ideas o hacer bocetos de aquello que quiero crear. Es aquí donde comienza la magia. A veces parece que formo parte del mobiliario. Me integro muy bien. Desde que acabé Joyería Artística siempre llevo una libreta de campo. Nada que ver con las libretas de Jaime Hayón que pude disfrutar en su gran exposición en el CCCC, una obra de arte cada página. Grandes proyectos han sido gestados gracias a este ritual en los bares, para que luego digan…
Una calle de València:
Cualquiera sin exceso de luz y ruido. Una calle donde como peatón pueda pasear tranquilamente escuchando música o poderme parar para charlar con alguien sin tensionarme por ser atropellada por un coche o arrollada por una bici o un patinete.
Tengo que reconocer que hay edificios maravillosos en Valencia como la Casa Judía en la calle Castellón y da gusto contemplarlos y callejear por la calle Colón, la Avenida Reino de Valencia o muchas calles de mi barrio, el Cabanyal/Canyamelar donde puedes encontrar verdaderas joyas modernistas, pero para mí lo más importante es disfrutar de las calles y los espacios en paz y armonía.
Un lugar de València que ya no exista:
El mítico pub La Marxa en el Carmen. Bailar debajo de un arco apuntado medieval no tiene precio. Grandes fiestas y momentos divertidos hasta altas horas. Para mí era muy especial estar en un edificio con siglos de antigüedad. A pesar de estar de marcha, en la Marxa, muchas veces me quedaba absorta observando cada rincón o detalle. Cerca de aquí había otro local, La Selva. Le iba muy bien el nombre, alguna que otra noche salvaje y por llamarlo de algún modo con cierto exotismo por todo lo que allí se veía y se vivía.
¿Con quién te tomarías un vermut?
Con cualquier persona que me haga reír, y si, entre risa y risa me cuenta cosas interesantes, me aporta algo y aprendo algo nuevo, mejor que mejor. Tengo la gran suerte de tener amigos muy divertidos, con algunos nos retroalimentamos y parece un concurso para ver quién está peor de lo suyo. Como he comentado tengo imán para que desconocidos me revelen su rollo, pero también un imán maravilloso para encontrar gente genial y divertida. Simplemente coincidimos en el mismo espacio/tiempo y nos dejamos llevar y fluir. Muchas amistades han comenzado así, y más que seguro que conoceré.