Foto: Damián Torres.

Foto: Damián Torres.

Me llamo Carmen Velasco. Soy periodista. Trabajo en la sección de Cultura de Las Provincias desde 2006. Soy rubia. Estos son los datos objetivos y contrastables, el resto es producto de su imaginación. Siempre he vivido en Valencia, una ciudad que a veces resulta un lastre y otras, salvoconducto. ¿Definirme más? Me resulta complejo. Además, todo lo que diga sobre mí podrá ser utilizado en mi contra.


Un disco:
Cualquiera de David Bowie. Dejó «Blackstar» como regalo de despedida a una carrera inmensa, pero también citaría «Space Oddity». En este vermut celebrado a pocos días de la muerte del Duque Blanco no procede mencionar a nadie más. Pese a todo, «put on your red shoes and dance…»

Una película: «La dolce vita», de Federico Fellini. Por la frivolidad, por el periodismo, por la decadencia, por Anita Ekberg, por Marcelo Mastroianni… Y porque también he vagabundeado por las calles de Roma y de repente he aparecido frente a la Fontana di Trevi.

Un libro: Cualquiera de Clarice Lispector.

Una serie de TV: Con permiso de «Borgen» y «Mad Men», voy a barrer para casa. «Crematorio» representa que se puede hacer una excelente ficción española, sin imitar a nadie, con ambición y reflejando la realidad propia. Rafael Chirbes sirvió una materia prima literaria de extraordinaria complejidad, pero el director Jorge Sánchez-Cabezudo y el productor Fernando Bovaira estuvieron a la altura. Y Pepe Sancho se apropió de Rubén Bertomeu…

Una serie de dibujos de tv: «Fraggle Rock«, aunque no sean propiamente dibujos.

Una revista: Es difícil decantarme por una, porque algunas del presente son geniales, como Mongolia o Jot Down. Por eso recupero Ajoblanco, que fue una de las primeras revistas que despertaron en mí esas ganas de interesarme por aquellas personas que tienen algo que contar, que hacen cosas diferentes… Era lo más contracultural que mi generación tenía a mano y apenas se le reconoce como referente del periodismo cultural en español.

Un icono sexual: ¿Vivo o muerto? No importa, no soy de acostarme con iconos. Lo mío son hombres de carne y hueso. Eso sí, el ser humano más bello es y será Paul Newman.

Una comida: El arroz al horno y, por supuesto, el de mi madre. La paella está sobrevalorada respecto al arroz al horno.

Un bar: No tengo nada en contra de los cafés literarios ni de las cafeterías molonas, pero me interesan los bares comunes. El mejor bar es donde están tus amigos y donde todo lo que pasa es verdad: las risas, los divorcios, las mudanzas, los embarazos, las lágrimas… En mi caso, es el bar Patraix. Si algún icono sexual quiere invitarme a una copa, elijo el Cracovia.

Una calle: Ramón de Castro, donde perdura una hilera de casas que la reina Victoria Eugenia, esposa de Alfonso XIII, inauguró en 1910. Si no me equivoco es el único barrio obrero de principios del siglo XX que se conserva en Valencia y lo ideó J. M. Cortina, un arquitecto valenciano a reivindicar. Estoy vinculada emocionalmente a esa calle.