Carola Falgás. Foto: Sergio Morales.

Me llamo Carola Falgás y aún no sé qué quiero ser de mayor. Bueno, sí, quiero ser punk. Me gusta el punk, porque trataba de inspirar a la gente a romper las reglas y superar sus límites. Es empoderador: una mujer que se siente cómoda en su propia piel. Tengo sentido del humor. El humor es muy bueno para sobrevivir, te ayuda a no pretender imposibles, a conformarte, lo cual es muy importante. La única manera en la que puedes conseguir el respeto de los demás es conseguir demostrar que te respetas a ti misma. Nunca te disculpes por ser tú.

La creatividad es una de las influencias más importantes que me impulsan. Soy creativa de nacimiento, de formación y de experiencia. Apasionada del diseño, con más de veinte años de experiencia en el sector textil y de la moda, y muy alineada con las nuevas estrategias en sostenibilidad. Y en el 2017 tuve la oportunidad de empezar a trabajar en el sector del mueble y del Interiorismo.

Distintas posiciones profesionales y diferentes modelos de negocio me han hecho llegar a plantearme un nuevo proyecto, Gatokilo, que se inspira en la transversalidad y en la sostenibilidad. Porque la codicia no puede seguir alimentando el sistema; que la producción frenética de novedades tiene un límite. La forma en que se diseña, se produce y se consume. Es hora de que la industria evolucione de una manera que valore la longevidad de los productos y, lo que es más importante, del planeta, por encima de la velocidad y la novedad. Si la moda evoluciona como debe y en vez de grandes colecciones se lanzan piezas separadas y atemporales, como en el diseño industrial, el sector podría protegerse mejor. Lo digital es cada día más importante, pero no podemos olvidar que la relación con la marca es mucho más amplia. Al mismo tiempo creo que los locales seguirán siendo un punto de contacto importante y no necesariamente solo para la venta, sino también para el descubrimiento.

Me encanta estudiar el tarot evolutivo y soy muy fan del ideario de las activistas W.I.T.C.H. de los setenta. Las brujas, figuras históricamente reclamadas como símbolos del feminismo por ser enemigas de los cánones patriarcales. Ese traslado a lo intangible, esa huída en femenino hacia un pensamiento mágico frente a una deriva global de incertidumbre económica y política. Un fenómeno que resume bien Andrea Gumes, referente patrio desde sus predicciones en Vice: «Ahora todas queremos ser brujas empoderadas, independientes y un poco maléficas. Joder, que las brujas son puro poder sexual. ¿Quién no quiere eso? Todas brujas».

 

Una canción:

¿Sólo una? Soy una obsesionada de la música. No puedo parar de hacer listas, nostalgia adolescente como cuando grababa cintas con esmero.

“Needle in the Hay”, de Elliott Smith. Me flipa esa canción, y la escena en The Royal Tenenbaums, en la que Luke Wilson se corta las venas, ¿cómo puede haber tanta belleza en un momento tan dramático?

Pixies me marcaron y, por decir una, “Where is my mind”.

“Fifteen Feet of Pure White Snow”, de Nick Cave, es otra. Y el videoclip de la canción es muy loco.

“Space Oddity”, de David Bowie.

Me encantaría ver tocar a Billy Childish, Length of Pipe…

Y me flipa el momento “zapatilla”, “Dont Want to Know if You Are Lonely”, de Hüsker Dü, que es todo un himno. O “I am a Girlfriend”, de Nobunny. Y cualquiera de Jay Reatard.

De grupos patrios, “Gotta Shake It”, de Vancouvers, con mi chico tocándola en directo, me derrito. Cuello, me flipan, “Trae tu cara y decórala bien”. “Tó ba a çalih bien mamá”, de Califato ¾. “El propietario del cielo”, de Segunda Persona.

Una película:

Cualquier película de Wes Anderson: su estética, las gamitas de color, el reparto de actores, la BSO. Debilidad por The Royal Tenenbaums. No hace mucho descubrí Hedwig and The Angry Inch (John Cameron Mitchell, 2001). Me quedé loca.

Un montaje escénico:

Me gustaría nombrar un desfile en plena pandemia, en formato digital, POSSIBLE FEELINGS es el nombre de la colección masculina de Prada. Rem Koolhaas estuvo a cargo del diseño de este set geométrico y abstracto. Creando una secuencia de habitaciones que los modelos navegan a través de un show digital.

Una exposición:

Qué difícil también: Dadá, la exposición en el Pompidou en el 2006. David Bowie en el Musseu de Disseny de Barcelona, 2017. Museo Nacional de Artes Decorativas de Madrid, Vanguardia y Bauhaus, 2021.

Gentle Monster emplea a seis personas para diseñar sus productos de gafas y a 60 personas para el diseño visual de sus tiendas. Estos se exhiben como piezas de museo, en la búsqueda de «una experiencia de compra offline inmersiva y vivencial». La tienda de Guangzhou me impactó, no podía salir de ella.

Viví tres años y medio en Casablanca, en Marruecos, y me sorprendió gratamente la cantidad de artistas modernos y el Museo Mohammed VI de Arte Contemporáneo de Rabat, pero en particular, durante la 3ª Bienal de artes moderno que se celebró en Casablanca, hubo una exposición en la Mediatheque de la Fundación de la Gran Mezquita de Hassan II, con una instalación de la artista Jessica DeMuro, que exploraba la fragmentación de la psique resultante del trauma de agresión sexual. Va más allá del acto físico, abordar el tormento emocional que crea el trauma dentro de la mente. Creo que realmente allí no eran conscientes del trasfondo de la obra.

Un libro:

Rayuela, 1963, de Cortázar me marcó de adolescente, me reventó la cabeza cómo pone en juego la subjetividad del lector.

El elogio de la sombra, de Junichiro Tanizaki (Siruela) 1933, explora la relación entre la sombra, lo tenue, el contraluz, en la construcción de las viviendas, de las lámparas, entre otros aspectos, y cómo la semipenumbra enaltece la belleza.

Sobre los huesos de los muertos (Siruela), Olga Tokarczuk, una novela de 2009. Feminismo, obsesión por la astrología y neomística en simbiosis con la naturaleza.

Una serie:

Twin Peaks y el universo Lynch.

Un podcast:

Deforme semanal, muy Fan.

¿Quién te gustaría que te hiciera un retrato?

Odio que me hagan fotos, soy muy pava. Prefiero que me dibujen. Me encantaría que lo hiciera por ejemplo Inma Carpena.

Una comida:

Me flipa el momento almuerzo, y si mi tengo que quedar con un bocata, La brascada. Me muero con un buen arroz al horno.

Un bar de València:

En València hay tantos bares que molan que es imposible elegir uno. Soy mega fan de Amor Amargo, del Splendini y del CEX. Estos tres no los puedo obviar.

Una calle de València:

Más que una calle me gustaría quedarme con un lugar, el Mercado Central, impresionante.

Un lugar de València que ya no exista:

El Magazine, sin dudarlo. Fui socia en el proyecto inicial, luego me salí y, si me tengo que quedar con un día, el de la inauguración, jueves del Funtastic,
muy loco todo.

Una anécdota: estando de obras la plaza, el día que, recogiendo de la prueba a los Hard Ons, me tropecé y caí en los pies de Peter Black, él me dijo que aún no era el momento que me esperara a que empezaran a tocar, ¡qué vergüenza!

¿Con quién te tomarías un vermut?

Con Nick Cave, él es mi novio pero no lo sabe.